Medallas sacadas del agua. Las últimas condecoraciones que el Gobierno cubano ha concedido a deportistas extranjeros han tenido como telón de fondo el Estrecho de La Florida.
Dieciocho meses después de distinguir a la estadounidense Diana Nyad como la primera persona en nadar desde Cuba a la costa floridana sin jaula protectora contra tiburones, la tripulación internacional que el 1ro de agosto de 2015 hizo un récord mundial de velocidad entre Cayo Hueso y La Habana en una lujosa y potente lancha, acaba de ser premiada con la “Orden al Mérito Deportivo” por un acuerdo del Consejo de Estado firmado por el presidente Raúl Castro.
No son numerosos los personajes foráneos con esta distinción y, por ejemplo, cuando en 2004 la recibió el ex campeón mundial de ajedrez Anatoly Karpov, transcurrieron 10 años para que se reactivara su entrega internacional en la figura de la Nyad.
En la nueva ocasión la ceremonia solemne se preparó para el alemán Roger Klüh, dueño y piloto de la poderosa embarcación “Apache Star”, y sus compañeros de equipo el ingeniero francés Damien Sauvage y los estadounidenses Mark McManus, constructor de la máquina y copiloto en la aventura, y el mecánico John Pompi.
Desafortunadamente los norteamericanos no pudieron asistir a la velada: Pompi por impostergables asuntos de trabajo y McManus aún convaleciente de una operación en su espalda como consecuencia de las turbulencias del histórico viaje a la isla de hace seis meses en el que se fijó la primacía en lanchas de motor entre ambas orillas, de una hora y 30 minutos en 110 millas náuticas.
“Por su participación en la histórica y heroica travesía”…se escuchó en el acto al leerse el documento ante autoridades deportivas y de la cancillería cubana, y diplomáticos de los países de los homenajeados. “Así como por expresar todos ellos su pensamiento de estrechar la hermandad y colaboración entre los pueblos de Cuba y los Estados Unidos”.
La señora Dana M. Brown, Consejera Política-Económica de la Embajada de los Estados Unidos dijo a OnCuba que “es un placer estar aquí en un momento como este en que se celebra un hito de la motonáutica entre Cayo Hueso y La Habana, en representación de nuestra misión diplomática y del pueblo estadounidense”.
Klüh, además de intrépido marinero, ex jugador profesional de hockey sobre hielo y hombre de negocios, llevará en el equipaje su galardón y los de sus colegas norteamericanos para cuando se reencuentre con ellos pero lo que no podrá trasladar consigo será su querida lancha “Apache”, que desde agosto último permanece “sin vida” en el muelle del Club Náutico Internacional “Hemingway” adonde llegó remolcada desde frente al malecón habanero tras cruzar la meta.
“Un motor explotó, el timón está roto, el yate zozobró, no gira, no puede moverse en el agua”, intenta resumir el piloto teutón las desgracias de su colorida embarcación que con el paso del tiempo se ha desteñido. “Fue difícil traer el yate hasta Cuba y también difícil llevarlo de regreso a casa pero como estamos acostumbrados a conducir hasta el final, vamos a encontrar la solución”
Cuenta entonces que no puede regresar con el “Apache Star” a La Florida en las condiciones actuales “porque no hay una estructura de barcos con contenedores que puedan hacer esa travesía…Y las compañías no tienen autorización para venir a Cuba para recoger el yate”.
En medio de las recientes flexibilizaciones del embargo asegura que se han hecho gestiones con las autoridades norteamericanas “lo hemos intentado pero no ha habido respuesta” y mientras tanto considera que el procedimiento más viable será contactar con una empresa naviera de Europa. Por supuesto, un trámite más costoso.
Lo que desea ahora es que su emblemático bote, a pesar de su estado, llegue a Dusseldorf, su ciudad natal, para ser exhibido a sus coterráneos durante una megaexposición de embarcaciones con sede en su ciudad la que clasifica como la más grande de su tipo en el mundo.
La reparación que necesita podría costar tanto como la adquisición de una lancha nueva pero el piloto germano afirma: “lo voy a reconstruir completamente” y confiesa que en los Estados Unidos hay quienes “ya están trabajando para romperle el récord” que él y sus colegas establecieron, contra viento y marea, en aquella mañana de agosto donde llegaron a enfrentar olas de hasta tres metros a poco de la partida.
Klüh, Sauvage, McManus y Pompi cumplieron un sueño que se gestó por tres años en medio de las restricciones del bloqueo, luego de la última vez de esta travesía en 1958 hecha por Forest E. Johnson a bordo de “Tooky”. “Ellos abrieron un camino”, afirma el veterano marinero, José Miguel Díaz Escrich, el comodoro del Club Hemingway.