Caminar por los intrincados parajes de la carretera Luis Lazo, un sendero conectado por gigantescos puentes de acero en Pinar del Río, es semejante, en teoría, a recorrer el Valle de Viñales. Los mogotes magníficos, la vegetación siempre verde, el extenso manto de niebla que se extiende sobre la superficie en ciertas mañanas.
Pero las casas modestas, la inferior presencia de extranjeros, el boato ausente de los negocios, los diferencian. Aquí la naturaleza es menos mercancía y más disfrute espontáneo. La vía pudo formar parte del proyecto intercontinental de la Carretera Panamericana, en la primera mitad del siglo pasado, el cual pretendía unir las Américas por tierra y en el cual Cuba, se convertiría en una terminal de ferry.
Todavía hoy, unos siete puentes inamovibles hechos de puro acero, permiten el paso sobre ríos y arroyuelos, en una carretera que serpentea entre valles intramontanos y poblados tranquilos. El vial comienza en el Parque de la Independencia, de la ciudad de Pinar del Río, y termina 73 km después, en el asentamiento de Guane.
Uno de sus elementos distintivos lo constituyen estos gigantes de acero, cuya construcción comenzó en 1917. Sus imponentes vigas miden unos 15 metros aproximadamente y a pesar de los años conservan su estructura original.
La gente por los alrededores es tranquila y amable. Los puentes para ellos son cosa común. Como la crecida de las aguas que fluyen bajo la ruta. Como madrugar para alimentar a los animales o sembrar tabaco. Transitan a pie, en bicicletas, sobre coches de caballo o tractores. A ratos, pasan ómnibus construidos a partir de camiones, que viajan en ambas direcciones.
El primero de estos pasos curiosos se ubica en el pueblecito de Cabezas, en el Km 26. Apenas unas casas, una ceiba centenaria, una moderna tienda, se hallan en este entronque. Doblando a la derecha, se continúa hacia Minas de Matahambre, la cabecera municipal. Una señal del tránsito indica la prohibición de circular sobre el puente con peso superior a cinco toneladas.
Por estos lares la vida comienza temprano, mucho antes que en la ciudad. Entre la niebla, a veces, es casi imposible distinguir la armazón del puente. Pero se oye el sonido intermitente del toc, toc, toc que producen los vehículos al transitar sobre los tablones de madera.
Los habitantes celebran el Guateque de Cabezas, y realizan competencias sobre barriles en el río que discurre debajo. Además, aprovechan la altura con respecto al cauce para lanzarse al vacío.
Varios kilómetros adelante, se encuentra uno en La Cruz, cercano al cementerio del territorio, mancha blanca pegada a un mogote. Como su antecesor, posee un desvío paralelo construido con lozas prefabricadas, para los casos en que se interrumpe el tráfico por roturas de los tablones. En ocasiones, la madera demora días en llegar.
El tercero de los puentes se halla a la entrada del poblado de Sumidero- asentamiento que proviene del siglo XIX- el más grande de esta zona. Allí vivió tiempo atrás Ramón Cifuentes, quien fuera dueño de la famosa fábrica de tabacos Partagás. Cifuentes dominó a su antojo la excelente producción de tabaco que salía de estas vegas, cuenta Dunia Cabrera, la historiadora local.
Aquí las añejas construcciones con techo de tejas, se mezclan con las muescas de modernidad distinguidas en los campos cubanos. Casas de curar tabaco, hogares de mampostería, antenas de televisión, son la muestra más clara de la hibridación. De este pueblo salió La niña de la muñeca de palo, una de las fotos más trascendentales de Korda, autor de la instantánea inolvidable del Che.
Nelia María Páez, Dunia y Yoima Margarita Novales, profesoras del centro universitario municipal, investigan la rica historia de un camino que devino en importante vía de comunicación. “Nos dimos cuenta de que había potencial social, histórico, cultural y natural que había que preservar y aprovechar. En el caso de los puentes, son patrimonio por su edad y las características de construcción únicas”, afirma Dunia.
Ellas han recopilado información con los vecinos más viejos, revisando documentos de la otrora importante área económica e impulsan la conservación de la historia, de la cual los puentes son una parte imprescindible.
Como explica el historiador Enrique Giniebra, la construcción de esta carretera en los primeros años de 1900 fue difícil por el espacio geográfico montañoso y complejo. Desde Pinar hasta Sumidero, el proyecto correspondió a los cubanos y de este punto a Guane, a ingenieros norteamericanos. Fue considerada una de las más complejas realizadas en el país en aquello momentos.
Durante el gobierno del presidente Ramón Grau, en la década de 1940, se llevaron a cabo trabajos de mejora de la carretera, finalmente asfaltada, y de sustitución o reparación de puentes. Las labores se debieron a que esta vía iba a formar parte del ramal cubano de la denominada carretera Panamericana, un proyecto surgido en los años 20 en Estados Unidos y que fue acogida por diversos gobiernos del continente.
En el caso antillano la situación fue sui generis. Para superar la condición de isla de nuestro país se diseñaron enlaces marítimos. Los viajeros podrían llegar hasta Key West, en Estados Unidos, embarcar con sus autos en los ferry-boats y llegar al puerto habanero.
Tras una temporada en la isla, los turistas con sus vehículos viajarían más de 200 kilómetros hasta el puerto pinareño de La Fe, casi en el extremo cubano, para embarcar hacia Puerto Juárez, en Yucatán, México. Luis Lazo sería uno de los ramales de acceso.
Actualmente, hasta Sumidero el transporte es aceptable. De esta localidad en adelante, las carreteras están casi muertas, al menos en ciertos puntos. A ambos lados se asentaron comunidades o caseríos como San Carlos, La Güira, Punta de La Sierra o Los Portales.
Todavía, hasta llegar a Guane, existen varios puentes semejantes a los anteriores. Bajo el de Caliente, la gente disfruta de sus vacaciones, refresca a los animales o limpia los autos.
Casi centenarios, estos monstruos, cuyas piezas vinieron de los Estados Unidos, tienen dos enemigos igual de implacables: los años y la mano del hombre. El quinto de los gigantes es una ruina sin paso. Muchas de las vigas desaparecieron y no hay madera sobre su esqueleto de metal corroído.
Para algunos, las enormes estructuras de vigas, remaches y madera, deberían desaparecer. Por ahora, no será el ser humano quien destruya lo que ríos crecidos, salvajes ciclones tropicales y el tiempo no han podido. Nelia, Dunia y Yoima piensan en la pertinencia de vincular la conservación patrimonial con el turismo en estos inexplorados parajes, teniendo en cuenta el interés creciente por el turismo de naturaleza. De concretarse sus aspiraciones, alrededor de estas reliquias podría construirse el futuro del sendero de los puentes gigantes de acero.
Me ha parecido muy bueno…padezco, cuando lo leo, de una nostalgia ajena; es decir: la de mi abuelo. Sus historias sobre Cabezas, el pueblito que menciona el reportaje y donde nació hace ya 85 años, llenaron mi infancia. Gracias por este trabajo.
Hermoso lo que cuentas, y mas hermoso, cuando una de las mejores etapas de nuestras vidas corrio entre esos puentes, de pueblo en pueblo, lindos recuerdos. Te llenas de inspiracion cada vez que escribes, y me llevaste a extranar los mejores recuerdos de mi vida.
Este trabajo me recuerda las veces que he pasado por esos puentes que, sin dudas, impresionan por su tamaño -confiezo que a veces llegan a asustar, sobre todo cuando hay un cruce de autos en ellos- Es muy útil conocer y refrescar la historia local. Me gustó mucho el trabajo, como siempre excelentes fotos.
Muy interesante trabajo
Interesante. Son estructuras que están ahí, y por lo general nadie conoce su origen y su historia… Saludos
Es bueno saber que alguien publica trabajos sobre Pinar del Río y no precisamente sobre zonas tabacaleras de San Juan. Estos puentes son transitados por cientos de personas, y pocos han contemplado su belleza y seguro que casi nadie conoce su historia.
Excelente trabajo, soy de los que cree que aun hay mucho por descubrir y disfrutar en Cuba, tiene potencial para ser uno de los mejores paises del mundo. Y Pinar es precioso.
Bello tu trabajo
Que recuerdos de mi infancia me trae este escrito. Mi Familia materna es natural de Cabezas, de los Novales (creo que si recojo la cuerda la historiadora y yo somos parientes jejej), viví allí hasta que cumplí un año y nos mudamos al KM 3 de la mencionada carretera, ya en la ciudad de Pinar del Río. Pero siempre mantuve el contacto regresando constantemente. Recuerdo una vez que nos llevaron a todos los primos fuimos a bañarnos al Cuyaguateje, (tendria 8 años) un momento imborrable. Un paisaje digno de admirar, desde el Valle de Isabel María (separado de Viñales por la Sierra de Los Organos), pasando por Cabezas (Nuevo y Viejo) hasta Sumidero. Cada vez que iba sentía tremenda PAZ. Bueno y por azares de la vida también iba a comprar alguna que otra arroba de malanga jejej. Gracias ONCUBA. Saludos desde Brasil.
Hermosa historia esta de los puentes. Una zona muy linda y de gente muy buena. Paso a menudo porque viví cerca durante años.
Hermoso trabajo, me ha traído los mejores recuerdos, los momentos más especiales de mi infancia.
Ja! que tiempos aquellos en Sumidero pasando por esas carreteras cada año, en las vacaciones, explorando la base de la montaña, comprando esparadrapo para hacer pelotas de papel, jugando con el perro loco Lucero(alias “El Preso”), explorando rio arriba, tirardonos en le parte onda del rio del puente de Caliente, el cine, el terreno de footbal… buenas memorias, gracias por un trabajo impresionante.
NOTE: Comentario/referencias dedicadas al autor 😉
espero que muchas personas se interesen por los puentes y por las demas potencialidades que para el turismo de naturaleza y el ecoturismo tiene este hermoso lugar de la geografia pinareña. Muchas gracias eduardo por tan ilustrativo articulo, demuestra, una vez mas, la rica historia de los campos de nuestra isla.
He tenido el placer de disfrutar del recorrido, resulta sorprendente descubrir un poco más de los atractivos prácticamente inexplorados que posee nuestra provincia.
Hermoso el comentario. El autor se nota tan enamorado de la zona como yo. Gracias por intersarte en nuestro trabajo y permitir que otras personas se sientan motivadas.