El habanero barrio del Santo Ángel

Muchas veces, sin darse cuenta, los caminantes y los turistas se descubren en su laberinto de callejuelas.

La Iglesia del Santo Ángel Custodio, en el barrio habanero de igual nombre, y donde han sido bautizadas ilustres personalidades de la Historia de Cuba como Félix Varela y José Martí. Foto: Otmaro Rodríguez.

La Iglesia del Santo Ángel Custodio, en el barrio habanero de igual nombre, y donde han sido bautizadas ilustres personalidades de la Historia de Cuba como Félix Varela y José Martí. Foto: Otmaro Rodríguez.

Quienes desandan el centro histórico de La Habana para disfrutar de su entorno, o para conocer su gente y su arquitectura sin un itinerario preconcebido, tarde o temprano llegan al barrio del Santo Ángel.

Las cinco esquinas en el Barrio Santo Ángel Custodio, LaHabana, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez

Muchas veces, sin darse cuenta, los caminantes y los turistas se descubren en su laberinto de callejuelas, en su peculiar confluencia de esquinas. A este barrio se puede llegar por dentro, atravesando la populosa Habana Vieja en busca del mar, o por fuera, bordeando sus arterias principales hasta dar con él.

Su historia se remonta en el tiempo hasta el período colonial, a la época en que popularmente se le conocía como Los Cangrejos, por la cantidad de esos moluscos que habitaban la zona. Por entonces, finales del siglo XVII, una ermita consagrada al Santo Ángel Custodio serviría para dar nombre definitivo al lugar.

La ermita fue levantada sobre el cerro conocido primero como Peña Pobre —nombre que conserva todavía una de las calles de la localidad, la que, por demás, dio título a una novela de Cintio Vitier—, y más tarde como Loma del Ángel, la misma que, en la célebre obra de Cirilo Villaverde, vio caminar con desenfado a la hermosa Cecilia Valdés.

Busto de Cirilo Villaverde, escritor cubano, autor de la famosa novela Cecilia Valdés, La Habana, Cuba. Foto: Otmaro Rodríguez

Precisamente, emplazada frente al atrio de la iglesia que allí se erige —y que ha vivido varias transformaciones con el paso de los siglos— una escultura en bronce, esculpida por el artista Erig Rebull, inmortaliza al personaje literario, símbolo de la Habana mestiza y sensual, en la plazuela también llamada del Santo Ángel.

Una joven posa detrás de la escultura de Cecilia Valdés emplazada frente al atrio de la Iglesia del Santo Ángel Custodio, obra del artista Erig Rebull. Foto: Otmaro Rodríguez.
Una joven posa detrás de la escultura de Cecilia Valdés emplazada frente al atrio de la Iglesia del Santo Ángel Custodio, obra del artista Erig Rebull. Foto: Otmaro Rodríguez.

Más allá de la ficción, sin embargo, la iglesia guarda una singular relación con la historia de Cuba. Allí fueron bautizados dos de los más ilustres hijos de esta tierra: el presbítero, filósofo y pedagogo Félix Varela, y el Héroe Nacional José Martí.

Y en el propio barrio, cuyo triángulo principal abarca la Avenida de las Misiones, las calles Cárcel, Cuba y Chacón y, nuevamente, la Avenida de las Misiones, han vivido otras figuras de renombre como el poeta Julián del Casal, el pintor Marcelo Pogolotti, el compositor Jorge Ankerman y el cineasta Santiago Álvarez.

En esta casa de puertas azules residió Julián del Casal. Foto: Otmaro Rodríguez

Además, en la zona estuvo el taller de bicicletas más antiguo de La Habana, fortaleza donde radica ahora una Unidad de Policía Especializada, y están hoy conocidos sitios de la gastronomía y el esparcimiento como el anfiteatro de la Habana Vieja, el bar Cabaña y el restaurante Iván Chef Justo, justo en la esquina de Chacón y Aguacate. También el Callejón de los Peluqueros y el reconocido proyecto Arte Corte, fundado por Gilberto “Papito” Valladares y con un importante impacto comunitario. 

Hoy con la pandemia y la caída del turismo, el barrio del Santo Ángel no muestra el trasiego y la alegría de pocos años atrás, cuando sus callejuelas y esquinas vivían una animación constante. Es otro su ritmo, otro su paisaje. Pero sus habitantes no pierden la fe y siguen con su vida a la espera de tiempos mejores. Como la propia Habana.

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