Tiempo atrás, este hombre de 32 años entrenaba lo suficiente como para convertirse en Mike Tyson, pero los golpes de la vida, más duros que los de cualquier puño, le hicieron abandonar México y retornar a Cuba.
Lino Tomasen es conocido hoy como “el hombre de hierro cubano”, alias que se ha ganado mostrándole a multitudes en la isla cómo queda intacto luego de propinarse cientos de martillazos en sus muñecas, codos y antebrazos.
“Tuve 27 combates ganados por nocaut (en México), pero me retiré porque en el último combate lastimosamente le fracturé el cráneo a un oponente y murió instantáneamente”, contó a Reuters sobre el hecho que lo sacó definitivamente del sueño de volver al ring.
“Prometí más nunca volver a pelear”, asegura luego de confesar que “me han ofrecido miles, millones de dólares para volver a entrar, porque saben el potencial que tengo y siempre he dicho que no”.
Cuenta a la agencia de noticias inglesa que el dinero que ganó en esas peleas, una suma estimada en 100 mil dólares, se lo donó a la familia del fallecido.
Siete millones de mandarriazos
Lino comenzó con cuatro años a impresionar por sus dotes. Se golpeaba con objetos que terminaba destruyendo, dijo a las cámaras del canal Opa Costa Rica.
“A los siete años me compré un martillo, y me empecé a dar martillazos”, precisa y suelta que luego a los 15 años se hizo de la mandarria que sigue utilizando para dejar boquiabiertos a los espectadores.
“Durante 15 años me he dado un promedio de siete millones de mandarriazos en todo mi cuerpo”, añade al canal de noticias costarricense.
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Ahora, narra a Reuters, se gana la vida más modestamente en las calles de La Habana y las comunidades costeras cercanas, mientras recoge propinas en una serie de espectáculos que reúnen a los transeúntes curiosos.
El “el hombre de hierro cubano”, nuestro ironman tropical, no se arrepiente de haber dejado atrás su posible carrera como boxeador profesional, está feliz de servir de inspiración a quienes se esfuerzan por romper barreras.
Para el hombre de hierro mi cariño y aprecio por su virtudes personales , sencillez y seriedad.
Tuve la dicha de ser su profesor de Automolismo dónde logró su licencia de conducir.
Lo admiro y lo respeto.
Profe Guzmán