“Aquí, el inicio fue un poco engorroso, pero ya se ha estabilizado. Pasamos mucho trabajo para tener esto limpio, para las plantaciones y las cosechas… En algún momento fueron dificultades la escasez de semilla y de materia orgánica, pero ya se solucionó. Ahora somos una unidad rentable”. Esta es la experiencia que nos cuenta Antonio Ocaña, propietario de las tierras donde ahora se encuentra El Pedregal, ya transformado.
Recuerdo que en una ocasión en que le mostraba a estudiantes chinos algunos sitios cubanos me dijeron: “¿por qué tanta tierra sin cultivar? ¡Todas se pueden aprovechar!”. En aquel momento se me ocurrió una ocurrente explicación estratégica; pero la verdad es que concordaba absolutamente con sus criterios.
Muchas de las importaciones se sustituirían con la correcta explotación de las tierras que tenemos a mano. Y no se trata solo del trabajo de las grandes compañías agrícolas, sino también de las producciones a pequeña escala. El ejemplo lo podemos encontrar en el organopónico El Pedregal, en el reparto Camilo Cienfuegos, Habana del Este que comenzó siendo una UBPC (Unidad Básica de Producción Campesina) y pasó por varias fases hasta llegar a la alternativa privada.
“Tenía un funcionamiento estatal, y después el país llevó a cabo una estrategia… Como era una unidad muy chiquita… y había muchas…además poco rentables… había que cambiar de forma. Eran unidades con tres o cuatro personas. La medida fue hacer una cooperativa que uniera a tres unidades productoras. Nos integramos a la CCS (Cooperativa de Créditos y Servicios) Ana Betancourt Agramonte y pasamos a pequeños agropecuarios.”
Esta alternativa ha permitido el desarrollo de formas agrícolas más dinámicas y sostenidas. Tienen un administrador, que es el usufructuario de las 5 hectáreas de tierra ocupadas y forman parte de una cooperativa privada, autofinanciada, con cuenta bancaria y autonomía.
El desarrollo económico y la mejora de los ingresos de los productores se ha han definido como parte de sus prioridades: “La fuerza laboral es de 8 trabajadores. El salario promedio es de 1000 CUP mensuales, todo depende de la producción y de la comercialización. A veces el salario es superior. El Pedregal ha demostrado ser rentable. En invierno todas las hortalizas se dan… en verano cambiamos el cultivo. Insertamos el quimbombó, la lechuga especial y la habichuela. Tratamos de lograr estabilidad todo el año. Mantenemos la producción de la leche y cumplimos con la cooperativa”.
Entre las limitaciones a las que se enfrentaron estaba la poca efectividad del sistema de riego y como buenos cubanos comenzaron a innovar: “Anteriormente teníamos un sistema de riego por aspersión; pero dañaba los cultivos. Nosotros modificamos las mangueras de goteo. Abrimos los orificios e instalamos los elevadores y el microaspersor para crear un sistema de micro-jet. Ese es el que da la forma de neblina que usted puede ver”.
En el limitado espacio que ocupan han perfeccionado los cultivos varios entre los que se encuentran el plátano, la guayaba, la lechuga, los frijoles, el tomate… La producción de alimento animal se garantiza teniendo en cuenta sus altos contenidos nutritivos. Así nos explica Ocaña: “Tenemos 5 vacas y 36 cabras, son pocas; pero con ellas cumplimos los planes de producción. El kingrass es una gramínea que cultivamos, alimento animal muy efectivo… y la moringa es la proteína verde. En la dieta… cuando usted las une se obtiene un buen resultado. Más tarde usamos la excreta vacuna como abono orgánico, haciendo compost y humus de lombriz, lo aplicamos a los canteros y así cumplimos el ciclo”.
Los destinos de los productos de El Pedregal son las escuelas, los hospitales y los hoteles. En la actualidad contribuyen con una pequeña parte de la sustitución de importaciones del país, pagan sus impuestos en tiempo y cuentan con un puesto de venta para la comunidad, donde se ofertan los productos más frescos. De eso hablamos cuando se dice de buscar alternativas de productividad.
Por: Dunia Torres González