A José Enrique González Calvo casi nadie lo conoce por su nombre. Sus familiares, amigos, vecinos, lo llaman Pepe, y así también se presenta a sus clientes como guía de free tour, un servicio que ofrece desde mayo de 2018.
Este joven de 24 años, quien se define como “guía autodidacta” y estudia Turismo a distancia en la Universidad de La Habana, tiene uno de los recorridos más populares de la capital cubana de cuantos se promocionan en GuruWalk, la mayor plataforma de tours de libre pago, presente en un centenar de países a lo largo del mundo.
Cuando conoció de esta modalidad a través de una amiga argentina de visita en Cuba, Pepe estaba sin trabajo. Había dejado atrás la carrera de Economía y había probado, sin suerte, otras labores, desde hacer hamburguesas hasta trabajar en un taller de photo book para las jóvenes que celebran sus 15 años. Descubrir el free tour ―un servicio en el que los viajeros no pagan de antemano ni abonan un precio fijo por el recorrido que reservan, sino que retribuyen al final del mismo al guía con la cantidad que consideran justa― le cambió la vida.
Diferente ha sido la historia de Roxana Capote Delgado, una cienfueguera que llegó al free tour como parte de una búsqueda y evolución profesional, en la que, aun cuando no ha cerrado la puerta a otros perfiles, halló en esta labor una innegable fuente de realización.
Técnico medio en Informática, graduada de Estudios Socioculturales en la Universidad de Cienfuegos, con experiencia de trabajo en galerías particulares y, recientemente, en el marketing digital, esta joven de 27 años tiene, por demás, un título de guía de la escuela de turismo de su ciudad. Pero, ante las pocas posibilidades de insertarse en una agencia estatal, optó por trabajar de manera independiente y, como en el caso de Pepe, GuruWalk fue el camino. A esta plataforma llegó hace ya dos años y a ella espera seguir vinculada cuando la pandemia permita la reactivación del turismo.
En el mundo y también en Cuba
Hasta que la COVID-19 puso el planeta en pausa, el free tour era una modalidad en franca expansión. En los últimos años han proliferado las plataformas y empresas que promocionan este servicio ―GuruWalk, por ejemplo, apenas fue fundada en España en 2017―, mientras se han multiplicado los guías que lo ofrecen y los viajeros que optan por él en lugar de los tours tradicionales. Ello, como era de esperar, ha generado polémicas sobre su validez y legalidad, así como controversias con las agencias y asociaciones de guías turísticos, que acusan a sus practicantes de intrusismo profesional y de abaratar su trabajo.
Pero el free tour parece haber llegado para quedarse. Lo respaldan hechos como que el precio no está previamente establecido, sino que depende de la valoración del cliente ―que puede, incluso, no pagar o abandonar el tour antes de que finalice si no lo satisface―, de que la reserva y la posible cancelación previa puedan ser gratuitas, de que el guía sea alguien de la localidad, que suele ofrecer una experiencia más cercana, distendida y personal en contraposición con las pautas más rígidas y los lugares comunes que caracterizan muchas veces a los servicios tradicionales. Todo ello son ases en la mano para quienes prefieren un turismo más flexible y espontáneo, que permita una zambullida más a fondo en el sitio visitado, en lugar de la visión cosmética de los paquetes turísticos.
Para los guías, por su parte, tiene también muchas ventajas. Pueden diseñar sus tours y organizar sus horarios a su propia conveniencia, con lo que resultan ser sus propios jefes, y no necesitan invertir para comenzar su labor. Basta con que se registren y publiquen su recorrido en una plataforma de esta modalidad para que puedan recibir reservas. Incluso, no necesariamente tienen que pagarles a estos sitios por mostrar sus tours, aunque las plataformas favorezcan en marketing y posicionamiento a quienes abonen una comisión por cliente. Pero, en cualquier caso, su dedicación puede ser bien retribuida, pues internacionalmente la media que paga cada cliente está entre los 10 y 15 euros ―aunque algunos ofrezcan menos y otros mucho más―, y los tours, aunque pueden tener solo unos pocos viajeros, que parece ser lo más habitual en Cuba, también pueden contar con veinte y hasta treinta de ellos. Así que el trabajo es la clave del éxito.
“El guía del free tour, como cobra según el criterio del cliente, es alguien que normalmente se esfuerza mucho por hacerlo bien”, comenta —con conocimiento de causa— Pepe a OnCuba. “Además, es alguien abierto y asequible, que habla desde su experiencia y no a partir de un guion o las pautas establecidas por una empresa, que explica y aconseja a los clientes desde sus vivencias y conocimientos de lo local, y por eso esta es una modalidad que tiene muy buena acogida por los viajeros y cada vez son más los sitios que apuestan por ella.”
No es de extrañar entonces que, motivados por esta expansión y por el boom turístico que vivió la Isla tras el deshielo con los Estados Unidos en el segundo mandato de Barack Obama y hasta los primeros años de la Administración Trump, los guías de free tour también comenzaran a popularizarse en Cuba. La elevada demanda de este y otros servicios propios de la llamada industria sin chimeneas, en momentos en que el país recibía un creciente número de vuelos y cruceros, y aspiraba a llegar a los 5 millones de visitantes internacionales, hizo a muchos interesarse sobre el tema y crear sus propios recorridos en plataformas como GuruWalk, Civitatis y Strawberry Tours.
“Empecé a documentarme, a buscar opciones en internet y así encontré GuruWalk, que solo pedía los datos del guía, que ellos llaman gurú, la descripción del tour que uno pensaba presentar, y solo debía publicarlo en la plataforma, sin necesidad de contar con una tarjeta Visa o MasterCard, algo que sí exigían otros sitios y que para uno acá en Cuba es complicado”, cuenta Pepe.
Para presentar “algo diferente” a los free tours que ya existían en La Habana, el joven eligió a la Revolución Cubana como tema. Su idea, dice, es centrarse “objetivamente en la historia”, en un recorrido que va desde las luchas por la independencia del siglo XIX hasta la actualidad, pasando por el período republicano y su movimiento revolucionario, lo sucedido luego de 1959, la influencia de la Unión Soviética y su caída, y los cambios experimentados en la Isla en las últimas décadas. En su explicación busca siempre ir a los hechos y evitar los debates políticos, “aunque a veces es inevitable”, reconoce.
Durante su tour, que dura unas dos horas y media, en lugar de visitar las pintorescas plazas y monumentales edificios coloniales de la Habana Vieja, lleva a sus clientes ―walkers, según la nomenclatura de GuruWalk― a otros entornos habaneros: el Parque 13 de marzo, el Memorial Granma, el Museo de la Revolución, el Paseo del Prado, el Capitolio. E, incluso, “les enseño una libreta de abastecimiento, un recibo de la electricidad, del agua, pasamos por una farmacia, es decir, les muestro cómo es Cuba”, detalla Pepe, quien ofrece su tour solamente en español pues, aunque conoce el inglés, prefiere “no hablar de temas complejos en un idioma que no es el mío porque se me van a quedar cosas por decir o puede haber malas interpretaciones”.
“Al principio ―recuerda―, tuve pocas reservas porque no tenía casi visibilidad, pero en la medida en que uno va haciendo sus recorridos y va ganando en comentarios positivos, más personas ven tu tour y llegan más reservas. Cuando empezaba tenía dos tours a la semana, luego tres, y así fui avanzando.”
“Hasta febrero y marzo de 2020, que fue la última vez que trabajé con sistematicidad antes de la pandemia, estuve prácticamente a full de lunes a lunes en los dos horarios en que hago el tour: a las 10:30 am y a las 5:30 pm. Incluso, hasta tuve que parar porque una vez perdí la voz. Tenía buena demanda porque fui ganando en visibilidad y credibilidad dentro de la plataforma, en un rating que ella tiene, y eso me permitió contar con más reservas”, añade el joven, cuyo recorrido tiene la máxima calificación y más de 400 opiniones en el sitio.
Roxana, por su parte, se acercó al free tour para poder desarrollarse como guía y ha tenido siempre a GuruWalk como su plataforma base, dice a OnCuba. Su propuesta es un city tour de 2 horas y media aproximadamente, en español y en inglés, al que llamó “Cienfuegos: cultura y alma”. En él, explica, aprovecha los conocimientos sobre la historia y la cultura cienfuegueras aprendidos en sus estudios universitarios, para “mostrar cómo la última ciudad fundada por colonos en Cuba se ha mantenido y ha evolucionado a lo largo de 200 años, cómo se ha conservado su arquitectura y se han desarrollado sus manifestaciones artísticas y culturales, y cómo los cienfuegueros han sabido conservar sus tradiciones”.
Inicia su recorrido junto a la ya célebre escultura en bronce de Benny Moré, situada en el Prado cienfueguero, y realiza su ruta de forma sui generis, en retrospectiva: viaja con sus clientes desde la actualidad hacia la fundación de la villa, a finales de la segunda década del siglo XIX, siguiendo la estructura citadina, mostrando sus principales edificios y lugares hasta llegar al punto exacto en que la ciudad se fundó.
“Claro que en el tour pueden surgir otros temas, dudas, preguntas sobre la actualidad o la historia de Cuba, como parte del intercambio con los clientes que propicia este trabajo ―acota―, y una tiene que estar preparada para hablar también de esos temas. Un buen guía tiene que estar listo para cualquier pregunta y para dar siempre la mejor explicación.”
Y entonces llegó el coronavirus
La pandemia de la COVID-19 ha sido también una plaga para el turismo a nivel mundial y, de manera específica, para los guías de free tour cubanos. Roxana, por ejemplo, dio su último recorrido hace ya un año, en marzo de 2020, poco antes de que las autoridades de la Isla cerraran las fronteras y paralizaran la actividad turística, aun a sabiendas del alto costo de esa decisión para la economía del país y para los bolsillos de quienes, como la joven cienfueguera, trabajaban en ese sector. Entonces, su tour “Cienfuegos: cultura y alma” mostraba una veintena de comentarios y valoraciones positivas en GuruWalk, los mismos que exhibe hoy, 12 meses después.
“He estado todo un año sin poder trabajar, así que la pandemia me ha afectado mucho”, asegura. “Cuando mejoró la situación y pasamos a la nueva normalidad, en Cienfuegos no tuvimos muchos turistas. Había algunos por la calle, pero generalmente solos y con muchas medidas de seguridad para evitar contagiarse, así que ni yo ni otros guías de la ciudad tuvimos recorridos de free tour y seguimos sin trabajo, esperando que se pudieran restablecer las cosas, y más bien empeoraron con el rebrote”.
Pepe, por su parte, también reconoce que durante la pandemia le ha ido “fatal”. “El último tour que tuve antes de que se cerrara el turismo fue el 20 de marzo de 2020. Desde entonces, prácticamente he vivido de los ahorros”, comenta, aunque, no esconde que, a diferencia de Roxana, sí tuvo unos pocos recorridos entre finales del pasado año e inicios del actual, cuando la apertura de las fronteras hizo desembarcar a algunos visitantes, muchos menos de los habituales, en la capital cubana. “No fue mucho, pero al menos fue algo ―acota―. Hice el mismo tour que hago siempre, con el mismo contenido, pero con medidas de seguridad, con mascarilla, con distanciamiento físico, cuidando mi salud y la de los viajeros”.
En medio del parón obligatorio por el coronavirus, ambos jóvenes no se cruzaron de brazos e intentaron explotar alternativas en el entorno digital. Pero limitaciones tecnológicas y de conectividad, tanto por las condiciones externas como internas del país, nos les dieron muchas posibilidades como guías en esta dirección.
“Hicimos una comunidad para tours online con otros guías de Cuba y fuera de Cuba, en la que compartíamos información, hacíamos como tours participativos, y le brindábamos información a muchos usuarios a través de internet, desde donde podían interactuar con nosotros, hacernos preguntas y los guías respondíamos ―cuenta Roxana―. Pero era algo por nuestra cuenta, sin remuneración económica, que hacíamos para mantenernos vinculados a nuestro trabajo. Luego la situación de la pandemia se alargó, y ya no pude seguir con la misma frecuencia, porque, al no estar generando ingresos, se me iban los ahorros en internet y también mi tiempo, y preferí explorar nuevas opciones”.
La joven se encaminó entonces hacia el marketing digital, un perfil profesional al que estima “muchas perspectivas, porque las personas están apostando mucho más por él ahora que en Cuba existen mejores posibilidades de conectividad”. No obstante, no ha colgado los guantes como guía de free tour y espera reincorporarse a esta labor cuando la COVID-19 pueda ser derrotada y “todo sea mucho mejor, haya seguridad para los viajes, y regrese el turismo que en algún momento tuvimos”.
Pepe, mientras tanto, también ha preferido ver el vaso medio lleno.
“Profesionalmente hablando, creo que la pandemia me ha limitado desde el punto de vista económico, pero me ha permitido estudiar, aprender un poco más, investigar un poco más. Me he podido conectar con otros guías, he hecho otras alianzas, he conocido más experiencias, entonces, digamos que no todo ha sido malo. Este stop he tratado de aprovecharlo para conocer un poco más y prepararme mejor para cuando esta situación pase y pueda volver a trabajar”, afirma.
Pero el coronavirus y el freno que el mismo ha supuesto para la actividad turística no es la única dificultad que han tenido que enfrentar los guías de free tour cubanos. El actual escenario socioeconómico del país, marcado por el embargo de los Estados Unidos y las recientes reformas implementadas por el gobierno de la Isla, entraña también otros desafíos para su labor, a los que le proponemos acercarnos en una segunda parte de este trabajo. Sobre ellos, nos comentarán nuestros protagonistas con el aval que ofrece la experiencia.
Muy buen artículo, donde realmente se expresa la actividad de un guía de turismo en nuestro país. Somos personas preparadas y capacitadas para realizar está actividad de forma privada. Esperemos que a nivel de gobierno se realize un análisis lógico de la actividad y no lo expresado en la mesa redonda. Hay que dejar estereotipos antiguos, de otra forma el país nunca va avanzar, hay que empezar a ser parte del mundo.