En este 2012, Año Internacional de las Cooperativas declarado por Naciones Unidas, Cuba ha anunciado de qué modo piensa aupar y extender -experimentalmente en sus inicios- esta forma de propiedad hasta ahora solo reconocida en el sector campesino, y que al ser de esencia más socializada, tendrá preferencia entre las formas no estatales de gestión, según han anunciado voces oficiales.
De acuerdo con la información brindada en la recién concluida sesión de trabajo del Parlamento cubano, varios son los sectores de la producción y los servicios escogidos para aplicar esta iniciativa, con un mayor peso en lo referido a la comercialización de productos agropecuarios, donde durante años varias fórmulas estatales han intentado dar con la ecuación del éxito, enfatizando en la protección de precios, y no lo han logrado.
También se abren oportunidades en espacios de la gastronomía que hasta hoy administra el Estado, tras comprobar que la mayoría de las personas eligen la receta “cuentapropista” porque, aunque tengan que pagar más, sienten mayores garantías de calidad y variedad.
Otras actividades más especializadas, como la de ornitología, pesca o camaronicultura, se han mencionado dentro de la lista que integrará las primeras cooperativas experimentales, cuyo número ronda las 220.
Reconocidas mundialmente como “formas de la economía solidaria”, la conformación de las primeras arrancará antes de que termine el año, e irá sumando otras, paulatinamente.
COOPERATIVIZACIÓN A LA CUBANA
Muchos de los pequeños negocios familiares inaugurados a partir de la ampliación y flexibilización del trabajo por cuenta propia a finales del 2010, asombran por el auge adquirido en poco tiempo, y por los medios y recursos puestos a disposición de la actividad.
Si bien la política crediticia del país dirigida a apoyar esta opción de empleo juega algún papel, debe reconocerse que no se puso en práctica hasta casi un año después de entrar en vigor las nuevas normas sobre el cuentapropismo, lo cual evidencia el peso de los ahorros personales (la mayoría fruto de remesas), en la conformación del capital inicial para tales emprendimientos.
Como en el caso de las cooperativas se tratará de una propiedad colectiva, se ha tenido en cuenta que muchos cubanos no disponen de bienes o financiamiento para ser socializados en pos de un proyecto común. Estas estructuras, por tanto, podrán crearse a partir de los conocimientos y fuerza de trabajo que puedan aportar los socios, y mediante el arriendo de inmuebles al Estado (e incluso de implementos que puedan precisar).
Tal particularidad del desarrollo cooperativo cubano no agropecuario ha sido identificada como una fortaleza, pues asegurará que las utilidades se distribuyan en función del trabajo realizado por cada cual, y no de los recursos cedidos por una parte minoritaria de los asociados.
En caso de que, en principio, algún miembro aporte determinado capital o recurso imprescindible, de valor considerable, este le será devuelto por los miembros de la cooperativa, en los plazos y montos que todos determinen.
En materia de impuestos, en la recién aprobada nueva ley tributaria, que entrará en vigor el próximo año, también se ha anunciado que serán beneficiadas estas formas de propiedad colectiva.
A muchos les preocupa el acceso a determinados recursos y materias primas, dada la ausencia en el país de un mercado de aprovisionamiento mayorista. Según informaron medios oficiales al respecto, para el aseguramiento de las poco más de 200 cooperativas experimentales anunciadas “en el Plan de la economía del 2013 se prevén 100 millones de dólares.”
Acostumbrados a hablar de cooperativas “sin apellidos”, pues hasta el momento se trataba de una fórmula circunscrita al sector agropecuario (con ligeras diferenciaciones entre CPA, CCS y UBPC), muchos cubanos tendrán en breve la oportunidad de participar de proyectos donde ideas, esfuerzos y resultados sean equitativamente compartidos entre miembros diversos con un fin similar: despertar las ganas aletargadas de crecer en calidad y variedad de bienes y servicios.