Cuba albergó la reserva de monos cautivos más grande del mundo durante la primera mitad del siglo XX gracias a la filántropa Rosalía Abreu (1862-1930), cuya colección de primates derivó en el estudio antropológico más importante realizado hasta entonces y le costó a ella el sambenito de “excéntrica”.
Abreu, una Jane Goodall cubana cuya historia es poco conocida fuera de la Isla, llegó a tener bajo su cuidado a más de 200 primates de 40 especies y otros animales traídos de diferentes latitudes como loros, papagayos, pavos reales, un tigre y un oso pardo, explicó a Efe la experta Tania Barquín.
La acaudalada burguesa levantó su zoológico particular, el primero del que se tiene registro en Cuba, en su “chateau” Las Delicias, de unas 4.3 hectáreas ubicado en el actual municipio habanero El Cerro, cuenta Barquín al guiar el recorrido por el lugar.
El castillo ecléctico, herencia de sus padres, fue rediseñado por el arquitecto francés Charles B. Brun en 1906, un lustro después de que un incendio lo arrasara. Para la renovación se usó por primera vez en Cuba el hormigón armado, una técnica constructiva de moda en el vecino EE.UU.
El “excéntrico” aporte de Rosalía
El amor por los animales de Rosalía, hermana de la independentista Marta Abreu, impulsó durante varios años el estudio del comportamiento de los monos.
A los que mostraban signos de inteligencia los trataba como humanos: vivían dentro de la casa, usaban ropas y formaban parte de la servidumbre, describe, a su vez, el escritor cubano Ramón Fernández-Larrea en su emisora en línea Memorias de La Habana.
En el capítulo dedicado a Rosalía Abreu, consultado por Efe, este narra que la gente comenzó a llamar a las Delicias como “Finca de los monos” en tono de burla por la cantidad de primates que había.
La investigadora formó tres generaciones de simios y muchos de sus monos la entendían cuando hablaba o respondían a expresiones de cariño, según recoge Memorias de La Habana.
Sin embargo, lo más notable fue lograr en 1915 el nacimiento del primer chimpancé en cautiverio en el mundo: Anomá.
Expertos de Cuba y el mundo venían a conocer de primera mano la “excentricidad” de la cubana, entre ellos el estadounidense Robert Yerkes, pionero en el estudio del comportamiento social de los primates.
Fue Yerkes, de la prestigiosa Universidad de Yale, quien en 1924 aseguró que Rosalía Abreu había realizado el “experimento antropológico más grande jamás realizado”.
Impresionado por esos avances, el profesor estadounidense publicó en 1925 el libro Almost Human dedicado a Rosalía Abreu, y creó el laboratorio de Biología de Primates de la Universidad de Yale, así como el Centro de Cría y Experimentación de Antropoides en Florida, EE.UU.
Una adelantada a su tiempo
Rosalía Abreu nació el 15 de enero de 1862 en el territorio que hoy ocupa la provincia de Villa Clara, ubicada en el centro de Cuba. Estudió en EE.UU. como era costumbre por entonces para casi todos los cubanos provenientes de familias ricas, se casó en Francia con un médico cubano y regresó a su país en 1899.
A su retorno se instaló en Las Delicias, donde trabajó en sus investigaciones y desarrolló su enorme colección de animales.
Apoyó con su familia la lucha por la independencia de España durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878), y donó grandes sumas de dinero a la construcción de hospitales, conventos y orfanatos, entre otras obras sociales.
Fue también una de las primeras mujeres que voló en un avión en Cuba, destaca Fernández-Larrea.
Cuando murió en 1930, 12 años después del fin de la pandemia de la gripe española, su colección pasó, cumpliendo su voluntad, al Carnegie Institute, una organización sin ánimo de lucro creada en 1902 en EE.UU.
Moderno palacio tecnológico
La Finca de los Monos conserva actualmente su construcción original aunque con algunos rasgos de modernidad que atentan contra su historia.
Hoy es un “palacio tecnológico” que forma parte del proyecto de la empresa estatal cubana de Informática y Medios Audiovisuales Cinesoft y fue renovado hace dos años por el aniversario 500 de La Habana, explicó a Efe la guía del lugar.
Aunque está cerrado al público por la pandemia de la COVID-19, sus 101 trabajadores realizan labores de mantenimiento del espacioso lugar que incluye jardines, salas destinadas a los juegos electrónicos, restaurantes, y otras instalaciones.
Laura Becquer/Efe