La Muralla de La Habana fue, en su momento, una construcción imponente; un muro de casi cinco kilómetros de extensión y una altura que rondaba los siete metros, mientras su espesor era de cerca de metro y medio. Con estas dimensiones marcó la vida de la capital cubana durante el período colonial y todavía hoy sus vestigios salpican el paisaje del centro histórico habanero.
La Muralla comenzó a construirse en la década de 1670, bajo la dirección del ingeniero militar Juan Císcara, y se concluyó sobre 1740, aunque la idea de su edificación venía de mucho antes, de los albores del siglo XVII. Con ella se buscaba proteger la otrora villa de san Cristóbal, una de las joyas de la corona española en el continente americano, vulnerable ante los ataques de potencias extranjeras, y también de los temidos piratas.
Su construcción no fue un proceso continuo, y se realizó tanto en el llamado tramo de tierra como en el de mar. Algunos especialistas, incluso, plantean que el proceso en realidad finalizó en 1797, cuando se hacieron algunos fosos integrados a su perímetro.
Tuvo, además, hasta nueve puertas activas para el acceso desde el exterior —que se interrumpía en la noche y se reanudaba al amanecer—, y llegó a tener una dotación de más de 3 mil hombres y un armamento de 180 piezas.
En cualquier caso, la Muralla supuso la división de La Habana en dos ciudades, una de intramuros, la primigenia y oficial, y otra de extramuros, que fue creciendo hasta hacer inútil aquel muro que, en realidad, nunca demostró su valía frente a un asedio o asalto enemigo.
Fue así que en 1863 comenzó su demolición, que se extendería por varias décadas y que no llegaría a eliminarla por completo. Gracias a ello, sus restos pueden observarse todavía en la Habana Vieja, lo mismo en las cercanías del antiguo Palacio Presidencial —hoy Museo de la Revolución— que en las de la Estación Central de Ferrocarriles. E, incluso, más allá de esos predios.
Sí, porque desde hace años la Oficina del Historiador de La Habana realiza excavaciones arqueológicas que han dejado al descubierto otras partes del antiguo muro, en particular de su tramo marítimo, en zonas como las de la Maestranza, la Batería de San Francisco Javier y, más recientemente, en las cercanías del Castillo de la Real Fuerza.
Estos trabajos han continuado como parte de las labores por los 500 años de la fundación de la villa e, incluso, en medio de la pandemia de coronavirus y con las complejidades que supone la cercanía del mar. Así, la Muralla que una vez delimitó la capital cubana emerge nuevamente de las entrañas de la ciudad, dejando al descubierto una memoria que el paso de los siglos no ha podido deshacer.
Quisiera saber que se hizo del resto de las piedras de la muralla y si estás se utilizaron en algunas otras construcciones importantes ??? Gracias.