Majana, la playa que ya no tiene Artemisa

Foto: Yondainer Gutiérrez

Foto: Yondainer Gutiérrez

De Mariel, en la costa norte, hasta Majana, al sur, los soldados españoles trazaron una trocha que quiso impedir el paso de los independentistas por la parte más estrecha de la Isla de Cuba, allá por los finales del siglo XIX.

En Majana, por la década de 1950, encontraron su salida al mar los habitantes de Artemisa, un poblado con gente lo suficientemente emprendedora como para organizarse y hacer de aquel lugar su balneario propio, para divertirse sin tener que viajar mucho en tiempos de playas.

Allí, a 15 kilómetros de la ciudad con nombre de diosa griega, todavía queda el Dique Sur, un estero con más de 50 lanchas de pescadores, aguas y fango medicinales que —según los pobladores más viejos— atraían cada año a cientos de visitantes.

“En los años setenta, lo que ves aquí era un pueblecito que tenía de todo”, recuerda Caridad  Ceruto Torres, una de las pocas personas que lleva casi 40 años ininterrumpidos habitando Majana. Llegó en 1978, y desde entonces permanece inerte ante las salidas de otros, ante la furia del mar en huracán, ante el derrumbe, ante el abandono…

“Cuando yo vine para acá había una escuela primaria donde estudiaban casi 50 niños hijos de familias que habitaban la playa, un círculo social, la tienda mixta, dos restaurantes, una bodega, y una posta médica”, detalla.

“Con la llegada del Período Especial, las personas se fueron yendo. La escuela cerró. Desaparecieron la bodega y el círculo social. En los últimos tiempos ya no venía transporte alguno de Artemisa. Yo, por ejemplo, hoy tengo que caminar ocho kilómetros hasta Las Mangas para poder recoger mis mandados del mes”, sigue contando.

Para Caridad lo que ha pasado allí no es fortuito: “Se puede decir que los pobladores fuimos obligados a salir de aquí. Las condiciones de supervivencia cada vez eran peores, y con el paso del huracán Charlie en el 2002 y luego el Gustav en 2008, Majana quedó totalmente destruida”.

Foto: Yondainer Gutiérrez
Foto: Yondainer Gutiérrez

En el estero de Majana flotan exactamente 58 embarcaciones particulares y siete botes de la Federación Cubana de Pesca Deportiva. Los dueños de estas lanchas también son propietarios de casas de descanso allí.

Luego de los huracanes Gustav e Ike, en el año 2008, y la destrucción casi total de sus viviendas, varios asentamientos ubicados en la zona sur de la antigua provincia de La Habana (entre ellos Majana) comenzaron a correr otra suerte. Estudios de vulnerabilidad y riesgo encargados por la Defensa Civil determinaron que allí se repetirían esos desastres como resultado de las afectaciones crecientes del cambio climático y de estar enclavados en zonas que dañan al ecosistema costero.

En los debates de la Quinta Convención Internacional Trópico -2016, efectuada en La Habana del 30 de mayo al 3 de junio de 2016, expertos cubanos confirmaron que como consecuencia de los efectos del cambio climático, el nivel del mar en la Isla se ha elevado en 6,77 centímetros. Majana, en efecto, corre mucho peligro de continuar esta tendencia.

“Hace aproximadamente tres años, yo me reuní con el jefe de Planificación Física de Artemisa, quien me informó que en Majana no podían reconstruir viviendas porque sería un hecho ilegal”. Pedro Perdomo, presidente de la filial local de la Federación de Pesca Deportiva, ha ido hasta donde ha podido ir. “Me dijeron que como las construcciones aquí no estaban alejadas como mínimo unos 300 metros de la franja costera, ocasionaban daños a la duna y a los ecosistemas”, recuerda Perdomo.

“A pesar de las condiciones de este sitio, todos los años vienen personas. Todavía hay quien busca el fango de la playa por su valor terapéutico. Se hacen curas frotándolo en la piel y dejándolo secar durante un rato”, dice sorprendida Caridad, y agrega que “cuando nadie lo esperaba, mucho menos el gobierno de Artemisa, los propietarios de viviendas volvieron a repoblar Majana. Luego del ciclón, ellos reconstruyeron sus casas en un tiempo muy breve.”

Juan Antonio Kairús es de los que no quiere creer en los vaticinios de la ciencia. Foto: Yondainer Gutiérrez
Juan Antonio Kairús es de los que no quiere creer en los vaticinios de la ciencia. Foto: Yondainer Gutiérrez

Con la nueva división político-administrativa del país en el 2011, que dio identidad a la provincia de Artemisa, aparecieron también nuevas regulaciones urbano-territoriales para la región.

El licenciado en Derecho Gianni Vera Martínez toma en sus manos un nuevo decreto, que en su artículo 226 indica que en las zonas costeras y áreas de protección que por cualquier razón se desocupen no se permitirá la construcción o ubicación de nuevas instalaciones permanentes, excepto en los casos justificados por utilidad pública o interés social.

“El artículo 227 específica que en las playas de ambas costas norte y sur de la provincia Artemisa se prohíbe la construcción de viviendas y la ampliación de las existentes”, detalla Vera.

En la Oficina de Atención a la Población de Planificación Física del municipio de Artemisa, están al tanto de la reconstrucción de las viviendas. Al decir de los especialistas, las propiedades de Majana datan de inicios de la década del cincuenta del siglo pasado, por lo que, según señalan, “hoy mismo nadie sabe lo que puede pasar en la playa. Los dueños reconstruyen lo que se va deteriorando de sus propiedades totalmente legales y reconocidas, conscientes de que los especialistas del CITMA de la provincia han alertado acerca del riesgo que corren al enclavar allí sus casas de descanso”.

Juan Antonio Kairús González es de los que no quiere creer en los vaticinios de la ciencia. “Quien ve esto ahora y lo compara con su época de esplendor sufre mucho. ¡¿Llenante?!… Pregunte a todos esos pescadores cómo se vive un llenante aquí. Por seguridad salimos, y cuando el mar vuelve a su lugar pues nosotros también.

“La solución de los gobiernos siempre fue quitar. Como este es un sitio muy aislado, al despojarnos de la bodega, de las tiendas y quitarnos las posibilidades de supervivencia, nos obligaron a marcharnos. El último ejemplo es el puente del Canal, que se cayó por los años noventa; y jamás le importó al gobierno del municipio. Lo que tiene hoy son unas vigas superpuestas entre las calles, y eso es una amenaza pública para todo el que pase en vehículos pesados”.

Hace poco llegó hasta Majana una brigada de hombres en un camión. A las siete de la mañana comenzaron a desmantelar lo que quedaba de las instalaciones estatales. Dijeron pertenecer a la dirección de Comercio municipal. Caridad salió a hacerles frente, pero los del camión venían con la orden de demoler el bar y las sombrillitas del balneario… y así lo hicieron.

Foto: Yondainer Gutiérrez
Foto: Yondainer Gutiérrez

De la suerte de Majana poco se habla en Artemisa. Lo que puede pasar o no depende de la naturaleza o de decisiones más drásticas que impidan a los pescadores tener allí sus embarcaciones, y sus casas.

Mientras, siguen llegando personas a curarse con el fango medicinal y sus aguas. La carretera, ahora terraplén, permite al visitante apreciar un paisaje casi ausente de vida humana, que con cierta tristeza decadente, no deja de ser encantador.

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