La carencia de medicamentos es probablemente el asunto más delicado que enfrenta Cuba hoy. Resultado ya de la acumulación de más de un lustro de inestabilidad en la producción y dificultades con la importación, la escasez llegó a su punto crítico en el difícil año 2021. Pero la situación no se revierte todavía.
En realidad, como lo reconoció en su más reciente intervención televisiva en el programa Mesa Redonda del 14 de septiembre, el presidente del Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica BioCubaFarma, Dr. C. Eduardo Martínez Díaz, la falta de “los recursos para producir toda la gama de medicamentos con el fin de garantizar el cuadro básico es una situación que se ha agudizado en el 2022. Los niveles de falta son superiores a los del año 2021”.
Ni causas ni ausencias nuevas: ¿Qué le pasa, atleta?
La producción nacional de fármacos nunca ha cubierto todo el cuadro básico. La disponibilidad de estos productos vitales en Cuba depende de la producción nacional y la importación. Y para ambas se requiere financiamiento. En el primer caso, para poder adquirir todas las materias primas e insumos. En el segundo, para costear los que se compran en su forma acabada porque no se producen en la isla.
Para tener una idea: en Cuba, en términos de medicamentos y vacunas, el cuadro básico está integrado por 627 fármacos e inmunógenos en general, de los cuales el 60% (359) son suministrados por BioCubaFarma. El resto es importado de forma terminada por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
Y en lo que a producción doméstica concierne, los medicamentos genéricos del cuadro básico, tienen entre cinco y 20 componentes en su formulación. Y en cada formulación intervienen como mínimo siete materias primas. “La mayor parte de estas materias primas no se prefabrican en Cuba, prácticamente todas se importan”, según declaró la Ms. C. Tania Urquiza Rodríguez, vicepresidenta de BioCubaFarma.
En pocas palabras, el financiamiento lo define todo. Tanto que se le concede el lugar primordial entre las causa de la inestabilidad. Pero no solo de la actual, sino de la que ha registrado la isla durante años y que se ha agravado de manera sustancial en el contexto de crisis que atraviesa el país.
La realidad es que por más de un lustro la Industria Farmacéutica cubana ha presentado dificultades en el abastecimiento al sistema de salud, con las consiguientes ausencias y bajas coberturas de fármacos en la red de farmacias de la isla.
Desde su creación en 2012, BioCubaFarma registró los niveles más bajos de faltas (19) solo en el año 2015. Pero en los años siguientes la tendencia ha sido al incremento del déficit.
Fue 2016, como quizás algunos recuerden todavía, el momento más crítico en términos de carencias de medicamentos que ha precedido a la escasez actual. En ese año, los problemas financieros causaron la ausencia de 100 fármacos.
Según explicó entonces a Granma, Rita María García Almaguer, directora de Operaciones de BioCubaFarma, la causa principal ya radicaba en “la falta de financiamiento oportuno para pagar a los proveedores, con los cuales se negocia la adquisición de las materias primas, materiales de envases, e insumos”.
Todavía a fines de 2017 se sentían los embates en la industria nacional. En ambos años se registró un “paro de plantas (…) al no disponerse de los recursos a tiempo”, según reconoció la directiva.
Aunque en 2018 se logró reducir a 38 el número de faltas, otra vez en 2019, estas superaron las 80, que incluyeron 16 fármacos de tarjetas controladas.
Con la llegada de la pandemia en 2020, el enfrentamiento al incremento de contagios en el país tensó todas las cuerdas. “El 50% de los recursos financieros y materiales se utilizaron para producir medicamentos del protocolo para la COVID-19, y para el desarrollo y producción de las vacunas”, de acuerdo con el presidente del Grupo.
Dedicar la mitad del presupuesto a los medicamentos para el control de la pandemia, se tradujo en que “solo se dispuso del 50 % del financiamiento que se necesitaba para adquirir las materias primas de los medicamentos del cuadro básico”, según Martínez Díaz.
En términos prácticos, con solo la mitad del dinero planificado no se pudieron producir las cantidades demandadas por los cubanos.
Y de tal forma, la falta de medicamentos producidos por BioCubaFarma tuvo en el terrible año 2021 un promedio mensual de 121, de los 369 que este debía garantizar al cuadro básico.
En enero de 2022, la situación no fue más favorable. El déficit se situó en 136. La medida del impacto de esta carencia puede evaluarse al comparar cuán superiores son las faltas con respecto a las de 2016, cuando se pensó que se vivía el peor momento de la escasez de medicinas en el país.
El hecho es que Cuba desde la crisis de medicamentos de 2016 ha mantenido dificultades más o menos acentuadas con el financiamiento para importar materias primas.
Y sin pagar las deudas contraídas no se logra la estabilidad del suministro. Los proveedores comienzan a declinar, demoran las entregas, modifican las formas de pago, elevan los precios, o en el peor de los casos retiran la oferta de las materias primas y materiales de envases necesarios para el proceso productivo.
Por su parte, las inversiones en medicamentos terminados en 2020 y 2021 evidenciaron una tendencia al decrecimiento con respecto a años previos. Mientras en estos dos años el país invirtió alrededor de 85 y 89 millones de dólares respectivamente, entre 2017 y 2019 superó los 100 millones.
Desde luego, la crisis económica que sobrelleva el país ha impuesto los recortes. Como resultado, no solo se han producido menos medicamentos en la isla, sino que se han comprado menos en el exterior.
Viejos y nuevos males: Porque es muy duro pasar…
La escasez de medicamentos tiene un peso social importante. Porque aun en un contexto donde muchos prescinden de productos de primera necesidad, incluso esenciales, si no pueden costearlos; los fármacos que se requieren para evitar un quebranto de la salud o aliviar síntomas que dificultan la vida normal siguen siendo imprescindibles.
Por ello, entre los motivos que impulsaron a los residentes de la isla a protestar en las calles el 11 de julio de 2021, se contó como uno de los principales la carencia sostenida de medicinas, tanto intrahospitalarias como en la red de farmacias del país.
En realidad una carencia tan aguda no resulta fácil de paliar. Es cierto que ha sido positiva y largamente demandada la decisión gubernamental de admitir la importación de medicinas al país por personas naturales en equipaje acompañado en número ilimitado y libre de impuestos, al menos con carácter temporal.
La decisión que llegó pocos días después de los acontecimientos sociales de julio de 2021, y como respuesta directa a los mismos, ha permitido que por esa vía se ingresen a la isla fármacos que terminan siempre en manos de alguien que los necesita.
Aunque, como suele ocurrir en los escenarios de crisis, para llegar a manos necesitadas muchas veces se impone una transacción comercial, en tanto no ha podido impedirse que se hayan sumado estos productos vitales a las ventas del mercado informal. La alta demanda y la bajísima oferta, incentivan las importaciones con el fin único de revender las medicinas a precios muy superiores a los estatales.
Pero, en la práctica, los precios estatales son casi un referente simbólico. En tanto, los medicamentos de alta demanda no se hallan en existencia en las farmacias o quienes los necesitan no alcanzan a comprar cuando los establecimientos son abastecidos.
Pues el funcionamiento de los servicios farmacéuticos es la otra cara de esta moneda. Como mismo acumula años la falta de medicamentos, los acumulan también las deficiencias e ilegalidades de estos servicios, los hechos de corrupción han sido reconocidos por las autoridades del sector, incluso en tiempos menos complejos que los actuales.
En 2017, año en que se registró escasez, la licenciada Mailín Beltrán Delgado, jefa del Departamento de Servicios Farmacéuticos del Minsap, declaró que un control ministerial a las 2148 farmacias comunitarias del país evidenció entre otras insuficiencias, la falta de control y fiscalización y la identificación de actos penados como la venta ilícita de medicamentos, el uso indebido de recetas médicas y cuños oficiales.
Mientras, al cierre de 2021 y hasta julio de 2022, la comprobación a empresas de farmacias y ópticas evidenció el deterioro de sus indicadores económicos, con pérdidas y acumulación de cuentas vencidas por cobrar y por pagar a proveedores, inestabilidad financiera, entidades descapitalizadas que acceden al crédito bancario y alta probabilidad de violaciones al sistema de control interno implementado en farmacias.
Ni durante el Período Especial en la década de los 90 escasearon los fármacos como en estos últimos años. Elemento que lleva a muchos de los que vivieron aquella etapa a definir la actual crisis como más difícil de sobrellevar.
En esencia, para los cubanos el temor a enfermar o tener que sobrevivir con un padecimiento crónico es lo más parecido a lo que describía la pegajosa canción del dominicano Juan Luis Guerra como el Niágara en bicicleta; con la enorme diferencia de que al ritmo de la falta de medicamentos en la isla hoy, nadie siente deseos de bailar.