A fines de 2017, en el contexto de los llamados “ataques sónicos”, la administración Trump decidió retirar al 60 % de su personal diplomático en la Embajada de La Habana, reducir/descontinuar los servicios consulares y, de hecho, suspender los acuerdos migratorios.
Uno de los efectos de la movida consistió en cambiar de sede las entrevistas a los inmigrantes. Primero fue la Embajada de Estados Unidos en Bogotá, pero a partir de 1 de abril de 2018 seleccionaron como sitio principal a la Embajada en Guyana, país al que los nacionales pueden ingresar sin visas, lo cual traería aparejado un conjunto de afectaciones y problemas, tanto para ellos mismos como para sus familiares en Estados Unidos.
Nuestra entrevistada tuvo la experiencia guyanesa por partida doble: primero como emigrante y después por haber reclamado, junto a su esposo, a un hijo menor de edad.
Esta es la narración que nos hizo para OnCuba.
Reservando el pasaje Habana-Guyana
Yo me casé hace cinco años con mi esposo, que es ciudadano estadounidense, y para poder vivir en este país tuve que pasar por la experiencia de ir a Guyana. Hace tres años que vivo en Tampa. Pero esta vez él y yo tuvimos que regresar a Guyana porque recibimos un email con la fecha de la entrevista de mi hijo de 17 años, a quien habíamos reclamado de Cuba.
Desde el principio hubo problemas. El primero fue conseguir un pasaje para llevarlo de La Habana a Guyana, de manera que pudiera presentarse a la entrevista en la fecha que le habían programado. Nos volvimos locos buscándolo, pero no había, o, mejor dicho, los que había eran muy caros. De entrada, le compramos el tramo Habana-Panamá por Copa Airlines, pero una vez hecha la reservación hubo que cancelarla debido a que, como recordarás, Panamá puso como condición la famosa visa de tránsito para los cubanos.
Esto nos afectó directamente, porque la Embajada de Panamá en Miramar estaba entonces “en candela” y no era nada fácil conseguir una cita para que te recibieran. Incluso tratamos de resolverle la cita desde el Consulado de aquí de Tampa, fuimos, pero en vano: no pudimos lograrlo. Había que hacerlo entonces en La Habana obligatoriamente. Ese pasaje Habana-Panamá nos costó 1.800 dólares. Lo tuvimos que cancelar por esa razón.
Las alternativas
Empezamos entonces a buscar vías para sacarlo de La Habana y llevarlo hasta Georgetown utilizando otros destinos caribeños, pero tampoco pudimos. Llegamos a pensar en cancelar la cita, pero al final unas amistades nos conectaron con el mercado negro de pasajes (yo no sabía que eso existía) y pudimos conseguir un boleto de La Habana a Guyana con escala en Aruba por 3.800 dólares. Tan caro como viajar a China o Vietnam, ya te imaginarás por qué; pero no había otra salida. Ah, perdón, antes habíamos encontrado otro pasaje, pero aquello era mucho con demasiado: nos pedían 5.000 dólares.
Al final, pudimos sacarlo de Cuba. Mi hijo llegó a Guyana a las 3 pm. Un taxista que mi esposo había conocido en el viaje anterior, cuando me fue a buscar a mí, lo recogió en el aeropuerto y de ahí lo llevó al hostal que le habíamos reservado en espera de que los dos llegáramos a Guyana.
La ruta migratoria centroamericana: testimonio de una migrante cubana (I)
Otro gasto, por supuesto. Volamos por American Airlines procedentes de Tampa, Florida. Los dos pasajes nos costaron 1.600 dólares.
La vida en el hostal
En Guyana la mayoría de los hostales en los que se alojan los cubanos son negocios de médicos cubanos que no regresaron al país después de cumplir sus misiones y que ahora se dedican a eso. La estancia en uno de esos hostales cuesta, como promedio, 50 dólares diarios por persona, es decir, para tres personas —mi esposo, mi hijo y yo—, teníamos que pagar 150 dólares diarios. Entonces, sacando cuentas, el alojamiento nada más nos salió en unos 3800 dólares en total, aparte de tener que comprar, entre otras cosas, comida, café, leche, pan y agua potable porque en Guyana no puedes beber la que sale por la pila. No todos los hostales son iguales, hay otros donde quizás no se gasta tanto, pero ese era así.
Para hacerte el cuento corto, tuvimos que estar en Guyana más del tiempo que habíamos previsto. La entrevista consular tenía su fecha y se hizo a tiempo, ese no fue el problema sino tener que esperar que al muchacho le dieran la visa, que se la estamparan en su pasaporte: se demoraron un mes para hacer eso. Entonces mi esposo tuvo que regresar a Estados Unidos porque era mucho el gasto de dinero y había que trabajar para poder pagar todo aquello.
También tuvimos problemas con el chequeo médico. Nos pasamos dos días aguantando tremendo sol para poder sacar un turno para ese chequeo. Y el día que nos tocó salimos de ahí a las 5 pm.
Con los guyaneses
Durante todo ese tiempo, nuestras relaciones con los guyaneses se limitaron al personal de servicio, taxistas, cosas de ese tipo. No solo por la barrera del idioma, que es real y bastante dura, sino también por seguridad.
La vida diaria consiste entonces en encerrarse en un cuarto y no salir del hostal. Guyana tiene un alto nivel de peligrosidad, hay mucha delincuencia. Asaltan a menudo a los cubanos, sobre todo los domingos, que no se trabaja, y sobre todo individuos que andan en bicicleta. Ya te digo: los contactos con el exterior son mínimos; y consisten en salir a comprar abastecimientos y otras cosas esenciales. Pero con mucho cuidado. Y hay que tratar de buscar, en todo caso, lugares no violentos recomendados por cubanos del hostal que llegaron antes que nosotros.
Guyana es un lugar corrupto, desde que llegas en el avión hasta que te vas. La cosa es sacarte dinero, como en todas partes. Vimos a funcionarios cobrándoles a los cubanos por pasarse de los días que les dieron originalmente, y todo el mundo sabe que ese dinero va directo a sus bolsillos. No lo hacen ni a la sombra, ni con recato alguno: te lo hacen en tu propia cara.
Como yo lo veo, quienes más sufren este proceso de ir a Guyana y de pasar por todas esas tribulaciones son las personas de la tercera edad, madres y padres de ciudadanos estadounidenses o residentes. Esas condiciones no son para ellos, en especial esa espera tan prolongada para que te den la visa, puede llegar a ser desesperante. Hasta donde conozco, los funcionarios de la Embajada no hacen ninguna excepción para agilizarles el proceso justamente por su edad. A todo el mundo lo tratan igual.
El otro punto es la economía familiar. No creo que sea necesario hacer viajar tan lejos, y en esas condiciones, a personas que lo único que desean es reunirse con sus familiares. No soy experta en el tema, pero me es difícil aceptar la idea de que una vez que descontinuaron el Consulado en La Habana debido a los famosos ataques sónicos, las autoridades no pudieran haber seleccionado un lugar más cercano y culturalmente más familiar para los cubanos como República Dominicana o México. Te lo voy a decir una vez con la mano en la cartera: nos gastamos alrededor de 13.000 dólares en todo ese proceso. Ahora he escuchado que, poco a poco, van a ir eliminando la viajadera a Guyana, empezando por los viejitos. Me parece muy bien. Vimos en Guyana incluso personas de la tercera edad en sillas de ruedas bajo aquel tremendo sol. Aquello partía el alma…
Entré a Estados Unidos yo sola con mi hijo por el aeropuerto de Tampa. Mi esposo, naturalmente, nos estaba esperando. El muchacho está acabado de llegar y en pleno proceso de ajustarse a vivir en la diferencia. No estamos apurados. Más temprano que tarde lo va a lograr.
companero prieto:los responsables del bienestar de los cubanos,es,si acaso, el gobierno cubano.Si los cubanos quieren ir a los EEUU,tinen que acetar sus reglas,no cree usted ??