Fotos: Darío Leyva
La nueva política del Gobierno de potenciar pequeños negocios privados en la Isla ha provocado una avalancha de iniciativas en ese sentido. Han sido muchísimas las personas que acomodaron sus casas para convivir con sus propios establecimientos. Portales, terrazas, garajes y hasta las habitaciones interiores de las viviendas se convierten a diario en locales que sustentan, en buena medida, las economías familiares. Sin embargo, muchos han sido también los que han quebrado por falta de un lugar estratégico para ubicar su negocio.
No obstante, se desarrolla en La Habana Vieja un programa piloto, que de obtener resultados positivos, podría luego expandirse a otros municipios de la ciudad y del país. Se trata de ocho espacios que han sido arrendados para el desarrollo de diferentes comercios.
Según Eusebio Leal, “la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC), recibió la aprobación para hacer un experimento en ocho pequeños locales que no pertenecían a la Compañía Habaguanex ni a ninguna otra denominación comercial del Centro Histórico de La Habana; pequeños locales, que adecuados con la cooperación de sus arrendatarios, han servido como modelo a favor de una experiencia que se está analizando en espera de la Ley u otras disposiciones que dictará oportunamente el Gobierno”.
Una peluquería, un local de masajes y spa, dos tiendas de plantas ornamentales donde se ofertan, además, diferentes tipos de bonsáis, un espacio para la cría y comercialización de aves afectivas, una tienda para la venta de artesanía y diseño, con un café incluido, el restaurante Mama Inés especializado en comida cubana y el bar restaurante Las cuatro estaciones.
Estos ejemplos sintonizan con la política de desarrollo que aplica la OHC desde hace casi dos décadas. Conceptualmente, el modelo de gestión aplicado a partir de 1993 en el Centro Histórico de La Habana, considera a la cultura como eje principal del desarrollo, sumándole a la recuperación un enfoque de rentabilidad económica.
Bajo esa óptica, Leal explica: “Hemos procurado que estos espacios sirvan también como ejemplo para incentivar otro tipo de iniciativas, menos populares hoy, que contribuyan a embellecer nuestra ciudad y que al mismo tiempo sean viables”.
Los arrendatarios de estos lugares todavía están invirtiendo recursos para desarrollar sus negocios, pero todos coinciden en que su rentabilidad es un hecho. “Con la buenísima ubicación que tenemos, estos espacios crecerán muy rápidamente”.
La medida de flexibilizar el trabajo por cuenta propia es una de las decisiones que el país toma en el rediseño de su política económica para incrementar niveles de productividad y eficiencia. Hoy, son más de doscientos ochenta mil los ejemplos que este pequeño sector privado desarrolla en la Isla. Pero aún hay muchos nichos por explorar. La iniciativa de arrendamiento que se experimenta en La Habana Vieja pudiera abrir uno de esos caminos que permitan perfeccionar la actualización del modelo económico cubano.