Si hay dos palabras que definen el sentir del personal de la Salud que esta semana comenzó a vacunarse contra la COVID-19 en La Habana, estas no son otras que orgullo y confianza.
Al menos, estas fueron las que más repitieron los trabajadores del Policlínico Docente Vedado, situado en la barriada habanera del mismo nombre, cuando dialogaron con los periodistas que este miércoles visitamos la institución sanitaria, para conocer de primera mano el desarrollo del estudio de intervención en marcha en la capital cubana.
Claro que podríamos mencionar otras palabras que también salieron de sus labios: satisfacción, alegría, seguridad, agradecimiento. Todas ellas ilustran el espíritu reinante entre quienes participaban ese día en la vacunación, en la segunda planta del centro, como parte de una intervención que involucrará a unos 150 mil voluntarios entre 19 y 80 años, entre ellos el personal sanitario y científico habanero, y que tiene lugar de forma paralela al ensayo fase III del candidato vacunal Soberana 02 que ahora mismo se realiza en La Habana.
Solo que, a diferencia del ensayo clínico ―previsto para unas 44 mil personas en varios municipios habaneros y el que también tiene al Policlínico Vedado como una de sus locaciones―, en este estudio masivo no se administra un placebo y solo se emplea un esquema de inoculación: dos dosis de Soberana 02, con un intervalo de 28 días entre ellas, y una final de Soberana Plus, otro candidato cubano utilizado para reforzar la inmunidad frente al SARS-CoV-2.
“Esta intervención es como ir generalizando la vacuna a diferentes sectores, aunque es todavía parte de los estudios que se están realizando en el país, y es un paso previo a la vacunación masiva de la población cubana”, explica a OnCuba la Dra. Auroly Otaño, directora del policlínico, quien, paradójicamente, no estará ahora entre los vacunados.
No puede, detalla, porque no cumple con uno de los criterios de inclusión: el no haber usado Nasalferón ―interferón nasal empleado en Cuba como fármaco preventivo frente al coronavirus― en los últimos 28 días, lo que, por el efecto del propio medicamento, puede incidir en los resultados del estudio. No obstante, ya cuenta los días para cuando pueda vacunarse, mientras supervisa el proceso de inmunización de los trabajadores bajo su mando, unos 560 que ―salvo excepciones como la suya― se pondrán la primera dosis de Soberana 02 hasta este viernes.
“Todos dieron la disposición para vacunarse y ya lo han ido haciendo sin ningún problema”, apunta la Dra. Otaño, quien agrega con satisfacción que entre los 200 que ya se habían inyectado hasta la mañana de este miércoles ninguno había presentado un “efecto adverso desagradable”. Solo no podrán estar quienes tengan algún motivo para ser excluidos, entre los que, al uso reciente del Nasalferón, se suman el padecer un estado infeccioso agudo o una enfermedad crónica descompensada, la alergia al timerosal ―un componente presente en la vacuna― o estar embarazada o lactando en el caso de las mujeres, entre otras causas que se verifican antes de la inmunización.
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Son alrededor de las 10:00 de la mañana y todo transcurre tranquilamente en la segunda planta del Policlínico Docente de El Vedado. Los trabajadores sanitarios seleccionados para vacunarse ―organizados por departamentos, “para cumplir con las cifras previstas para cada día”, según la directora del centro― esperan su turno para pasar a la consulta de evaluación. Allí una enfermera les mide sus signos vitales (temperatura, presión arterial) y son evaluados por dos doctoras, quienes les llenan una planilla con todos sus datos generales, incluyendo sus padecimientos, alergias, si ya se contagió con el coronavirus, si se han vacunado recientemente.
Tras salir de esa consulta, y si no tienen ningún impedimento para seguir adelante, van pasando de uno en uno por el vacunatorio, donde una enfermera certificada previamente les pone la primera dosis del candidato vacunal cubano, luego de que se registran y verifican nuevamente sus datos. Es el momento clímax del proceso, con la tensión y la emoción contenidas, uno que se repetirá aproximadamente unas 50 veces en la mañana y otras tantas en la tarde “con todos los requerimientos y cuidados que lleva”, insiste la Dra. Otaño.
“La organización se ha pensado para que todo fluya, cumpliendo con las medidas higiénicas y de seguridad necesarias, porque de manera paralela en la planta baja tenemos el ensayo fase III con voluntarios de la comunidad, previo consentimiento informado, y hay un volumen de personas en el policlínico ―asegura la directora―. Para ello hemos creado equipos de trabajo. Tanto las enfermeras como los médicos que participan en el ensayo clínico no son los mismos de la intervención, lo que requirió un volumen de capacitación a nuestro personal y la certificación de más enfermeras como vacunadoras. Pero tenemos la cobertura necesaria para eso. Y ese personal se pondrá la primera dosis después que lo hagan sus compañeros, para no interferir con su trabajo.”
Y es que después de ser vacunados, los sanitarios ―como el resto de los voluntarios que participan en el ensayo fase III de Soberana 02 en La Habana y los que lo hacen también por estos días en las pruebas finales del candidato vacunal Abdala en el oriente de la Isla― deben permanecer durante una hora en una sala de observación, como medida de precaución ante posibles reacciones alérgicas u otra situación que pudiese provocar la vacuna. Allí están al cuidado de otros profesionales de la Salud, seleccionados especialmente para ello, y una vez transcurridos los 60 minutos les miden los signos vitales y, si todo marcha bien ―como aseguran todos que había sido hasta el momento de nuestra visita―, pueden reincorporarse a su trabajo con normalidad.
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En la sala de observación, sonriente aun debajo de su mascarilla, está sentada la enfermera Odalys Delis, quien trabaja en un consultorio médico perteneciente al área de salud del Policlínico Vedado.
“Me vacunaron hace 25 minutos y todo perfecto. Hasta ahora no he tenido ningún tipo de reacción adversa, ni dolor en el brazo, ni taquicardia, ni ansiedad ni nada, y eso que soy hipertensa desde los 23 años. Estoy muy feliz, felicísima”, dice a OnCuba con visible entusiasmo.
Para ella, vacunarse con Soberana 02 “es lo mejor que me ha pasado” y en ningún momento sintió temor por dar este paso.
“Este es un momento histórico, y que yo pueda ser parte de él me parece increíble. Es algo que, como enfermera, como parte del personal cubano de la Salud, me da mucha alegría, mucho orgullo y mucha seguridad. Gracias a la vacuna puedo sentirme más segura para hacer mi trabajo, sin miedo, y poder enfrentar todo lo que venga, aunque todavía tenemos que seguir cuidándonos porque la enfermedad no se ha acabado”, asevera.
No obstante, Odalys tiene “la confianza de que todo va a ir bien” y de que con la vacuna ―que agradece al “tremendo sacrificio de nuestros científicos” ― y el trabajo que realiza el personal sanitario de la Isla en el enfrentamiento a la COVID-19 “vamos a poder vencer pronto a esta enfermedad, que es algo estamos esperando ansiosamente todos los cubanos”.
Esperanzada también se siente la joven Ismary Izquierdo, técnica en radiología del policlínico, quien tampoco dice haber sentido molestias o algún síntoma tras haberse inyectado media hora atrás. Ella considera “un privilegio” y “una satisfacción” estar entre los trabajadores de la Salud vacunados como parte de este estudio ―antesala de otro similar en el oriente cubano con la vacuna Abdala y de una intervención poblacional con los dos candidatos vacunales cubanos más avanzados, que abarcará a 1,7 millones de personas en La Habana―, al que califica como “un logro grande de Cuba”.
“La dirección del policlínico nos informó a todos los trabajadores que iba a empezar la intervención y que todo el que estuviera dispuesto a participar y tuviera las condiciones de salud necesarias podía formar parte de la vacunación. Y yo di mi disposición sin falta, porque además no tengo ningún impedimento, y estoy muy satisfecha”, narra a OnCuba sobre su incorporación al estudio, para luego mostrarme la tarjeta que le entregan a cada voluntario.
“Esta tarjetica es la identificación de cada persona que es vacunada. En ella se marca la dosis que te ponen, como constancia del proceso, y tienes que permanecer con ella mientras dura todo esto, por si presentas cualquier síntoma o situación de momento, sepan que estás vacunada con Soberana 02”, me explica Ismary, para apuntar rápidamente que hasta ahora “la vacunación ha ido sin dificultades acá en el policlínico y todos esperamos que no haya ninguna. Tenemos mucha esperanza y confianza de que así sea”.
“No siento ningún miedo ni desconfianza, y creo que nadie debe tenerlos. Cuba siempre ha tenido una gran potencia en la medicina, con medicamentos y procedimientos de salud muy seguros, y personalmente tengo confianza de que este proceso va a ser un éxito ―comenta―. Estoy ansiosa de que la vacunación sea general, para que mi familia, mi hijo, mi esposo, mis hermanas, puedan ser vacunados y toda la población en general sea inmunizada cuando le corresponda para poder, si no acabar, sí atenuar los efectos de esta pandemia, por la que lastimosamente se han perdido tantas vidas.”
Por su parte, la Dra. Marbelis Fonseca, agradece, como también lo hacen sus compañeras, que se haya priorizado a los trabajadores sanitarios en el estudio, y señala que para ella resulta “un orgullo” participar en esta intervención.
“Que estemos entre los primeros en vacunarnos es una decisión maravillosa, porque el personal de la Salud es el que está en la primera línea de combate contra la COVID-19, el que está directamente con el paciente, y que ya sea vacunado es una forma de evitar que se enferme, de minimizar el riesgo de que cualquiera de nosotros, los médicos, las enfermeras, los laboratoristas, los técnicos, desarrollemos la enfermedad por estar haciendo nuestro trabajo, que, además, es fundamental en estas circunstancias”, señala esta doctora con 25 años de experiencia profesional, una de las pediatras del policlínico.
Precisamente sobre el significado de esta inmunización en su labor, aseguró a OnCuba que se trata de “una garantía”. “Como pediatra trabajo con niños, que es un grupo para el que todavía no existe una vacuna, y que, aunque no debería, también está expuesto a la enfermedad, y uno como médico, pues se expone al tratarlo. Y a la vez, que yo esté protegida también es una forma de proteger a mis pacientes”, opina la Dra. Fonseca, quien 20 minutos después de inocularse aseveraba no sentir “nada, ni siquiera dolor en el lugar de la inyección, que es una de las reacciones de la mayoría de las vacunas”.
Además, la especialista en pediatría considera que el hecho de que se vacune primero al personal de Salud sirve para demostrarle a la población que “la vacuna es segura y no tiene ninguna dificultad. Si no, nuestro gobierno no decidiera comenzar por nosotros”.
“Personalmente recomiendo a toda la población que se vacune, que confíe en nuestro sistema de Salud y nuestros científicos, que una muestra de la seguridad de nuestras vacunas es que precisamente los profesionales de Salud estamos entre los primeros en inmunizarnos con ellas―concluye―. Si no fueran efectivas o provocaran reacciones adversas serias, entonces no se vacunaría ya con ella a quienes estamos día a día en contacto con la población con el propósito de garantizar su salud. Estoy segura al 100% de eso.”