Ahora que todo el mundo está pendiente de la importante visita del presidente de los Estado Unidos Barack Obama a Cuba, por mi mente pasan una multitud de datos interesantes relacionados con la meteorología y viene a mi memoria del tercer Presidente de los Estados Unidos, de quien pocos saben que fue agricultor, etnógrafo y también… meteorólogo.
Claro que hablo de Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores de la nación norteamericana, autor principal y firmante de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776. Fue el Primer Secretario de Estado de los Estados Unidos, de 1790 a 1793. Fue electo como el segundo Vicepresidente del País para el período de 1797 a 1801, y poco después, en el año 1800, resultó también electo el tercer presidente durante el período de 1801 a 1809.
Jefferson había nacido el 13 de abril de 1743 en Shadwell, Virginia, y murió a los 83 años en Monticello, cerca de Charlottesville, Virginia, el 4 de julio de 1826, curiosamente el día en que se cumplían 50 años de la firma de la Declaración de Independencia.
Thomas Jefferson y la Meteorología
La faceta quizás menos conocida de éste prócer, fue que tuvo como una de sus principales pasiones la observación y el estudio de la Meteorología. Por más de cincuenta años, Thomas Jefferson fue un observador sistemático del tiempo atmosférico y estudioso del clima, especialmente en su natal Virginia. Su lugar de residencia, Monticello, en Virginia, fue el punto central de sus esfuerzos para comprender el clima de Norteamérica.
Pero hay más, cuando se estaba realizando la Declaración de Independencia Thomas Jefferson, era tan diligente como observador atmosférico que llevó con él un termómetro en su viaje a Philadelphia donde se realizaría la firma. Con ese termómetro realizó cuatro observaciones en el día en que el importante documento fue firmado.
Gracias a sus observaciones in situ, sabemos que el 4 de julio de 1776 se registraron valores de la temperatura de 68 ºF (20 ºC) a las 6 a.m.; 72 ºF (22.2 ºC) a las 9 a.m.; 76 ºF (24.4 C) a la 1 p.m. y 73 ºF (22.8) a las 9 p.m.
Mucho antes del año de la Independencia en 1776, ya Jefferson acopiaba información sobre el tiempo de Virginia, haciendo sus observaciones en Williamsburg y en Monticello. Recopiló información y fueron publicados los frutos de este trabajo en el capítulo dedicado al clima, en sus “Notas sobre el Estado de Virginia”, que al ser publicado en 1785 estableció su membresía en la fraternidad internacional de científicos y filósofos naturales. Hay que recordar que en aquella época, llamaban filósofo a casi todo científico, por no decir a todos.
Sin embargo, fue desde 1776 que Jefferson mantuvo un registro verdaderamente continuo de sus observaciones meteorológicas, que extendió hasta el año 1818. Lo hacía dondequiera que estuviese, en Norteamérica, en Europa, e incluso en plena travesía en medio del Atlántico.
Sus observaciones eran básicamente las mismas que se realizan hoy en día por parte de cualquier servicio meteorológico que exista en el mundo. Medía la temperatura a varias horas del día y también la precipitación diaria.
La moderna estación situada en nuestros días en Monticello, requiere una sola lectura al día en dos termómetros para registrar la temperatura máxima y la mínima de las pasadas 24 horas. Jefferson no necesitaba de los termómetros más modernos de máxima y mínima. Se levantaba muy temprano, al amanecer, considerado ese momento por él, y con razón, la hora de más baja temperatura en el día.
Jefferson describía su ritual diario de la siguiente manera: “Mi método es hacer dos observaciones al día, la primera en la mañana, tan temprano como sea posible; la otra, de las 3 a las 4 de la tarde, porque he encontrado que a las 4 de la tarde es la temperatura más alta y al amanecer se produce la más baja”.
Llevaba siempre en su bolsillo una libreta de notas con tapas de marfil. Escribía cuidadosamente sus observaciones en columnas: la primera, el día del mes; la segunda era para el registro del termómetro en la mañana; la tercera, el tiempo en la mañana; la cuarta para la temperatura en la tarde; la quinta para el tiempo en la tarde; y la sexta para misceláneas, como la aparición de pájaros, las horas y floraciones de los árboles, heladas de importancia, tempranas o tardías, auroras boleares, etc. Hacía notar si había llovido, nevado o si había caído granizo entre dos observaciones. Sin embargo, algunas de sus observaciones eran sencillas, respecto a las de hoy. Por ejemplo, decía que distinguía el tiempo en despejado o nublado, de acuerdo a si el cielo estaba cubierto por nubes más o menos de la mitad de la bóveda celeste.
Los observadores voluntarios
Desde 1776, Jefferson expandió su trabajo meteorológico. Comenzó a reclutar observadores meteorológicos voluntarios, primero en Virginia, para su gran sueño de crear una red de observación e intercambio de datos.
En el año 1800 ya tenía reclutados observadores voluntarios en otros cinco estados de la joven nación. Éstos eran, además de Virginia, Massachusetts, Pennsylvania, Connecticut, New York y Carolina del Norte. En 1891, la red de observadores voluntarios en todos los Estados Unidos había crecido hasta unas 2 000 estaciones meteorológicas. En 1880, esa red creciente pasó a ser organizada bajo la renombrada Smithsonian Institution, y esta idea resistió el paso del tiempo. No fue hasta 1953, en plena mitad del siglo XX, en que se estableció un plan más ambicioso para cubrir toda la nación norteamericana con una vasta red de estaciones meteorológicas, como la que ahora existe.
Jefferson verdaderamente se adelantó a su época y a las posibilidades de su rústica estación meteorológica, tratando de adquirir datos del viento y de la humedad relativa. Sin embargo, chocó con la imperfección de los instrumentos que existían en la época. Un anemómetro exacto, para medir la velocidad del viento, no fue inventado hasta 1850, mientras que el higrómetro, para medir la humedad relativa del aire, no fue perfeccionado hasta después de su muerte.
Jefferson sentía placer y felicidad especial al hacer sus observaciones del estado del tiempo, al mismo tiempo que consideraba un deber realizarlas, pues conocía de su enorme importancia. Siendo Presidente de los Estados Unidos, escribió: “el clima es una de las fuentes de mayores alegrías…”.
Sus sueños de observaciones simultáneas que cubrieran todo el planeta Tierra es una realidad en nuestros días, y son miles de miles las observaciones del estado del tiempo que se intercambian simultáneamente cada tres horas en todos los continentes e islas bajo los acuerdos internacionales de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Sólo en Estados Unidos existen hoy día 12 000 estaciones meteorológicas bajo la égida del Servicio Nacional del Tiempo, National Weather Service (NWS), que es el Servicio Meteorológico de los Estados Unidos.
Por ello, con justa razón, a Thomas Jefferson, Padre Fundador y tercer Presidente de los Estados de América, se le considera hoy día, también, el Padre de los Observadores Meteorológicos.
Los articulos de Rubiera cada vez son mas largo y llegan a aburrir,la sintesis muy importante en estos articulos que no son generalmente para.profesionales
Gracias Rubiera por la información. Es interesante y curioso cómo incluso con sus deberes como presidente, no abandonó su pasión por la meteorología.
Por cierto, a dónde se puede escribir para preguntar cosas sobre las estaciones de Cuba u otras cosas sobre condiciones y pronósticos, para el desarrollo de una aplicación sobre esto para la Universidad en que estoy, UCI. Saludos
Nunca me he interesado mucho por la meteorología, y me sorprende cómo me resultan tan interesantes y amenos a leer estos artículos de Rubiera. Gracias y ojalá podamos seguir leyendo artículos suyos en Oncuba.
excelente articulo, un saludo desde la oficina meteorologica del aeropuerto de varadero