Como un canto al mejoramiento humano definió el psicoballet su creadora la Máster en Psicología Clínica Georgina Fariña García. Desde sus inicios en 1973, la efectiva terapéutica de rehabilitación mental y social, benefició a personas con trastornos de conducta, síndrome Down y enfermos mentales; entre sus objetivos figura estimular la autovaloración y la autoestima.
“Comenzamos de manera empírica hace 39 años a conjugar el ballet con métodos psicológicos; yo trabajaba en el hospital pediátrico Ángel Arturo Aballí, de la capital cubana , donde teníamos niños con problemas de conducta muy severos, que no evolucionaban con las terapias tradicionales que le aplicábamos y se nos ocurrió un buen día ir al Ballet Nacional y hablar con la primera bailarina Alicia Alonso sobre el nuevo proyecto; ella nos apoyó muchísimo; inclusive en los primeros tiempos era la que nos apuraba para el trabajo; comenzamos con niños que tenían trastornos de conducta, quienes en su actuar se manifestaban unas veces tímidos, otras agresivos o hiperactivos”.
“Desde que llegaban a la primera sesión se les trataba como si fueran bailarines; tenían que venir con el vestuario adecuado para bailar, se les exigió estar peinados y usar zapatillas, entraban al salón perfectamente alineados y con disciplina, luego realizaban sus ejercicios, entretanto, una de las partes de la sesión, se destinaba a crear sus movimientos y actividades individuales; más tarde les mandábamos los mensajes terapéuticos necesarios sin que se dieran cuenta. Ello dio como resultados que se sintieron respetados como seres humanos, porque no interesaba que tuvieran una limitación severa, lo importante es que vieran su incapacidad como un reto para crecer como persona”.
“El primer semestre de trabajo fue tan exitoso que no lo podíamos creer, en ese tiempo evolucionaron favorablemente todos los muchachos. La parte científica la llevaba yo y Alicia le encomendó la artística a la profesora Laura Alonso que tenía experiencia con niños en el ballet. El grupo fundador de la experiencia estuvo integrado, además, por las especialistas Claudia Figueroa y Clarita Masit”.
“Trabajamos durante cinco años de forma voluntaria: Alicia con una visión de futuro increíble, nos prestaba los bailarines, los pianistas y los salones, hasta que en 1977 el Ministerio de Salud Pública oficializó el grupo y lo adscribió como departamento al Hospital Psiquiátrico de La Habana, donde también el Doctor Eduardo Bernabé Ordaz, director fundador de la institución nos ofreció todo su apoyo, aunque no pertenecíamos al hospital”.
Entre los recuerdos más impactantes de la sicóloga está el de un niño expulsado no se sabe de cuántas escuelas, con una familia muy dañada, el padre esquizofrénico, la madre subordinada a éste; “ese niño se inscribió el solo en el psicoballet en el hospital Angel Arturo Aballí, porque él llevaba bastante tiempo tratándose con el psiquiatra y no evolucionaba; luego de un tiempo le encantó el tratamiento y también el baile clásico, y con determinación propia se matriculó en la escuela de ballet; nunca más lo sacaron de la institución, tuvo sus dificultades, pero tuvimos la suerte que la maestra Aurora Bosch era la directora de la escuela elemental de ballet Alejo Carpentier en aquel tiempo y lo supo encauzar; al poco tiempo lo llevó para la escuela de ballet de Camagüey y allí se graduó; estuvo en el Ballet Nacional muchísimos años y actualmente tiene su propia compañía en Japón”.
“Tenemos filiales en todas las provincias del país y en casi todos los países de América Latina, donde los más beneficiados son los miembros de comunidades pobres que no tienen acceso a tratamientos psiquiátricos o psicológicos que por lo general resultan muy caros”. En 1984 fue declarado grupo de la UNESCO, y ya con una mayor organización comenzamos a trabajar con personas de disímiles discapacidades; actualmente se cubren todas las patologías.
La mayor satisfacción que tenemos es ver la alegría de los padres y el disfrute de sus hijos o de cualquier otro familiar, quienes gracias al psicoballet se vuelven más comunicativos, seguros y capaces”. -afirma la profesora Fariña-.