Durante años se comentó como un rumor de dudosa procedencia. Pero resultó ser cierto. Cuba le debía a Rusia 32 mil millones de dólares por productos adquiridos antes de 1991. Y se hizo público durante la visita a Cuba del primer ministro y ex presidente Dimitri Medvedev, en enero de 2013.
Pero desde octubre de este año, la deuda está perdonada y olvidada, pero no se supo hasta que la agencia de noticias Reuters lo publicó en exclusiva, con bombo y platillo.
El acuerdo de renegociación de la deuda se firmó en Moscú durante la visita que hiciera a esa cuidad el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrisas y el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca.
Para comprender las dimensiones de lo ocurrido, hay que entender que para los contadores del Kremlin, cada cubano le debía a su país con 2909 dólares estadounidenses. Ahora la Isla solo le debe 290 per cápita.
La Habana nada más tendrá que pagar el 10% de la deuda original (3 mil 200 millones) y dispondrá de diez años para encontrar una forma de saldar la cuenta que se gastó en mercancías o créditos utilizados hace más de 20 años.
Los 32 mil millones de dólares son un recuerdo de la época en que la economía cubana tenía una fuerte relación con la soviética.
El gesto del gobierno del presidente Vladimir Putin es casi un déjà vu del pasado. Los gobiernos de la URSS le condonaron a Cuba las deudas durante casi 30 añosconsecutivamente, hasta que el líder soviético Mijail Gorbachov rompió con la tradición y se limitó a otorgar una prórroga.
No hubo URSS a la que devolverle esa monstruosa cantidad de dinero; sin embargo, Rusia quedó como heredera universal de la Unión Soviética y estuvo preguntándole a Cuba por sus 32 mil millones por dos décadas.
Según la agencia Reuters, el gobierno cubano argumenta que la suma es en rublos convertibles (sic) sobrevalorados y que la Isla sufrió un enorme daño por los contratos rotos cuando la Unión Soviética colapsó, lo que, en honor a la verdad, no deja de ser cierto.
Lo positivo es que esta deuda fantasma ya no “recorre” ni amenaza a la economía cubana; solo permanece el regazo de ciertas tendencias heredadas.