Ser la primera mujer en integrar el selecto club de nueve maestros del ron cubano ha sido, sencillamente, una cuestión de “esfuerzo, compromiso y responsabilidad”, aseguró en una entrevista a EFE Salomé Alemán.
“Cuando uno entra a esta fábrica se enamora”, explicó en una de las naves de la ronera Santa Cruz, 66 kilómetros al este de La Habana, donde se almacena esta bebida alcohólica preparada a partir de la caña de azúcar.
En la destilería de rones blancos, perteneciente a la Corporación Cuba Ron S.A., Salomé ha pasado buena parte de sus 57 años desde que comenzó a trabajar allí, luego de graduarse como ingeniera química.
En 2016, esta habanera recibió la calificación de “maestra ronera” y rompió los tabúes en torno a un mundo dominado hasta entonces exclusivamente por hombres.
Ahora integra este selecto club junto a Noemí del Toro, quien trabaja en la ronera de Santiago de Cuba y llegó a maestra ronera en 2019.
Los saberes del ron
Compartir los saberes del ron ligero demanda “mucho compromiso”, explicó Salomé antes de evaluar varias muestras por olor, sabor, textura y otras cuestiones técnicas en uno de los laboratorios de la destilería de Santa Cruz.
“Ser un maestro del ron cubano tiene como primera responsabilidad, entre muchas, ser guardián de una cultura heredada, de una manera de hacer el ron que difiere de otros países”, afirmó rodeada de barriles de madera.
Varias generaciones de maestros roneros cubanos guardaron sus conocimientos por más de 150 años sobre cómo añejar el ron ligero.
Esos conocimientos abarcan desde los aspectos tecnológicos hasta el simbolismo que representa el propio ron como un elemento muy unido a la identidad de Cuba como país, tal y como aseguró Salomé.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a esta centenaria tradición como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2022.
Saberes de los maestros del ron cubano son Patrimonio de la Humanidad
Proceso complejo
“Fueron los hombres los que modificaron ese ron originario y le dieron toda una serie de aspectos sensoriales que lo llevaron a ser lo que hoy tenemos en el mundo con mucho orgullo”, detalló Salomé al referirse a la marcada presencia masculina en la industria.
Además, afirmó que no tuvo obstáculos profesionales cuando comenzó a prepararse como aspirante a maestra ronera, aunque reconoce que le fue “complejo” por ser mujer.
“Ser aspirante te permite formar parte de los equipos de los maestros, escucharlos, aprender de su experiencia. Ellos mismos querían la incorporación de la mujer dentro del movimiento”, añadió.
Sin embargo, considera que “en el caso de la mujer es mucho más complejo” el hecho de avanzar profesionalmente “porque aún hay rasgos de machismo en la sociedad cubana”, pese a los avances y las mujeres siguen “cargando con el peso del cuidado familiar”.
Esta maestra ronera comparte su tiempo entre su único hijo y su familia, y su otra “inspiración”, como ella le llama: el ron.
“Han sido tiempos complejos, pero solamente ese compromiso te inspira a salir adelante y buscar alternativas dentro de tu vida personal”, refirió.
Al final del recorrido por la ronera de Santa Cruz, Salomé se despidió asegurando que le queda bastante por hacer: “Tengo el compromiso de seguir formando maestros aspirantes y buenos técnicos para el futuro; tengo un compromiso con mi fábrica y mis barriles”.
Laura Bécquer / EFE