En los últimos días hemos sido testigos de numerosos accidentes de tránsito en Cuba, muchos de los cuales han resultado en pérdida de vidas humanas. El presidente cubano, al tiempo que daba condolencias a los familiares de las víctimas, hacía un llamado a los conductores a extremar “todos los cuidados en la vía”.
Las muertes por accidentes viales constituyen una verdadera “epidemia silenciosa”. Cada año se pierden en el planeta 1,3 millones de vidas por su causa. Entre 20 y 50 millones de personas resultan afectadas con traumatismos no mortales, pero en muchos discapacitantes.
Además, las lesiones provocadas por los siniestros tienen impacto económico. Habrá costos de tratamiento por un lado; y por otro, pérdida de productividad en quienes queden inhabilitados para trabajar y por supuesto, quienes fallezcan. A ello se suma el tiempo de trabajo o estudio que los familiares a cargo deben reducir para atenderlos. Estos costos pueden alcanzar el 3 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.
A pesar de que en los países de ingresos medios y bajos circula el 60 % de los vehículos del mundo; en ellos se registra el 93 % de las defunciones relacionadas con estas colisiones. Cuba es uno de esos países y, aun con muchas particularidades, no escapa a las dinámicas internacionales.
Según un informe publicado en noviembre de 2022 por la autoridad del transito en el país, en los primeros nueve meses de 2022 se registraron 7 302 accidentes, producto de los cuales se contabilizaron 507 fallecidos y 5 498 lesionados.
Se conoció, además, que la mayoría de los accidentes ocurrió en aéreas urbanas y residenciales entre 9:00 A.M. y 12:00 M, y de 3:00 a 6:00 de la tarde; y que las provincias con mayor incidencia fueron La Habana, Artemisa, Ciego de Ávila y Guantánamo.
Una imagen más exacta de la dimensión del problema en Cuba la encontramos en la edición 49 del Anuario Estadístico de Salud. Según la publicación, los accidentes son la quinta causa de muerte en la isla, por detrás de las enfermedades del corazón, los tumores malignos, las enfermedades cerebrovasculares y la influenza/neumonía.
Dentro de los accidentes en general, los relacionados al transporte, que incluyen las categorías de accidentes “relacionados con vehículos de motor” y “otros relacionados con el transporte”, constituyen la segunda causa de muerte, detrás de las caídas accidentales, cuyo número es cuatro veces superior.
Sin embargo, si tomamos las muertes de esta categoría estadística y comparamos con las primeras 35 causas de muerte en el país obtendremos que los accidentes relacionados al transporte, con sus 659 fallecidos en 2020, constituyeron la causa número 17 de muerte en el país. En ese caso, se situaría por detrás de los trastornos mentales debido al uso del alcohol, con 688 muertes en el mismo período, y por delante de las agresiones, que contabilizaron 503. También estarían muy por delante de enfermedades como el SIDA, la Artrosis, las Hepatitis virales, las enfermedades del tejido conectivo, entre otras.
Ahora bien, ¿cuál ha sido el comportamiento histórico del indicador? Un artículo de la Revista Cubana de Epidemiología (2002) reflejaba que la tasa de letalidad de los accidentes del transporte tenía era entonces de 13,1 por cada 100 mil habitantes. Es decir, al año morían por esta causa 13 de cada 100 mil cubanos.
Dos décadas después, la tasa de letalidad fue de 6,8 y 5,4, en los años 2019 y 2020 respectivamente. Esto implica una reducción de casi el 50 % de la mortalidad por accidentes de transporte y asociados a vehículos en los últimos veinte años. No obstante, al cierre de octubre, los indicadores de la accidentalidad en la isla presentaron una tendencia al aumento en el trienio 2019-2021, según un informe de la Comisión Nacional de Vialidad (CNV) de Cuba.
¿Cómo se comporta el indicador en la región y en el mundo?
Según un informe del Banco Mundial, la tasa de letalidad por accidentes de tránsito en la isla en 2019 fue de 9 por cada 100 mil habitantes. Esta disparidad entre los reportes es frecuente cuando se analizan datos sobre Cuba, porque muchos organismos internacionales generan sus propias estadísticas. Sin embargo, el mismo informe sitúa al país por detrás de los Estados Unidos, cuya tasa es 13, y de la región de América Latina y el Caribe, que presenta una tasa de 16; pero lejos de países europeos con altos ingresos, como Suiza, que presentó una letalidad de 2 por cada 100 mil habitantes.
Pero no hay motivo para festejar. Lo que estos número reflejan fríamente son vidas humanas que se pierden cada año. Si sumamos las muertes que se produjeron como secuela de los accidentes, los resultados serían todavía peores. No podemos ofrecer cifras exactas, porque el Anuario nacional incluye en un mismo acápite las muertes relativas a los accidentes de transito y las caídas accidentales.
Un elemento adicional de importancia es la cantidad de años de vida potencialmente perdidos. Los accidentes de tránsito son la primera causa de muerte en el país en personas de entre 5 y 18 años, y de 10 a 19 años. Es la cuarta para las personas entre la tercera y la sexta décadas de la vida.
Por otro lado, en 2020 fallecieron por esta causa 373 hombres y 85 mujeres menores de 60 años. En un país que tiene una esperanza de vida de 76,94 para los hombres y de 80,86 años para las mujeres, representa en cada caso más de 17 y 20 años potencialmente perdidos, según el sexo de las víctimas.
Causas principales y medidas urgentes
El informe de la autoridad del tránsito en Cuba recoge entre las causas fundamentales de accidentes: no prestar la debida atención a la conducción del vehículo, el irrespeto del derecho de vía y el exceso de velocidad, en particular cuando el pavimento está mojado. Es decir, la máxima responsabilidad le fue achacada al “elemento humano”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) resalta la importancia de este elemento. Por ejemplo, la conducción distraída —equivalente a no prestar atención a la vía— es un gran factor de riesgo. De hecho, el uso de teléfonos móviles mientras se conduce un vehículo aumenta cuatro veces las posibilidades de verse involucrado en un choque. La actividad ralentiza los tiempos de reacción y dificulta que el vehículo se mantenga en el carril correcto.
Por otra parte, conducir a exceso de velocidad es otro factor importante: por cada punto porcentual que se aumente la velocidad, incrementa en un 4 % en el riesgo de una colisión mortal. En cuanto a conducir bajo los efectos del alcohol, el riesgo de sufrir un accidente aumenta considerablemente si su concentración en sangre sobrepasa los 0.04 g/dl. Para ello bastan más de dos cervezas o dos copas y media de vino.
Finalmente, está el uso correcto de los dispositivos de seguridad. Cascos y cinturones pueden reducir el riesgo de morir en un 42 % y entre el 45 y el 50 %, respectivamente.
Estos elementos están contenidos en la información ofrecida por la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los observamos constantemente en las vías.
Sin embargo, para reducir las cifras de fallecidos y lesionados, y acercarnos a las de países con altos ingresos (algo en extremo difícil), es necesario algo más que extremar las medidas de precaución por parte de los conductores.
En Cuba se precisa invertir en una infraestructura vial segura, tanto dentro de los pueblos y ciudades, como en la red de carreteras. Necesitamos vehículos bien equipados, en buen estado técnico, que disipen la energía a la hora de un choque y brinden mayor seguridad a choferes y pasajeros. Además, se requiere una policía mejor equipada y conductores más concientizados sobre la responsabilidad que asumen como usuarios de la vía.
Sin esta conjunción de elementos, es difícil que el número de muertes tienda al descenso y las fechas festivas seguirán enlutadas por la pérdida de vidas.