A comienzos de este año fue noticia la muerte de Balto, un perro cubano abandonado en México por la persona que había sido contratada para llevarlo a Estados Unidos. Tras el abandono, en una evolución no muy clara de los acontecimientos, el animal habría sido sacrificado “porque estaba deprimido y no quería comer”, de acuerdo con un diario mexicano.
Según la fuente, la historia había iniciado cuando el dueño de Balto, un cubano emigrado a Estados Unidos, contrató a la agencia de envíos de Osmany Benavides —también cubano, residente en Las Vegas— para que le llevaran a su perro desde Cuba. El traslado sería realizado por un mexicano y seguiría una ruta con escalas en los aeropuertos de Ciudad de México y Tijuana, antes de terminar en territorio estadounidense, al que previsiblemente el perro ingresaría como animal de compañía mexicano.
Esa estrategia es empleada por muchos migrantes para lograr ingresar a Estados Unidos los animales que habían dejado en la isla. En agosto de 2023 una agente de viajes mexicana le confesó a El Nuevo Herald que suponía que los perros llevados desde Cuba a México usando pasajes vendidos por su empresa “luego siguen su camino a Estados Unidos, [y] nunca se reportan como perros que vienen de Cuba, sino de México”.
De acuerdo con las autoridades estadounidenses, Cuba es un país con “alto riesgo de transmisión de la rabia canina”, por lo cual los animales que se pretenda trasladar desde allí deben cumplir un protocolo mucho más estricto que desde otros países.
Lamentablemente, en el caso de Balto la historia terminó en tragedia. Según denunció su dueño en Facebook, el animalito fue abandonado en el aeropuerto de la capital mexicana a finales de diciembre y hasta el comienzo de enero no se tuvo más noticia de él, cuando una agrupación protectora de animales supo que había sido sacrificado.
Osmany Benavides fue contactado por OnCuba para conocer su versión de los hechos, pero hasta la publicación de esta nota no había respondido.
Más mascotas en el aeropuerto
La emigración de animales afectivos ha crecido en Cuba en los últimos años. Unos 2 mil animales de compañía salieron de la isla durante los primeros diez meses de 2023. La cifra representa el doble de las que lo habían hecho en igual período del año anterior. En su mayoría, viajaron gracias a gestiones de sus dueños que, antes de marcharse, las habían dejado al cuidado de familiares o amigos.
Se trata de un fenómeno que ha aumentado considerablemente en los últimos años, reconoció durante una entrevista con Reuters la doctora María Gloria Vidal, del Centro Nacional de Sanidad Animal (Cenasa). La institución es la encargada de legalizar los Certificados Zoosanitarios de Exportación, documento requerido para los animales de compañía que abandonan la isla; así como de supervisar el trabajo de las clínicas veterinarias autorizadas a colocar microchips de identificación, aplicar vacunas, extraer muestras y otros requisitos del complicado proceso que siguen los dueños para viajar con sus mascotas o reencontrarse con ellas.
Los requisitos varían según el país de destino y la especie a trasladar (los perros están sujetos a muchas más regulaciones que los gatos, por ejemplo); y su rapidez, de variables como el dinero de que disponen los interesados y la ciudad de Cuba en la que realicen el proceso.
La fase final —el traslado— transcurre bajo circunstancias tan diversas como los casos en cuestión: los animales pueden reencontrarse con sus dueños lo mismo luego de haber viajado en compañía de familiares o conocidos, que al cuidado de alguna de las agencias que brindan servicio de tránsito entre fronteras.
Al salir de Cuba, las mascotas siguen rutas diversas. Sus principales destinos son España y Estados Unidos, coincidiendo con los polos de atracción para sus propietarios. Una parte de las que son enviadas a la nación norteña hacen escala en México, replicando en cierta medida la ruta migratoria que en los últimos años han seguido miles de cubanos.
Cuando la familia se va
Muchas historias suelen parecerse a la de Alicia, una avileña que en 2019 viajó a España gracias a una beca universitaria. En Cuba quedaron su madre y su hermano menor de edad, a la espera de la “nueva Ley de nietos” (Ley de memoria democrática) que les permitiría solicitar ciudadanía española.
La pandemia de COVID-19 y los retrasos en la promulgación de la norma postergaron el reencuentro. No fue hasta mediados de 2023 que la madre de Alicia recibió su pasaporte español y pudo iniciar gestiones para emigrar junto a su hijo. Debían decidir qué hacer con el pekinés de la familia.
Su cuidado y posterior traslado a España quedó a cargo de un tío de Alicia en la ciudad de Camagüey. Allí funciona una de las clínicas privadas que en Cuba cuentan con las acreditaciones necesarias para el proceso.
“Es engorroso para el cuidador del animalito, porque tiene que llevarlo dos veces a vacunar, a que lo desparasiten, a que le saquen sangre… , pero no estamos hablando de un trámite caro. Por ejemplo, el microchip y la vacuna antirrábica salen a 2 500 pesos cada uno. Lo que más cuesta es el envío de la sangre y el análisis en el laboratorio de Valencia, por el que se paga 100 euros. Lo demás que hace falta, como el termo para las muestras o el transportín, se encuentran en Internet a bastante buen precio”, apuntó el tío a cargo.
Quienes no tienen cómo comprar esos artículos fuera del país deben buscarlos online en el amplio mercado de reventa de la isla. Entre los productos estrella sobresalen los termos de marcas como Tilcare o Disoncare —originalmente destinados al traslado de viales de insulina— que en Amazon pueden encontrarse a entre 20 y 25 dólares, y en Cuba se venden por el doble de ese precio.
Esos recipientes se utilizan para el envío de las muestras a los laboratorios fuera de Cuba, un paso ineludible, toda vez que ninguno de los existentes en el país cuenta con el grado de acreditación necesario para avalarlas. Los envíos se hacen sobre todo a laboratorios en Valencia (España) y Kansas (EE. UU.), los que tradicionalmente más han utilizado los cubanos.
La crisis de las muestras
Emprendimientos como Traslados Pet Cadena Miranda ofrecen el servicio integral de traslado de mascotas —incluidos análisis y documentación— por tarifas que oscilan entre 2 500 y 3 mil dólares por animal, atendiendo a la zona de Estados Unidos de destino final. En este país, según el Censo de 2023, residían 2,8 millones de cubanoamericanos; de ellos, alrededor de un millón nació en Cuba. Entre octubre de 2021 y octubre de 2023 habrían llegado a Estados Unidos 464 197 cubanos. Además, Traslados Pet Cadena Miranda también envía mascotas a México, que suele ser un país de paso para los cubanos que emigrarán a EE. UU. y es también un detino migratorio frecuente.
Una cubana residente en Louisville, Kentucky, donde la comunidad de los de la isla está aumentando, contrató los servicios de esta empresa para reencontrarse con su perro. Aseguró a OnCuba que el proceso fue “bastante rápido y sin sobresaltos. Ellos se ocuparon de todo”.
La alternativa, lamentó, era “caer en el trapicheo que se ha formado con las citas [para extracción de sangre] y todo eso. Mi mamá, que es anciana, no podía afrontarlo y yo no podía dejar mi trabajo para ir a Cuba a resolverlo por mí misma”.
En La Habana, el número de personas que intentan llevarse a sus perros supera las capacidades de la clínica de Carlos III, la única avalada en la capital por el Centro Nacional de Sanidad Animal para la extracción de sangre de las mascotas que saldrán del país. “Si se pudiera hacer en varias clínicas los tutores resolverían sus trámites migratorios con más celeridad”, comentó bajo condición de anonimato un veterinario habanero. Numerosos usuarios se lamentan en las redes sociales por las dificultades para conseguir turnos.
La situación ha llegado al punto de que algunos recomiendan trasladarse a provincias cercanas para hacer el análisis. El problema no afecta a los dueños de gatos debido a que estos no necesitan pruebas de serología para salir del país; para los felinos basta con el microchip, la vacuna antirrábica y el certificado que la acredite.
Muchos intereses en juego
Para solucionar la crisis, la administradora de Trámites migratorios de mascotas de Cuba a España proponía al Cenasa incrementar el número de veterinarios autorizados a recoger y procesar muestras, lo que agilizaría los trámites, y disminuiría las posibilidades de abusos y hechos de corrupción.
“Si tuviéramos cinco clínicas en La Habana con esta opción se evitaría un poco este estancamiento. Considero que es momento de hablar con el Ministerio de Agricultura para que abra otras clínicas veterinarias que permitan hacer lo mismo. Existen muchos veterinarios capacitados al igual que sus clínicas para hacer la extracción”, opinó en ese grupo la activista por los derechos animales Claudia Díaz.
Cualquier decisión que facilite el reencuentro de las mascotas con sus familias podría contribuir de manera significativa a que disminuyan los abandonos. “La realidad es que es casi imposible reubicar a los animales que quedan atrás, y su destino es terrible”, alertan desde el grupo Cubanos en Defensa de los Animales, Ceda.
En un tutorial sobre el tema, la asociación da cuenta de casos extremos, como los de dueños que han llegado a presionar a sus activistas diciéndoles que tienen “determinados días para encontrar un hogar al perrito o gatico, de lo contrario lo dejan en la calle”.
Opciones como la de un hostal canino abierto en El Vedado para quienes viajen al exterior y deseen dejar a buen recaudo sus mascotas, son apenas paliativos para un problema que probablemente se agudizará como consecuencia de la ola migratoria de los últimos años. Tan pronto se asientan en sus nuevos hogares, muchos cubanos comienzan las gestiones para reclamar a sus animales de compañía, aumentando la tensión en un sistema ya sobrepasado; al menos en La Habana, donde transcurre el mayor número de procesamientos.
Autorizar más laboratorios a que extraigan muestras y completen otros trámites sería la respuesta ante tal circunstancia, pero algunas de las personas consultadas para esta nota se mostraron pesimistas al respecto. “Este es un negocio y nadie quiere perder su parte. Siempre que hay dinero de por medio, las cosas se tuercen y después no hay forma de enderezarlas”, especuló el tío de Alicia, quien se felicita por haber realizado los trámites en Camagüey. Allí, el Cenasa autorizó a una clínica privada a realizar el proceso, lo que ha permitido que sea más expedito. “Aunque con la cantidad de gente que se ha ido en los últimos tiempos, dentro de poco sabremos cómo serán las cosas”, aventuró.
Luego de la partida de tantas familias cubanas, preparar el viaje de sus mascotas se ha convertido en un trabajo a tiempo completo para muchos emprendedores. Uno bastante lucrativo y que previsiblemente irá a más.
Por desgracia, al igual que en la emigración humana, a la hora de cambiar de vida no todas las mascotas son iguales, y algunas incluso terminan abandonadas en una calle de La Habana o —como Balto— en un aeropuerto de un país extraño.
Un paliativo sería que las autoridades cubanas ampliaran el número de clínicas autorizadas a procesar estas solicitudes; otro, que se gestionara en países como España la acreditación de algún laboratorio cubano para el análisis de muestras. Serían condiciones que acortarían el largo y difícil periodo de separación entre una mascota y sus familiares humanos.
Los perros y gatos son parte de la familia,abandonarlos es criminal,nosotros son lo unico que ellos tienen,las palmas para todos los que no abandonan a sus mascotas.