Como figura mítica que era ya en vida, Fidel Castro ha sido acompañado por los más diversos símbolos; no ha sido menos en su muerte. Su fallecimiento el 25 de noviembre pasado, a 60 años exactos de la salida del yate Granma de México, dio el primer toque simbólico a su partida. Y justo en una barca partían los difuntos hacia el inframundo en la mitología griega.
Tras la muerte de Fidel el gobierno cubano decretó nueve días de duelo oficial. Y nueve son los días que componen el llamado novenario, un ejercicio de devoción dedicado a profetas, santos de la iglesia y a personas recientemente fallecidas, en la liturgia católica.
San Jerónimo afirmaba que el número nueve indica sufrimiento y dolor en la Biblia. Sin embargo, esta tradición no tiene su origen en el libro santo, sino que se inspira en una costumbre griega y romana que celebraba nueve días de duelo por los difuntos o para apaciguar a los dioses.
También a los nueve días, pero en el entorno de la santería cubana, se realiza la ceremonia conocida como Oro ilé Olofi, “misa cantada que se dice en la iglesia por el eterno descanso del olocha (hijo de santo) desaparecido”, según recoge Lydia Cabrera en su célebre libro El monte.
Precisamente, la santería es uno de los cultos religiosos a los que se ha asociado tradicionalmente la figura de Fidel Castro. La periodista estadounidense Georgie Anne Geyer, en su libro Guerrilla Prince: the untold story of Fidel Castro, escribió que “siempre hubo un lado esotérico en Fidel, alimentado naturalmente por la santería afrocubana”.
Greyer, al igual que algunos entendidos en la materia, asocia el sobrenombre de “Caballo” con que fuera llamado popularmente el líder revolucionario a una dimensión de la santería. “El sacerdote de la santería es conocido como el ‘caballo’ de los santos –escribió– y durante la iniciación en santería, se cree que los santos toman posesión de sus iniciados montándolos”.
Tampoco faltan quienes afirman que Fidel no solo era simpatizante o referencia de la santería y sus practicantes –algunas imágenes suyas podían ser vistas en algunos altares–, sino, incluso, un iniciado. Algunos ven en su entierro este 4 de diciembre un símbolo inequívoco de ello.
Este es el día en que los cubanos católicos celebran su culto por Santa Bárbara, una virgen y mártir cristiana decapitada por su propio padre, que se sincretiza en la santería con el Shangó yoruba. Este es uno de los orishas o dioses afrocubanos más adorados y también uno de los principales del panteón como deidad guerrera, asociada a los truenos, los rayos, la justicia, la virilidad, la danza y el fuego.
No obstante, algunos viejos santeros han comentado que el santo coronado de Fidel Castro era Oddua o Oduduwa, un orisha a quien se considera el primer rey y fundador de Ife, de donde nació la vida según la teología yoruba. Está muy vinculado a Obbatalá, con quien participó en la creación del mundo, y su santo se recibe directamente de manos de Babalawos pues es una entidad que no debe ser dada por sacerdotes menores.
Los hijos de este orisha son caracterizados como personas de voluntad férrea, algo tercos, de gran capacidad intelectual, reservados, tranquilos y que no se arrepienten de sus decisiones.
Su vínculo con Obbatalá, divinidad asociada a la cabeza, la sabiduría y la creación, se ha sustentado por la alegoría de la paloma blanca y su presencia en el simbólico episodio a inicios de la Revolución –el 8 de enero desde el cuartel de Columbia en La Habana– cuando en un acto de masas, una paloma se posó en el hombro de Fidel. El incidente fue interpretado desde entonces como una señal de buen augurio, y repetido luego a en 1989, a 30 años del triunfo de la Revolución.
Juego de sentidos
En los últimos días, Fidel Castro no solo ha sido motivo de duelo en Cuba. También ha servido de inspiración para un caudal invisible de adivinaciones.
Para quienes juegan la bolita, la lotería ilegal que cuenta con una bien organizada estructura subterránea en la Isla, el fallecimiento del líder revolucionario ha despertado un interés inusitado en el juego.
Lo mismo los habituales que quienes esporádicamente “anotan” sus apuestas han estado motivados por la creencia de que los grandes sucesos y personajes tienen su reflejo en los números que “salen”. Y la realidad parece confirmarlo.
Al día siguiente a la muerte de Fidel muchos en el país apostaron a números asociados a él por su simbología. Y los afortunados fueron quienes jugaron el 90, el 25 y el 26.
El 90 tiene “viejo” entre sus significados en la charada y es además la edad que tenía el Comandante cubano al fallecer.
El 25, por su parte, fue el día de su muerte, y el 26 encierra el doble hecho de ser el año de su nacimiento y, a la vez, el número del movimiento revolucionario que liderara para derrocar a Batista.
Pero allí no queda todo. En días sucesivos y hasta ayer, según se comenta por las calles, han continuado premiándose números relacionados de alguna manera con Fidel. Entre estos han estado el 95, que tiene “Revolución” entre sus conceptos asociados; el 80, que remite entre otras cosas a la “barba”; el 74, que muchos identifican con “militar” y “comandante”, y el 55 que es “patilla”, extensión de la barba, e “isleño”, una de las maneras en que se conoce en Cuba a los descendientes de españoles.
Y por si fuera poco, en las últimas jornadas la bolita cubana ha privilegiado el 8, que es públicamente identificado como “muerto”; así como el 54, “flores”; y el 57, “cama”, dos palabras relacionadas abiertamente con la enfermedad y el fallecimiento.
Es vox populi que los bancos ilegales que recaudan el dinero de los jugadores y pagan a quienes aciertan con los números, están sufriendo una contracción significativa de sus ganancias. Incluso se dice que en algunos lugares de la Isla están vetados números como el 1, identificado con “caballo”, forma con que se le llamaba popularmente a Fidel, y el 45, que tiene “presidente” entre sus significados. Ninguno ha salido todavía en las cifras listadas desde emisoras de la Florida y Venezuela que se utilizan acá para seleccionar los ganadores.
Tampoco han sido premiados el 14 y el 68, que se identifican con “cementerio”; el 64, “muerto”; el 78, “sarcófago”, y el 83, “tragedia”. Pero aún faltan cinco días para la ceremonia fúnebre en Santiago de Cuba y muchos cubanos confían en que podría ser su oportunidad de ganar, un postrer obsequio que agradecerle a Fidel. Vivir para ver.
Podrian jugar el 59. Digo. Tambien es alegorico.
gracias eric…un excelente trabajo numerologico…
Obviamebte, el genio del grande Comandante continua a cubrir y reconfortar a su pueblo querido. Que viva el inmortal cavallo!