Vamos a caminar por las calles de la ciudad fundada por el coronel Louis De Clouet con 36 franceses y otros aventureros en 1819. Vamos a caminar por las arterias que dan vida a la antigua colonia Fernandina de Jagua, arropada por un puerto, con tierras muy fértiles en su extensa jurisdicción y una red fluvial que la comunica con las zonas del interior.
Vamos a conocer los principales establecimientos de una urbe que aún no ha cumplido un siglo en este año de 1904, que ha despegado muy bien, pues solo en el primer semestre el valor de las mercancías exportadas alcanzó $ 8 853 144 y el de las importadas $ 2 811 069, con un balance favorable.
Ruperto J. Martín, dueño de la librería Galería Literaria, en la calle De Clouet a San Carlos, desde temprano atiende a los asiduos clientes que buscan obras novedosas, libros de texto para las escuelas o periódicos y revistas. Cerca de allí está “La Equitativa”, de Vicente Vada, especializada en telas, siempre surtida con lo más actual de la moda parisina.
El olor a pan fresco despierta el apetito de los transeúntes que pasan por la esquina de las calles de Santa Cruz y Boullon. En “La Central” han adquirido hornos de vapor, modelo Viena, y la producción y calidad de sus productos son los mejores en toda la comarca. Vende también víveres. Su dueño es Joaquín A. Bosque desde 1898, cuando compró el negocio a una pequeña empresa: “Hermanos García”.
De venduta a casa comercial
Es la más antigua de la ciudad. Nació antes de que De Clouet plantara bandera por estos lares. Era entonces una simple venduta, al pie de una ceiba, de ahí su nombre. Eso fue en 1810. Después tuvo varios dueños: “Font y Compañía”, Domenech y Rudies, Iruretagoyena, “Pons y Compañía”, “Francesch, Pons y Compañía”. Los últimos, la verdad que fueron osados porque abrieron el emprendimiento en 1898, exactamente al comenzar el bloqueo naval de Estados Unidos. Pero les salió bien “la jugada”.
José Franscesch disfruta los placeres de la vida en Barcelona, mientras J. Ferrer Sirés es el gerente de “La Ceiba”, dedicada a importación de víveres y a la venta de ellos al por mayor y al detalle, además de la compra y venta de azúcar.
No solo se surten los pequeños comercios en los grandes almacenes de “La Ceiba”, también pueden acudir a “El Palo Gordo”, ubicado en San Fernando 88. Tener mercados mayoristas —y hay varios— es básico para el sostenimiento del tejido que recorremos. Vicente Villar y Galo Díaz son los fundadores.
Ahora el gerente es Francisco Villar, hermano de Vicente, pues Galo tomó otro rumbo desde 1893. Proveen joyería, sedería, quincalla, perfumería, papelería y mucho más. A veces, otros importadores, al agotarse sus reservas, también compran allí.
Hagamos un alto en el camino para merendar en el hotel “La Unión”, fundado en 1869, propiedad de Vicente González. Tiene dulcería, restaurante y como jefe de cocina a Joaquín el criollo. A la excelencia de la comida se suma la diversidad de vinos: setenta y dos variedades, de lo más exquisito elaborado en Francia, Italia y España. El periodista Baldomero Martínez, encargado de la empresa y persona muy conocida, contribuye al éxito del negocio. El día de la visita almorzaba con un grupo de maestros de Trinidad.
Los muebles de Villapol
Carretones cargados de muebles, para oficinas o casas, se mueven por la calle San Carlos, hacia distintos puntos de la ciudad. Vienen de la Casa Villapol y Reigosa, con varias décadas en el giro.
En 1878, el emigrante gallego José Villapol abrió las puertas por primera vez de su comercio en la calle Hourrutinier 31; como el local le quedó chiquito trasladó el emprendimiento, en la misma vía, para el número 20, en 1881. Buscó un nicho en el mercado y lo encontró, afortunadamente, en la importación y ventas al por mayor de muebles.
Villapol, en 1900, se unió con otro exitoso comerciante, también gallego, José Reigosa Lombardero. Esta Compañía adquirió un edificio moderno en San Carlos, esquina Hourrutinier.
El inquieto Villapol hace negocios de comercio marítimo a través de la sociedad en comandita “La Española” que registró en 1897 con el objeto social de transportar pasajeros y carga entre el puerto de Cienfuegos, Santiago de Cuba, Guantánamo y Manzanillo.
A Antonio Asencio y Braulio Puente, gerentes de “La Alhambra”, les gusta la exclusividad. Leí en El Fígaro: “Sus espléndidos salones dedicados a la venta al por menor (…) son verdaderos museos del arte moderno, en los que se encuentran cuantas novedades de joyería, perfumería, sedería y objetos de arte han inventado la fantasía y el arte aplicado a la industria”.
“La Alhambra” recibe encargos de diferentes lugares de la isla. Goza de fama y prestigio y vende también al por mayor.
Seguir el paseo supone ir hasta la “Casa Villanueva”, importadora de tejidos, fundada por Gregorio Castillo en 1868. Su capacidad de trabajo y visión para el mundo de los negocios lo premiaron de tal forma que, cuando murió en 1897, dejó de herencia un millón de pesos.
Tres de los dependientes que le acompañaron, durante buena parte del trayecto, quedaron como gerentes del negocio: Felipe Villanueva, Eliseo Rangel y Modesto Novoa, mientras Josefa Villanueva, viuda de Gregorio, es la propietaria.
En San Fernando, números 38 y 40, hay otro negocio dedicado a la importación de tejidos, pertenece a “Claret y Compañía”. Fue inaugurado en 1876.
Casi 40 años tiene la “Casa Sánchez”, reputada firma comercial, creada en 1865 por Juan Planas y Pedro Sánchez con el fin de importar víveres para venderlos al por mayor. Después operó como “J. Planas y Compañía” y ahora es “Sánchez, Cabruja y Compañía”. Todos son familiares de los fundadores. Sigue con el objeto que motivó su instauración, aunque comercializa azúcar, representa a otras empresas y funciona como banco, además posee muelle propio.
Queda mucho por ver porque Cienfuegos es una ciudad de servicios. Es casi infinita la cantidad bodegas, bares, barberías, lavanderías, restaurantes, fondas y farmacias. Apenas apreciamos algunos de los comercios más relevantes. El lector avisado, identificará otros como “La Borla”, quincalla, perfumería, sedería y que también expende efectos de escritorio. Sus gerentes, José Torres y Pedro Goya, mantienen actualizado el catálogo. No pueden dormirse en los laureles, la competencia con “El Palo Gordo” y “La Alhambra” así lo exige.
El sistema financiero que ofrece préstamos y otras facilidades a los emprendedores es un factor que explica el progreso inusitado de la urbe. Primero fue el Banco Español de La Habana, y luego el Banco Nacional de Cuba. Desde la década de 1880 es notable la influencia de un grupo de comerciantes hispanos. Hemos mencionado a algunos de ellos. Han ido empoderándose más mediante lazos familiares: los Castaño, los Cacicedo, Falla Gutiérrez, Acisclo del Valle, los Cardona, Nazábal y Suero Balbín, entre otros. Llegarán a ser 18 organizaciones, entre instituciones bancarias y firmas dirigidas por comerciantes-banqueros. Había donde pedir crédito. Estas entidades garantizaban servicios de pagos por cable, giro de letras tanto en Cuba como en ciudades europeas, latinoamericanas y de Estados Unidos.
El pulmón de la ciudad
Se dice que el vasco Nicolás Castaño Capetillo es el hombre más rico de Cuba. El antiguo bodeguero y vendedor ambulante tiene múltiples negocios bancarios, en el comercio y la industria azucarera. Pero hay otro Nicolás en su clan, sobrino suyo, que va por el mismo camino. Hijo de su hermano Patricio, también millonario, el joven ha incursionado en la política; sin embargo, al parecer tendrá el mismo destino que la estirpe de donde proviene.
Es habitual verlo desde el alba en el puerto, donde posee el varadero “Castaño” para reparar, en tres departamentos, barcos de diferentes calados. También es dueño de almacenes de ferretería y maderas. Tiene un vapor, nombrado “Independiente” que realiza tres viajes a la semana con destino a Trinidad y Tunas de Zaza.
Abastecer de carbón mineral a los buques dejó de ser un problema cuando Patricio Castaño creó en el puerto, junto con Domingo Nazábal, la “Cienfuegos Coal Co.” Y, como todo no puede ser trabajo, quienes desean pasear por la bahía, con escalas en Punta Gorda, Jagua, Cayo Arena o Pasacaballos disponen de una magnífica opción para trasladarse: los vapores de la empresa “Boullon y Co.” Cada dos horas inicia el recorrido un barco.
Asimismo, pueden ir por el caudaloso río Damují hasta Rodas, visitar el embarcadero del central Constancia o Abreus durante el trayecto. En este caso garantizan dos viajes al día. Algunos aprovechan las facilidades que les brinda el negocio, fundado en 1860, para transportar mercancías.
El capitán español Antinógenes Menéndez Pintado sobrevivió milagrosamente a un naufragio. Decidió entonces vivir del mar y no morir en él y se quedó en la Mayor de las Antillas para siempre. Fundó en 1866 una naviera con el propósito de trasladar pasajeros y cargas desde Batabanó hasta Santiago de Cuba. Aunque perdió tres barcos durante la última guerra, todavía conserva el ímpetu de antaño y es parte inseparable del progreso de Cienfuegos, la “Perla del Sur” en los albores del siglo XX.
Fuentes
El Fígaro
Julves Álvarez, Y. (2017). La economía de Cienfuegos: el Grupo Gallego (1880- 1930). Revista Científica Cultura, Comunicación y Desarrollo, 2(1), 16-22. http://rccd.ucf.edu.cu/index.php/rccd
Suset García Sánchez, Mercedes Ferrer García y Lisbet López Saavedra (2018): “Las entidades de crédito en Cienfuegos (1901-1920): ¿Dualidad estructural de la banca?”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales, junio 2018.
“Antinógenes Menéndez, un apasionado hasta la chifladura por los barcos”, en Cantabria Liberal, enero 2020.
Asturianos en Cienfuegos Inmigracion Demografia y Relaciones Etnomatrimoniales 1860 1930. Academia.edu