En la bahía aún los restos de la flota comandada por el Almirante Pascual Cervera muestran la fiereza de la guerra recién terminada. Desde el Morro los centinelas divisan los acorazados y otras embarcaciones que llegan provenientes de Estados Unidos, con militares y civiles a bordo. Entre los pasajeros baja al muelle una mujer madura, de rostro adusto. Se nota que está acostumbrada a mandar.
Es Katherine Tingley. Viene con dos misiones: ayudar en la organización del servicio sanitario y expandir las instituciones docentes que dirige, basadas en una práctica milenaria, originaria de la India.
Dicen que Mackinley, el presidente estadounidense, facilitó su viaje.
Ha llevado una vida intensa, fuera de lo común para las mujeres de aquella época.
Natural de Newbury, Massachusetts, 6 de julio de 1847, ejerció como enfermera, en 1861, durante la Guerra Civil y su interés por las artes la motivó a integrarse a un conjunto de teatro itinerante en Europa. Cuando dirigía la Ladies Society of Mercy, a fines de la década de 1880, en Nueva York, se vinculó al grupo masónico de Manhattan. Allí conoció al irlandés William Quan Judge, hombre místico, esoterista y ocultista, uno de los fundadores de la Sociedad Teosófica, organización a la que ingresó Katherine, el 13 de octubre de 1894. Dos años después, al morir Judge, ella quedó cómo líder.
Participó activamente, mediante charlas, conferencias y la formación de grupos, en una Cruzada Teosófica Mundial que la llevó a varios países y fundó en Point Loma, California, la Escuela para el Renacimiento de los Misterios Perdidos de la Antigüedad. Además creó la Liga Internacional de la Hermandad y el Hogar de Verano para Niños, en Spring Valley, Nueva Jersey.
Explorando el terreno
El 19 de noviembre de 1898 Katherine dirigió una actividad benéfica en un escenario de la ciudad de Nueva York para reunir fondos destinados a las víctimas de la guerra en Cuba. Seleccionó la tragedia griega “Las Euménides”, de Esquilo. Comprendió que la isla caribeña, bajo el dominio militar de Estados Unidos, debido a los elevados índices de analfabetismo, en medio de la crisis material provocada por el conflicto armado y las secuelas espirituales que siempre causa una guerra, era terreno fértil para la expansión de sus ideas educativas.
Para lograrlo crearía la Academia de Raja Yoga en Santiago de Cuba, sucursal de la fundada en Point Loma. Encontró un aliado poderoso en el patriota y empresario Emilio Bacardí Moreau, alcalde de Santiago de Cuba, gran maestro masón, un intelectual que fundó varias instituciones culturales. Con él se reunió en el mes de febrero de 1899 y le expuso sus propósitos.
Katherine Tingley fundamentaba su labor pedagógica en el Raja Yoga, oriundo de la antigua India, del siglo III a.C. cuando el sabio Patanjali sistematizó en un texto filosófico, el Yoga Sutra, doctrinas que hasta esa fecha estaban dispersas. “(…) Implica que la mente es el rey por encima del resto de órganos de nuestro cuerpo”.
Las ocho prácticas integrales se resumen en:
Yamas. Códigos de conducta enfocados en el autocontrol.
Niyamas. Observancias y compromisos con la práctica.
Āsana. Integración de la mente y el cuerpo a través de posturas de yoga físicas.
Pranayama. Regulación de la respiración que conduce a la integración de la mente y el cuerpo.
Pratyahara. El retiro de los sentidos de las distracciones externas para desarrollar el discernimiento.
Dharana. Concentración, unidireccionalidad de la mente.
Dhyana. Meditación (que conduce al samadhi)
Samadhi. El estado de paz y conciencia plena / supraconsciencia donde no existe la dualidad.
Katherine regresó optimista a Estados Unidos. El 18 de agosto de 1900 desembarcó en Santiago de Cuba el equipo que materializaría la fase inicial de su plan: la doctora Gertrude Van Pelt, L. Wood, B. Knocke y Antonio Castillo, miembros de la Liga Teosófica de Hermandad Universal, según nos informó el investigador y periodista Igor Guilarte Fong, estudioso de la vida y obra de Emilio Bacardí.
Este colectivo de avanzada fue hospedado en la quinta Cuabitas, propiedad de Bacardí, donde constituirían una sede de la Academia Raja Yoga.
Katherine volvió en 1903, según la revista El Fígaro: “(…) fundando una escuela en la ciudad de Santiago, a cuyo plantel asistían unos 200 alumnos. Dos meses después fundó otra con el nombre de Academia Raja Yoga, que inaguró sus tareas contanto con niños de uno y otro sexo pertenecientes a las más distinguidas familias de la localidad. Esta institución ocupó uno de los edificios más espaciosos que hay en la ciudad oriental, y no bastando a los planes abrigados por Mrs. Tingley, trasladóse más tarde a la inmediata población de Cuabitas, a la pintoresca finca que posee en dicho punto el señor Bacardí, que la puso al servicio de la Institución”.
Las escuelas ubicadas dentro del centro urbano estaban en Santo Tomás, no.16 y en San Félix, no.7. Bacardí exhibía con orgullo las instituciones académicas a los visitantes. En abril de 1906, por ejemplo, llevó a los 300 delegados participantes en la Conferencia Nacional de Beneficencia a Cuabita, y allí les ofreció un almuerzo.
El temor a la resurrección de los fakires
Era de esperar que Katherine Tingley encontrara opositores, debido a la fuerte influencia de la Iglesia Católica en la sociedad y el desconocimiento existente acerca de las prácticas que proponía. En la ciudad de Pinar del Río también fue creada una Escuela de Raja Yoga. Indalecio Sobrado, ex Gobernador de la provincia y el abogado Ricardo R. Lancís, en 1908, solicitaron a las autoridades norteamericanas autorización para utilizar 4 mil pesos del presupuesto en el centro docente. La petición causó malestar en diversos sectores que estaban en contra de la introducción en la isla de aquellas academias. El Diario de la Marina, edición del 26 de mayo, señalaba:
“¿La teosofía es característica del Estado cubano? ¿el orientalismo con sus añejos principios y sus dogmas añejos forma parte del Plan de Estudios oficiales? ¿Saben ellos qué se inculca, acerca del espiritualismo en las conciencias jóvenes en las Escuelas de Raja Yoga? (…) los introductores de ellas debieron empezar, y no lo han hecho, por divulgar, de manera clara y precisa, su misión, prácicas y finalidad. No todos podemos registrar bibliotecas, repasar la historia y desmenuzar los anales de la vieja India, para saber concretamente si resucitan fakires y dervises, y si tras las aula de Raja Yoga renacerán las pagodas y volverán las ciencias y los ritos de los días del esplendor brachmánico”.
Junto con el enfrentamiento a la extensa campaña mediática de descrédito que duró años, Katherine tuvo que superar la destrucción del inmueble que ocupaba en Cuabitas la Liga Teosófica de Hermandad Universal y su academia anexa Raja Yoga, por un incendio ocurrido el 27 de junio de 1907.
Como parte de sus planes educativos llevó a estudiar a decenas de niños cubanos, a la Academia establecida en Point Loma, entre ellos, a dos hijas de Bacardí. Este proyecto también recibió críticas, en las que se destacaron el Diario de la Marina y La Defensa, editado en Santiago de Cuba. Denunciaban que dentro de los planteles se cometían abusos físicos con los alumnos y afectaban la salud de los pupilos con prolongados ayunos.
A La Defensa al parecer se le fue la mano en las acusaciones acerca de lo ocurrido en Point Loma, hechos que ameritan futuras investigaciones: “(…) la mayor parte de esos jóvenes han regresado al seno del hogar tuberculosos, atrofiados, fatuos, mutilados (…)”.
El general Calixto García Velez, embajador de Cuba en Estados Unidos, pidió a Washington que investigara la situación de la alumna Alicia Gil Gogorza, víctima de atropellos, según el diario santiaguero. La niña y su hermana, huérfanas de padre, habían viajado con la autorización de la madre, Caridad Gogorza. Katherine orientó indagar sobre el tema y lo anunció mediante una carta difundida en la isla caribeña. La Hermandad pagó el pasaje de la discípula, quien regresó a su ciudad natal, sin que quedara clara la veracidad del caso.
Mientras tanto, en Santiago de Cuba, Sidney Turner, director de la Raja Yoga, demandaba por injurias al director de La Defensa, en mayo de 1909. Y el Diario de la Marina continuaba lanzando sus dardos al decir que practicaban brujerías y que las doctrinas promulgadas las “consideraba peligrosas, falsas y un poco ridículas”. El 24 de junio Ángel Morales Carvajal, el ejecutivo del periódico santiaguero fue detenido y tuvo que pagar una fianza de 1300 pesos. Luego la Audiencia lo condenó a pagar una multa de 308 pesos.
La reconciliación
El influyente Diario de la Marina dio por terminada la campaña el 25 de febrero de 1910 mediante un artículo titulado “Aclaraciones”, “con el fin de evitar que la opinión pública confunda las Escuelas Raja Yoga y la Institución Liga Internacional de Hermandad, de la cual estas dependen, con alguna que otra de las sectas religiosas que hoy tanto abundan”.
Las academias sobrevivieron, desconocemos si hasta 1959, pues en la prensa hay noticias de la participación de sus alumnos en eventos políticos y culturales durante la etapa republicana. El saludable ejercicio físico y espiritual a la postre venció prejuicios y desconocimientos.
Katherine Tingley falleció el 11 de julio de 1929; su impronta quedó como precursora de la práctica del Yoga en Cuba. Si un día paseas por la ciudad de Santiago de Cuba y llegas al barrio Rajayoga tal vez recuerdes la historia que te he contado.
Fuentes
Igor Guilarte Fong: “Cronología de Emilio Bacardí Moreu”, trabajo inédito.
Diario de la Marina
El Fígaro