El curso del deporte, y hasta el de la historia, pudo ser otro si Fidel Castro hubiera fichado por los Yankees hace 70 años, si hubieran sido auténticos los argentinos que decían ser hermanos de Pelé y si Ayrton Senna hubiera seguido corriendo con el 42.
El tiempo se encargó de elevar a la categoría de mito las leyendas que surgieron alrededor del exgobernante cubano y los ídolos brasileños del deporte.
Castro en las Grandes Ligas
Cuenta la leyenda que, al no tener una carrera en las Grandes Ligas del béisbol, pese a que el swing de su brazo fue observado en los campos de la Universidad de La Habana por cazatalentos de los Yankees, Castro siguió otro camino hasta liderar una revolución en Cuba y después dirigir la isla como primer ministro y luego como presidente hasta 2008.
Entre los veteranos amantes del béisbol, la historia que vincula a político con las Grandes Ligas dice que el joven estudiante de Derecho comenzó a llamar la atención de observadores llegados desde Estados Unidos, y hasta se conjetura que en la puja por ficharle también entraron los Senadores de Washington.
Castro, que murió el 25 de noviembre de 2016 a los 90 años, fue un amante del béisbol, lo practicó en la universidad, pero el cuento de su flirteo con los Yankees perdió credibilidad debido a que los Mulos por aquél tiempo no habían decidido salir del país a buscar jóvenes talentos en el Caribe.
Si hubo o no un ‘try out’ (examen de prueba) para Castro en las Grandes Ligas habría que buscarlo en los archivos de los Senadores de Washington o los Gigantes de Nueva York, que en el comienzo de los años 50 tenían una auténtica red de espías en la región, una práctica que los Yankees establecieron en la década de los 60.tiempo no habían decidido salir del país a buscar jóvenes talentos en el Caribe.
“Mucho entusiasmo, poco brazo”, habría concluido algún observador que tuvo el privilegio de ver lanzar sin mucha calidad a Castro, quien hasta el día de su muerte pareció divertirse con la leyenda hecha mito, pero jamás hizo el mínimo esfuerzo para reducirla a mentira.
A lo sumo, dicen los historiadores, cuando Castro más se tomó en serio el béisbol fue cuando formó con otros revolucionarios la novena ‘Los Barbudos’ en la que, al parecer, jugó con mucha pena y sin ninguna gloria el argentino Ernesto ‘el Ché’ Guevara. Pero esa es otra leyenda, quizá otro mito.
Pelé y sus hermanos argentinos
El fútbol exquisito que practicaba el Santos de “o Rei” con Coutinho, Zito, Pepe y compañía generó envidias, pero también fue motivo de ejemplo, tanto que en Argentina el San Lorenzo de la época se esmeró en imitar al club brasileño y sus jugadores se proclamaron “los hermanos de Pelé”, sin que mediara antes un examen de ADN.
El fallecido escritor, periodista y poeta brasileño Armando Nogueira dedicó un espacio en su libro O canto dos meus amores a lo que, según él, fue “la admiración que se volvió obsesión” del San Lorenzo por Edson Arantes do Nascimento “Pelé”: “el club distribuía por la ciudad camisetas con la inscripción ‘los hermanos de Pelé’” y “los hinchas cantaban durante los partidos: “Y ya los ve / son los hermanos de Pelé”.
Tanta hermandad debía ser sellada con un encuentro de familia, no un partido amistoso, pues sería vulgarizar el acontecimiento pactado en Buenos Aires. Armando Nogueira, fallecido el 29 de marzo de 2010, relató en su libro que los jugadores del San Lorenzo y el Santos saltaron a la cancha lado a lado mientras en las tribunas colmadas ondeaban las banderas entrelazadas de esas instituciones.
“Pero la noche histórica acabaría de modo traumático. El Santos olvidó que se trataba de un encuentro fraternal y propinó a sus hermanitos del San Lorenzo una goleada por 1-7”, escribió el autor antes de concluir que, al día siguiente, un diario bonaerense tituló en su portada: “Pelé es hijo único”.
La fabulosa anécdota contada por Nogueira, el maestro de la crónica deportiva en Brasil, tuvo un segundo y decisivo capítulo cuando el periodista y escritor argentino Enrique Escande buscó información del partido del Santos con ‘los hermanos de Pelé’ para su libro ‘Memorias del Viejo Gasómetro’.
‘Quique’ Escande, fallecido el 6 de julio de 2013 en Buenos Aires, descubrió que nunca hubo tal partido amistoso, pero su libro no fue indiferente al relato de Nogueira. Prefirió enseñar que la fantasía gana de goleada a la realidad y así le dio cabida en su publicación, una emotiva antología de historias del primer estadio de San Lorenzo, demolido el 15 de agosto de 1981.
El misterio del 42
Aryton Senna da Silva, campeón de Fórmula Uno en 1988, 1990 y 1991 fue conocido en el comienzo de su carrera en su natal Sao Paulo como “el 42”, por el número que identificaba su kart. Pero en 1976 un mecánico apodado “el Japa”, por sus rasgos orientales, le pidió que lo dejara. “El cuarenta y dos -le explicó- es ‘shi’ – ‘ni’, (‘shi’: cuatro y ‘ni’: dos) que, en japonés, pronunciados juntos, significa: muerte”.
La revelación de la tragedia que suponía correr con el número 42 la hizo en 1989 el mismo piloto, conocido como ‘Beco’, al periodista y escritor brasileño Lemyr Martins, autor del libro ‘Uma estrela chamada Senna’. Dijo entonces que quedó más inquieto al saber por su mecánico que el japonés, cuando cumple 41 años, entra en el ‘yakudoshi’, un periodo aciago del que solo se libra si recibe una gran fiesta de los amigos y luego la retribuye cuando cumple 42.
El 7 de noviembre de 1993 Senna se despidió en una emotiva ceremonia de la escudería británica McLaren, donde compitió durante seis años. El GP de Australia de ese año fue la victoria 41 de su carrera… y la última para quien en su tiempo fue llamado ‘el piloto más japonés de la Fórmula Uno’.
Años después el ‘Japa’ se cruzó en el camino del escritor Lemyr Martins y le recordó: “shi ni, cuarenta y dos, muerte, ¿recuerda?. Ayrton paró en la victoria 41. No llegó a la 42”.
Sobre las creencias de los japoneses Senna solía decir: “Las respeto”. Y en una de las tantas charlas con Martins, en 1991, apareció el tema del ‘yakudoshi’: “Es una provocación, pero aún tengo diez años para llegar a los 41”, contestó Senna, quien falleció trágicamente hace 26 años, el 1 de mayo.
El que en sus inicios fue conocido como ‘el 42’, tenía 34 años.
EFE/OnCuba