Santiago, Moncada, Posta 3

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Salvo el trayecto de 17 km de la caravana con los restos mortales de Fidel Castro por Santiago de Cuba, todas las calles de la ciudad parecían estar desiertas. Caminé para hacer una serie de fotos por esas vías desoladas. Solo el murmullo proveniente de las concentraciones de personas y los televisores y radios rompían el silencio.

A pesar del calor sofocante la gente estuvo a ambos lados del camino del cortejo fúnebre.

Corriendo hacia el antiguo Cuartel Moncada, tomé un atajo y al pasar por frente una casa se escuchó el grito de una mujer: ¡Viva Fidel carajo! La caravana pasaba por el Parque Céspedes.

Desde el 30 de noviembre la ciudad se ha llenado de brazaletes del Movimiento 26 de Julio; estaba previsto que fuera así por tratarse del 60 aniversario del levantamiento de la ciudad para apoyar el desembarco del Granma, que finalmente llegó dos días después. Pero la coincidencia con la muerte del líder guerrillero le ha dado otra dimensión a este homenaje.

Cuando la caravana pasó por la Posta 3 del Moncada, policías motorizados, camión de prensa y buses de aseguramiento dejaron que el jeep que traslada las cenizas de Fidel pasara solo delante del lugar por donde él había entrado la madrugada del 26 de julio de 1953 para atacar el cuartel.

Luego de pasar el Moncada, en su recorrido por la carretera central y camino a la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, el jeep bajó la velocidad y se detuvo. Con destreza los escoltas se bajaron y empujaron por unos segundos. La gente comenzó a aplaudir.

Esta noche Santiago de Cuba –donde, como se esperaba, la despedida ha sido más intensa que en ninguna otra provincia– será el escenario del último acto público del duelo. En la mañana del domingo las cenizas llegarán a Santa Ifigenia, su destino final.

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