El rezo cubano en la frontera

Cubanos rezan en Nuevo Laredo, México, el 20 de enero de 2017. Foto: Irina Dambrauskas.

Cubanos rezan en Nuevo Laredo, México, el 20 de enero de 2017. Foto: Irina Dambrauskas.

Ninguno de los casi 150 cubanos varados al día de hoy, viernes 20 de enero, en Nuevo Laredo, vio el discurso de asunción de Donald Trump.

La mayoría de los migrantes se agolparon –como se proponen hacerlo todo el día todos los días hasta que algo cambie– en la última esquina de la ciudad fronteriza antes del Puente 1 sobre el Río Bravo, por donde se accede peatonalmente a Estados Unidos.

Foto: Irina Dambrauskas.
Más de un centenar de cubanos se ha reunido en la zona de Nuevo Laredo (México) más próxima al paso hacia los Estados Unidos. Foto: Irina Dambrauskas.

Todos esperaban novedades de Trump en su teléfono celular:

– Me dice mi mujer que Trump no dijo nada de los cubanos, socio –le comentaba a alguien César, un habanero de 45 años que vendió su casa y su moto para comprar un pasaje de avión a Ecuador, donde comenzó su travesía.

– Arriesgamos nuestra vida para poder ser libres, Donald Trump seguramente va a reflexionar –le respondía con intenciones de animarlo Carlos Ariel, de Sancti Spíritus.

Foto: Irina Dambrauskas.
“Trump no dijo nada de los cubanos, socio”. Foto: Irina Dambrauskas.

Todos vivieron con desilusión las noticias que llegaban desde Washington: esperaban peregrinamente que en su asunción el flamante presidente estadounidense les hiciera un guiño a los que llegaron tarde a la política “Pies secos, pies mojados”. La mayoría apuesta a una excepción:

– Ojalá que al menos dejen ingresar a los cubanos que salieron de Cuba antes de que se derogara la reglamentación –opina Marwin, un carpintero de Viñales.

Foto: Irina Dambrauskas.
La mayoría apuesta a una excepción. Foto: Irina Dambrauskas.

En el primer vuelo de la mañana, desde Ciudad de México, llegaron a Nuevo Laredo seis cubanos. Cuentan que cuando estaban embarcando en el Distrito Federal la Policía les pidió “100 dólares a cada uno” para dejarlos pasar pero pudieron arreglarlo con 1000 pesos mexicanos, aproximadamente 50 dólares.

Lo paradójico es que todos están legalmente en México gracias a un “salvoconducto” –una visa temporal– que les entregaron cuando pasaron por Tapachula, ciudad fronteriza entre México y Guatemala. Cuando llegaron al Aeropuerto de Nuevo Laredo otra vez fueron interrogados por la policía local y a uno de los cubanos le pidieron un soborno de 20 dólares.

A media mañana llegaron veintiocho cubanos más. Habían tomado un vuelo hasta Matamoros y desde allí abordaron un bus hasta Nuevo Laredo.

Emigrantes cubanos en la frontera entre México y los Estados Unidos. Foto: Irina Dambrauskas.

Ochenta de los que llegaron están durmiendo en el refugio “AMAR, Casa del Migrante” del pastor local Aaron Méndez, o en la Casa del Migrante Nazareth, de la Iglesia Católica. También están habilitados otros dos sitios provistos por el Municipio de Nuevo Laredo, con menor capacidad.

Foto: Irina Dambrauskas.
Foto: Irina Dambrauskas.

– Yo no estaba preparado para esto, pero gracias a la ayuda que va llegando lo vamos resolviendo. A varios el estrés ya los está afectando. Es cada día más difícil porque, encima, cada vez son más– dice Aaron, quien antes de apagar la luz para ir a dormir, le propone diariamente a los habitantes de su refugio “orar por la salvación”.

No es el único momento en el que se reza. Frente al Puente 1 periódicamente Yamila González, una habanera de 45 años, invita a elevar una oración. La están pasando mal pero van bien, gracias a Dios, dice.

Foto: Irina Dambrauskas.
“Tenemos esperanza en Dios…”. Foto: Irina Dambrauskas.

– Estamos tristes pero tenemos una esperanza, en Dios y en el presidente Donald Trump y en su esposa –dice Yamila, a quien varios señalan como la “líder” de los cubanos de Nuevo Laredo. Ella lo niega: “Soy solo una vocera de Dios”.

Yamila coordina las acciones con el pastor Aaron, quien gestiona la repartición de las ayudas que se reciben y quien, cuando muchos cubanos se agolpan en la calle, grita: “Vuelvan a la vereda, no sea cosa que nos empiecen a tratar mal aquí por tonterías”.

Yamila también resume el motivo por el que esta centena de cubanos –una porción mínima en función de los miles dispersos a lo largo de Latinoamérica– se fue de Cuba: “Queremos ser libres, queremos entrar para ser libres”.

Alguien desde atrás grita desesperado “¡Queremos humanidad! ¡Que nos dejen entrar por razones de humanidad!”.

Con el fin de la política de “Pies secos, pies mojados” hace hoy 8 días, la única posibilidad de permanecer en Estados Unidos para cubanos que entraron ilegalmente es demostrar ante un juez que tienen razones reales para recibir asilo político en ese país.

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Cubanos en Nuevo Laredo, México, el 20 de enero de 2017. Foto: Irina Dambrauskas.

Para las 5 de la tarde el pastor Aaron pasa por la Puerta 1 y les recomienda a los cubanos ir a descansar. Mañana será otro día, en el que en su desesperación siguen aspirando a que Trump les abra puerta.

– Aquí nadie tiene Plan B –dice Yamila González. Y la aplauden.

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Estados Unidos, destino deseado. Foto: Irina Dambrauskas.

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