Transcurrió más de una semana de la jornada más trascendente a nivel internacional protagonizada en el Estadio Latinoamericano, otrora Gran Estadio de La Habana, en sus 70 años. Las reseñas e imágenes de aquella tarde ocuparon la primera línea de los espacios noticiosos de todo el mundo en especial en Estados Unidos.
Hoy, las repercusiones prosiguen, aunque una reciente tuvo un matiz inesperado: en el último partido de preparación del Tampa Bay Rays en La Florida contra los Piratas de Pittsburgh, un hombre saltó al campo, profirió obscenidades y lanzó latas de cerveza contra el “dogout” en protesta por el viaje del club local a Cuba.
Aumentaron además los rumores que el emblemático campocorto y capitán de los Yankees de Nueva York, ya retirado, Derek Jeter, radicado en Tampa, podría convertirse en el propietario de los Rays, tras acompañarlos en su viaje a la isla junto a otros iconos del conjunto de la Gran Manzana como el miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, Dave Winfield y el ex manager Joe Torre.
La ilustre delegación de la Major League Baseball (MLB) fue comandada por su comisionado, Rob Manfred y honrada con la presencia de la viuda y la hija de “Jackie” Robinson, el legendario jugador que rompió la barrera racial en las Grandes Ligas y que en 1946 debutara en este mismo estadio en el año de su apertura oficial en un entrenamiento primaveral de los Dodgers de Brooklyn.
Manfred ha declarado que una mejoría en las relaciones de trabajo con Cuba es posible y mencionó la necesidad de un canal seguro desde Cuba a las Grandes Ligas (en alusión quizás a los peligrosos relatos sacados a la luz por Yasiel Puig sobre su fuga a través de México) y reveló que piensa que futuros juegos de la MLB podrían tener como escenario a La Habana.
“Es mi deseo que se pueda lograr un cambio en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba que permita a jugadores cubanos venir aquí y retornar a casa libremente. Las actuales restricciones han creado una situación que no es segura para jugadores y francamente, no queremos estar asociados a la misma”.
El “acercamiento” ha conseguido incluso que el gobierno cubano diera autorización a jugadores desertores a visitar la Isla pese a la ley que prohíbe a un atleta que retorne sin haber transcurrido ocho años de su partida.
Pero también las autoridades deportivas han insistido en que las negociaciones tomen un curso similar a las concretadas con otros países como Japón y México, en las que no se ha desconocido el papel de la Federación nacional y la inversión realizada en la formación del deportista, un asunto que se complica por las restricciones del embargo/bloqueo que impide que a la entidad estatal cubana llegue dinero por estas transacciones.
Los contactos continúan y el “22M” podría marcar también un hito para el béisbol cubano. Directivos estadounidenses de otras disciplinas están a la espera de la aprobación de un “permiso especial” a las Grandes Ligas que favorezca el fichaje de jugadores cubanos radicados en la isla, para preguntar cómo aplicarlo también en sus respectivas organizaciones.
El Presidente de los Estados Unidos escogió el contexto de un partido amistoso entre un club de las Grandes Ligas y un equipo nacional cubano para poner punto final a la histórica visita de dos días acompañado del mandatario Raúl Castro.
Ambos habían subrayado el rol del deporte en las relaciones de los dos países en sendas comparecencias en La Habana. En su importante discurso en el Gran Teatro de La Habana Obama citó a Robinson, a Muhammad Alí y a Teófilo Stevenson, mientras Castro aludía en la víspera a la hazaña de la nadadora de aguas abiertas de 65 años, Diana Nyad, que unió a ambas orillas del Estrecho de la Florida, en 2014, sin jaula protectora contra los tiburones.
Un club de las Grandes Ligas volvió a La Habana, 17 años después que por primera ocasión lo hiciera el Orioles de Baltimore tras el triunfo de la Revolución cubana. Dos presidentes volvieron al estadio habanero luego de que, también en 1999, Fidel Castro y Hugo Chávez, se enfundaran los uniformes de sus selecciones nacionales. Diferentes los contextos.