Audiometrías

La Habana puede medirse en decibelios. La ciudad es un pentagrama que desborda notas en formas, colores y en ondas. Para fotografiar el sonido entonces una ventaja: La Habana es a la vez señuelo y presa, y te dice siempre cuando disparar.

Los reproductores portátiles de tarjetas SD y memorias flash se han convertido en dispositivos muy populares para escuchar y compartir música en los espacios públicos. Y en ocasiones molestan, se funden con la amalgama de los ruidos de la ciudad y aturden.

Pero son a la vez una fuente de intercambio e interacción social. Son el termómetro para ver qué gustos musicales se reproducen entre quienes deciden romper con el aislamiento de los audífonos y compartir públicamente sus archivos digitales.

Para Yadian, pequeño agricultor que vende en una carretilla en Centro Habana, los “equipitos” tienen un buen precio en la calle. El suyo se lo compró a un “socio” por 40 CUC, que lo trajo de Ecuador y reproduce tarjetas SD, memorias flash y hasta se puede conectar por Bluetooth con los teléfonos celulares.

Los modelos y el tamaño de estos dispositivos, así como las personas que los emplean son muy variados. Unos más discretos y casi personales, otros toscos, insoportables; lo cierto es que forman parte de la música de una capital infinita en audiometrías.

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