Tratado de brujas

Pasado, presente y futuro… de eso hablan “las brujas” que usan las cartas o naipes como medio de adivinación.

En Cuba hay unas cuantas. A algunas las he conocido porque disfruto visitarlas de vez en cuando, sobre todo cuando me dicen cosas buenas o algo que se asemeje a lo que estoy esperando escuchar. Eso, sin contar la facilidad con que hacen al “entrevistado” vaciar sus gavetas cerebrales para que todo concuerde, todo encaje y hasta tenga nombre o explicación lo que aparece en esos bultitos de cartas que has partido en tres.

Hace un tiempo se ha hecho muy necesario, es como un primer paso antes de cambiar de trabajo, o un medio esclarecedor si se pierde la pareja, o se está inmerso en un papeleo para viajar o, simplemente, se quiere saber si se dará la venta de la casa o si el nuevo negocio irá bien. En fin de año se disparan las solicitudes. Todo el mundo se quiere asomarse a ver qué traen los próximos doce meses.

En medio de una perturbación siempre aparece una voz amiga que dice: “Llégate a ver a Fulanita, que es buenísima”. Ahí decides seguir el consejo y levantarte bien tempranito…

El horario es fundamental, algunas trabajan corrido, las hay con días alternos, las que solo descansan los fines de semana y, para evitar equívocos, en más de una puerta podrá leerse en un cartel bien elaborado la advertencia: “Si no es día de consulta, ¡No tocar!”. Debo resaltar que me extrañó no ver, por primera vez, al conocido Admón responsabilizándose al final de la nota aclaratoria.

Si se trata de una cartomántica que goza de popularidad, se tendrá la condena de una larga espera; pero la cola es válida si de saber se trata. Ahí se hacen nuevas amistades, se conocen historias fantásticas, se reciben otros contactos para verificar –es muy importante no quedarse con una sola opinión. Se asiste al inevitable intercambio entre las que repiten visita y exacerban las capacidades de la bruja que en breve consultarás, y sin necesidad de haber entrado, tendrás noticia de que tu drama no es el más grande ni el peor. Conocido consuelo de tontos, pero en ocasiones ayuda.

Yo las he visitado más de una vez y he escuchado mucho sobre ellas. Las que son muy buenas, exactas, las que te escanean con la baraja desde que se puso en contacto con tus manos, van al grano sin rodeos. Están las “más o menos”. Esas aciertan, pero inventan un poco o alardean de cosas que sabes que ni de broma pasarán. Por último –y como es lógico dinero mediante– está la estafadora o la cuentera, que inventa no bien entra alguien a la habitación. Las “visiones” pueden ser tan ridículas que hay quien se ha levantado antes de terminar por culpa de una risa inaguantable. Conozco el caso. Estas casualmente son siempre las más engalanadas, pañuelo en cabeza, flor en oreja, grandes argollas y collares pintorescos. El espacio estará inevitablemente decorado con algún santo y en la mesa donde consultan habrá una vela, un rosario, una estampita, un vaso de agua, y algunas pondrán además un tabaco a medio encender o masticado en la punta. Otras tienen un esquema, y hasta han incorporado el argot callejero a la lectura de los naipes.

En medio de una consulta, partida la baraja en tres y con la ansiedad por saber qué dicen las cartas, de repente puede invertirse el papel y que la consultante se convierta en consultada. Serás tú la interrogada: “¿Quién es Jesús?”. ¿María?… ¿José? A esa hora los cerebros se bloquean, como si se tratara de una prueba oral de catecismo. Siguen las preguntas: “¿Quién es esta rubia? ¿Es de tu trabajo?”. Sin haber salido del asombro por la pregunta anterior, ahora a rebuscar entre el personal, y empezar a recordar. Sin terminar la tarea emprendida vas a caer en la historia que te deja más confundida: “El pantalón que tú tienes no se queda”. Le echas una ojeada al jeans que llevas puesto y no entiendes por qué tendrías que cambiarlo. “Te vas a encontrar un cuentapropista con dinero, dueño de un negocio, ¡una paladar!”. ¿Será ese hombre emprendedor el “nuevo pantalón”; es decir, la nueva pareja? ¿O es un proveedor que te ayudará a remplazar el jeans?

Habiendo quedado atrás la sección Parejas y Confecciones, llega una que no puede faltar: ¡El viaje! “Vas a viajar. No sé cómo, pero tú viajas. Aquí está clarito, clarito. Te lo pone la mismísima Santa X, con firmeza”. ¿Acaso los santos en vez de estar en la Corte Celestial ahora radican en Emigración y Extranjería? ¿Departamento de Visado? El viaje es algo que dejan siempre con un final abierto, es una afirmación sin fecha de caducidad y sin destino incluido, cosa que puede suceder en 2017 o más adelante, y da igual si es a Santiago de Cuba o a Miami, el itinerario no es asunto de ella. Habrás tenido el anunciado viajecito.

La parte más interesante es cuando mencionan tu extenso cordón espiritual; por ejemplo: una gitana linda, un indio guerrero, un negro problemático, una negra gruesa que camina bamboleando las caderas y se sienta con las piernas abiertas y, por último, una delicadísima monja… ¡Cinco! Y tan diferentes…

Resulta entonces que la gitana no quiere que te cambies el color del pelo ni que lo cortes. Le gusta que uses argollas y abanico. El indio te protege muchísimo. ¡Enhorabuena! Y el negro, dice, es el que aparece cuando discutes. La negra de anchas caderas que se mueven al caminar te hace desafiante y expresiva, en contraste con la monja dulce, apacible, delicada, sosegada… ¡Cuánta contradicción! Te sentirás lista para ser atendida en un hospital de día por serios problemas de trastornos de identidad o personalidad múltiple. Luego de estar ligera de pensamiento, te sientes desconcertada, con la mirada fija en las copas, espadas, bastos y monedas que van desapareciendo junto con la frase: No te digo nada más… (¡Por suerte!)

Siempre rezo para que no me hagan la petición de las peticiones: “Pregúntame algo, ¡pero no me lo digas!… ¿Ya lo pensaste, ya?…  La respuesta es sí, con firmeza”. No quieran saber lo que pregunté, solo alégrense por saber que con un gremio tan positivo como el de las cartománticas, la prosperidad y las cosas buenas están garantizadas en el futuro de todos los que asisten a estos lugares. No faltarán los buenos trabajos, los esposos con “desenvolvimiento económico”, y se resolverá el problema de vivienda. Me da pena con los psicólogos y los psiquiatras, que se quedarán sin pacientes. Eso sí, preocupan las colas en emigración, embajadas y agencias de viaje, ya que todos vamos a viajar.

No puedo concluir sin decir que en este arte que pretende adivinar sobre todo el futuro, aliviar algunas penas o incentivar las esperanzas de quienes acudimos a él como medio de consuelo, es muy solicitado por las mujeres. La última que visité, de hecho, no consulta hombres. En este mundo de cartas y brujas podemos encontrar de todo, hasta el ánimo de seguir adelante en busca de la Fe perdida. Nunca teman a la voz ajada que dice: “Te veo mal, ¿quieres que te tire las cartas?”

 

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