Mario Cremata y la voluntad de prevalecer

Mario Cremata Ferrán. Foto: Gabriel Guerra Bianchini

Mario Cremata Ferrán. Foto: Gabriel Guerra Bianchini

En su primer libro, el periodista Mario Cremata Ferrán ofrece al público, en forma de entrevistas, las palabras de renombradas personalidades, como Alicia Alonso, Graziella Pogolotti, Harold Gramatges, Alfredo Guevara, Roberto Segre y Monseñor Carlos Manuel de Céspedes.

Muchos han muerto ya; pero en La voluntad de prevalecer hay, precisamente, un reconocimiento a su trascendencia, a la posibilidad de ser recordados “más allá de su existencia terrenal”.

Bajo el sello Ediciones Boloña, los 18 textos convierten a este volumen en un valioso compendio al cual recurrir, cuando se pretenda abordar la intelectualidad cubana del siglo XX.

¿Qué le motivó a compilar sus diálogos con estos intelectuales?

Aunque no negaré que me ilusionaba hacer realidad mi primer libro, quienes más me animaron –sin contar la familia y algunos amigos– fueron los entrevistados, casi en pleno, seguramente como un modo de rescatar del olvido sus propios testimonios.

También, aunque las entrevistas fueron publicadas en fecha inmediata o bastante cercana a su realización, me motivó concretar este empeño mientras los protagonistas estuvieran vivos. Todos rebasan las siete décadas de vida, algunos ampliamente. Las cuatro excepciones fueron Harold Gramatges, Alfredo Guevara, Roberto Segre y Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, quienes fallecieron en 2008 el primero, el segundo y el tercero en 2013, y el último en 2014.

Hace pocos días, cuando ya se había presentado el libro, sobrevino la muerte de Beatriz Maggi, quien me iluminará siempre de un modo absoluto.

Mario Cremata Ferrán. Foto: Gabriel Guerra Bianchini
Mario Cremata Ferrán. Foto: Gabriel Guerra Bianchini.

¿Cómo fue el proceso de selección de entre casi una treintena de trabajos?

Arduo, porque cuando uno está demasiado involucrado, el ejercicio de discriminar puede convertirse en una tortura. Lo que sí tuve claro desde el inicio fue el mantener homogeneidad en cuanto a la estructura clásica de preguntas y respuestas. Y ese primer filtro me hizo desestimar algunas.

Después debí limar, mientras fue posible hacerlo, los desbalances respecto a extensión e intencionalidad, pues aunque la mayoría de los textos fueron publicados en el periódico Juventud Rebelde, algunos fueron concebidos para la revista Opus Habana, donde finalmente aparecieron en la sección “Entre cubanos”, con un perfil muy diferente al de un diario nacional.

¿Por qué la entrevista y no la crónica o el reportaje?

Desde mis primeros pasos privilegié la entrevista, sin renunciar a otros géneros, sobre todo la crónica, que tiene mucho que ver con mi manera de asumir el acto de comunicar. Pero no pierdo de vista que mucho antes de pensar convertirme en periodista, disfrutaba de la conversación y del arte de preguntar, así que me siento más cómodo “arrancándole” historias a mis interlocutores.

Mario Cremata junto a Alicia Alonso, una de sus entrevistadas. Foto: Gabriel Guerra Bianchini.
Mario Cremata junto a Alicia Alonso, una de sus entrevistadas. Foto: Gabriel Guerra Bianchini.

¿Revelan los testimonios aspectos poco conocidos de los entrevistados?

Por más hermético que a primera vista resulte mi interlocutor, si entre ambos logramos instaurar esa poderosa herramienta que se llama empatía, llega el momento en que este termina olvidándose de que está siendo interrogado. En este clima ideal, resulta inevitable que emerjan confesiones, datos nunca antes revelados, reflexiones a las cuales no habían sido arrastrados, etcétera, que en el futuro podrían ayudar a la conformación de un retrato menos imperfecto del personaje en cuestión, de su carácter, de su legado intelectual.

Cierto que la mayoría de quienes leen una entrevista adoran esa suerte de revelación: el enterarse de primera mano de una preferencia o el ser partícipe, al menos por un instante, de la cotidianidad de una figura pública. Y aunque tales pinceladas están presentes en los diálogos que nos ocupan, creo que predomina el intento de apresar la personalidad, a veces con más trabajo, en dependencia de la disposición de los otros.

Resulta sintomático que este libro se publique por Ediciones Boloña, que Ud. dirige desde 2016…

Tienes razón, y por supuesto que no es nada fortuito. Sin embargo, el texto estaba en el plan editorial de Boloña desde antes de yo asumir la dirección. Lo que sí es inobjetable es que el impulso final lo di yo mismo, cuando tuve la certeza de que no ponía en riesgo ninguna de las publicaciones que conformaron el catálogo del sello para la Feria del Libro.

Mario Cremata Ferrán junto a Eusebio Leal en la presentación de La voluntad de prevalecer. Foto: Gabriel Guerra Bianchini.
Mario Cremata Ferrán junto a Eusebio Leal en la presentación de La voluntad de prevalecer. Foto: Gabriel Guerra Bianchini.

En menos de dos meses ha tenido dos presentaciones, en escenarios altamente simbólicos y con presentadores de lujo…

En efecto, la primera presentación tuvo lugar el 10 de abril, en el Aula Magna del Colegio Universitario San Gerónimo, en el Centro Histórico de La Habana, que es mi ámbito natural. En esa ocasión, además de las palabras del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal –guía de todos nuestros proyectos editoriales– conté con el aval de la doctora Miriam Rodríguez Betancourt, quien durante medio siglo enseñó a varias generaciones de periodistas las interioridades de la entrevista como género.

Recientemente, la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana manifestó el interés por el libro, porque la Universidad y de modo especial esa facultad, están presentes en casi todos los testimonios. Tuve la suerte de que me respaldaran y conminaran a la lectura dos eminentes miembros de su claustro: las doctoras Luz Merino Acosta y Ana Cairo.

En dichos actos tuve la satisfacción de que me acompañaran algunos de mis entrevistados: Alicia Alonso, Graziella Pogolotti, Zoila Lapique, Araceli García-Carranza, Roberto Fernández Retamar, Ambrosio Fornet y Ricardo Alarcón.

¿Por qué el título La voluntad de prevalecer?

Porque todos construyeron sus respectivas obras en un marcado y bien definido camino ascendente. Unos y otros, de forma más o menos visible, ansían la trascendencia, comparten esa voluntad de dejar huella, de que se les recuerde más allá de su existencia terrenal.

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