El carnaval de los viejos jóvenes

En la guagua ya empezaba el carnaval. El chofer saludaba a los otros choferes, sus contrincantes, y por una vez en la vida renunciaba a los desafíos. Nada de giros bruscos o acelerones. Un grupo de cinco o seis personas al fondo, auxiliados por un pequeño equipo de música, bailaban mientras duraban los semáforos rojos, y cantaban canciones que yo no reconocía.