Con la derecha es capaz de conjurar cualquier mal del estómago; con la izquierda elimina los ojos de pescado y los espolones de los pies.
Roberto Rodríguez tiene 86 años y al parecer es tan efectivo en lo que hace, que muchas veces le han pedido que vaya hasta el Pediátrico de Pinar del Río para atender casos que la medicina tradicional, con todos sus adelantos, se ha visto en apuros para resolver.
La primera vez, entró camuflado con una bata verde, y ni siquiera pudo tocar al paciente, pero después de un par de rezos, el pequeño comenzó a mejorar.
Desde entonces, Roberto ha vuelto en incontables ocasiones. “Todas las semanas voy hasta ocho y nueve veces, con padres que me vienen a buscar”, dice.
Todo comenzó cuando tenía 9 años. En las tardes, después de la escuela, sentía una fuerza que lo empujaba a correr a esconderse en el monte y allí permanecía hasta que lo encontraban.
Feliciano, su padre, que también tenía el don de “pasar la mano”, le explicó a la madre que el niño había heredado sus “poderes”, y que ya era tiempo de que comenzara a utilizarlos.
A partir de ese momento, Roberto acompañaría a Feliciano en las consultas. “Él atendía a las personas mayores, y yo a los niños. El primero que vi era un bebé de 6 meses. Todavía no estaba muy seguro de lo que debía hacer, pero mi padre me fue explicando”.
En un principio, se limitó a tratar las afecciones del estómago, como los empachos y las malas digestiones. Luego, cuando cumplió 14 años, el padre lo incitó a probar en otras ramas: “Primero quisimos ver si era capaz de tumbar los gusanos que le caen a los toros y los caballos cuando los capan, sin embargo no funcionó. No le hago nada a los gusanos”.
Luego, hicieron lo mismo con los ojos de pescado y los espolones, y entonces sí dio resultado: “Aquí ha venido gente con cientos de ojos de pescado, y a los seis o siete días ya se le cayeron, con un rezaíto que yo le tiro. Y en el caso de los espolones, los neutralizo de una manera que no salen nunca más”.
En sus casi ocho décadas atendiendo personas, asegura que la lista de casos tratados es enorme. “Eso no se puede contar. Son miles y miles. Hay veces que frente a mi casa, la cola de carros mete miedo”.
Los pacientes que acuden a verlo proceden de todos los rincones de Pinar del Río, desde Sandino hasta La Palma y Los Palacios, y también ha recibido personas de Artemisa, Catalina de Güines, Guanajay.
“Hasta los que se van para los Estados Unidos, en cuanto regresan, vienen donde estoy yo a que los vea, o a saludarme”.
A pesar de su habilidad para lidiar con los enfermos, no sintió inclinación por la carrera de medicina: “Los médicos tienen que picar y a mí no me gusta ver la sangre”.
No obstante, asegura que nunca se ha equivocado en un diagnóstico. “A Niurka, la de al lado de mi casa, le puse la mano encima y le advertí que no tenía ningún problema, que simplemente estaba embarazada. Ella me respondió que no, que era un empacho… y por ahí anda con su negrita”.
Jamás ha exigido un centavo por sus servicios. En lugar de intentar sacar provecho de sus habilidades, laboró como tractorista hasta la jubilación y todavía hoy trabaja la tierra.
“Yo soy misionero. Tengo que realizar esta misión y no puedo cobrar”, dice.
A lo sumo, acepta de vez en cuando algún obsequio. “Hace unos días, por ejemplo, me regalaron doce aguacates, y figúrese, a eso no se le puede decir que no, pero no le pido nada a nadie, porque este don no me lo dieron para explotar a la gente”.
Sobre su habilidad para conjurar enfermedades, explica que “es una gracia que Dios deposita en una persona desde niño, y tiene que continuar con ella, no puede abandonarla”. De lo contrario, dice, el castigo puede ser muy severo.
Feliciano, su padre, hombre sencillo y cabal, curandero renombrado, fue a entrar al Partido Comunista. “Antes el Partido no creía en el pasado de mano, ni que se podía curar a las personas de esta forma, y se lo prohibieron. A los pocos días lo cogieron las trombosis. En total le dieron catorce, se le viró la boca, los brazos y los pies. Entonces, un médico que lo vio nos dijo que tenía que volver a pasar la mano o se moría. Aquella misma noche comenzó por mí, y luego siguió por mis hermanos. Al día siguiente amaneció bueno y sano. El Partido lo autorizó a que siguiera atendiendo a las personas y nunca más tuvo problemas”.
De sus seis hermanos, Roberto es el único que sacó el don del padre, quien a su vez lo había recibido de su abuela, pero ni los hijos, sobrinos o nietos lo han heredado. Hasta ahora, el hombre que cura con las manos no tiene sustituto.
“Esto no se le puede enseñar a nadie. Uno tiene que nacer con la gracia. Si no, es por gusto, porque no hay efectividad en lo que estás haciendo, y las enfermedades se te pegan a ti”, dice.
Roberto dice aún le queda un buen tiempo “en activo”.
“Mis padres murieron de 95 años, y yo también voy para allá”, afirma. De ser así, todavía tendría al menos nueve años para encontrar quien lo sustituya, y que su don de sanar con las manos no termine en él.
A mí cuando era niña me llevaron varias veces a él. De verdad que era muy bueno con sus manos. Me alegra que todavía siga trabajando…
A mi hermanita la llevaron a que este señor Roberto atendiera lo que resultó ser una úlcera duodenal. Empeoró cada vez más. Para lo único que sirvió fue para perder el tiempo, y para perder tiempo (necesario para una intervención oportuna). Yo estaba fuera de Cuba y no me enteré. Si no, no lo hubiera permitido. Este periodista empieza con una afirmación disparatada “Con la derecha es capaz de conjurar cualquier mal del estómago; con la izquierda elimina los ojos de pescado y los espolones de los pies.”. Lo peor del artículo es que no pone un solo ejemplo de los miles en que los tratamientos con las manos no sirven ni resuelven ¿O es que este autor cree de veras que Roberto es infalible? Al omitir todo testimonio opuesto, es lo que da a entender (o lo que afirma, si nos fijamos en el título y en la primera oración. En fin, es un trabajo horrendo.
Cuando tuve mis hijas, siempre las llevé donde Feliciano su papá.
Vivo en E Unidos y una de mis visitas a Cuba me puse muy mal y mi mamá rapidísimo mandó buscar a Roberto, gracias a él pude al otro día regresar, de verdad que tiene mi respeto y que Dios le de larga vida…
Hola. Tengo una amiga que tiene serios problemas con los espolones. Alguien podría decirme cómo encontrar a este señor. Muchas gracias por la información.
Al comité editorial de la Revista On Cuba. Estimados editores: A raíz de la publicación de este trabajo se ha suscitado un debate en mi opinión interesante en las redes sociales, pero no es sobre eso que versa mi comentario. Me preocupa enormemente que el periodista autor del trabajo ha afirmado, como parte del mencionado debate, que- y lo cito textualmente- ” al final de los finales, mientras se diserta sobre periodismo científico (y aclaro que el texto en cuestión nunca tuvo tales pretensiones), Roberto sigue entrando al pediátrico, a petición de padres y a sugerencia de médicos… Digan lo que digan las fuentes de acá o acuyá, no cambiarán los hechos…” Sé que eso no es parte del trabajo publicado por OnCuba, pero indudablemente está en estrecha relación con él. Mi preocupación se debe a que, de acuerdo con lo que Ronal afirma en sus comentarios, Roberto ya no solo atiende en su casa, sino que él entra al Hospital Pediátrico, a petición de padres ¿y médicos?
¿El periodista está consciente de que está afirmando que en el Hospital Pediátrico de PR se le solicita a un personal no médico que no tiene título profesional o aval legal alguno que acuda a la institución a tratar a los pacientes, quienes por demás son menores de edad? ¿Él está afirmando que como resultado de su investigación periodística conoce que eso ocurre a solicitud y con la aprobación del personal médico? ¿Tiene él alguna medida de la trascendencia ética y legal de esta afirmación? Como médico no puedo hacer menos que preocuparme por el simple hecho- mucho más allá del debate científico- de que un periodista conozca que esto ocurre en una institución de salud cubana y lo esgrima como un logro.
@Liana Deborah Sigfredo realmente triste lo que pasó su hermanita, pero como bien dice el periodista, Roberto cura “cualquier mal de estómago” lo que excluye úlceras duodenales (duodeno, no estómago) y tengo certeza que él debe haber recomendado que llevaran la niña al hospital. Roberto no es infalible, pues no cura todo…pero con su humildad, reconoce sus límites. Ha tratado 4 generaciones de mi familia y no he oído nunca que nadie haya muerto por él haber tratado de curar lo que él sabe bien que no puede curar. Cuando su ciencia o don como quiera llamarlo, no le alcanza, remite a la persona al hospital. Y el artículo me pareció muy bueno, tanto por la redacción como por el reconocimiento que se le hace a un señor que no cobra nada por ninguno de sus trabajos (a diferencia de los muchos curanderos y babalaos modernos que parece que el don lo pagan en dólares) y que atiende a cualquier persona sin importar si esta llega para interrumpir su trabajo o su horario de comida. Experiencias tristes no dan derecho para menoscabar con rabia el trabajo de los otros, no vale la pena sembrar odios y me disculpe usted si no está de acuerdo.
El Partido no creia, y se lo prohibieron. El Partido creyo, y lo autorizo. Ay, Cubita la bella!!!!
Por favor si alguien conoce la dereccion en pinar del rio de este senor. Necesito su ayuda.
Mandarmela a mi correo. albertoareyes@aol.com
Interesante trabajo. Conozco otras personas que realizan prácticas parecidas. Se crea en ellas o no, se aprueben o no, es parte de nuestra realidad a día de hoy. Por cierto, no entiendo por qué la forista Patricia se dirige al consejo editorial de OnCuba por lo que el periodista opina en las redes sociales. ¿Acaso OC debe regular lo que opinen sus periodistas en facebook, o en la esquina de su casa, o en la cola del pan?
Por muy lalemtable que sea, es cierto que la fe en estas prácticas es parte de nuestra realidad. Puede que este ejemplo sea de lo más evidente, pero en nuestras instituciones se practican hoy terapias que nada tienen que envidiar a este pobre señor de noble corazón. Homeopatía, terapia floral, acupuntura, sanación cuántica, radiestesia, pirámides y otras, algunas amparadas por resolución del MINSAP y otras toleradas son hoy habituales en nuestras instituciones médicas. Y en su soporte no tienen más ciencia que las manos de Roberto. Asi pues, no nos asombremos de que un incauto periodista sucumba ante la magia y la anticiencia.
Liana Deborah Sigfredo, ud ha viajado fuera de Cuba, consulta publicaciones de Internet como OnCuba, deja mensajes en el foro, ¿y sin embargo no tiene cuenta en Facebook? Acabo de teclear su nombre completo y no aparece nadie que se llame así en toda la red. ¿Podría decir usted cómo está tan segura de que el entrevistado de este trabajo es el mismo que atendió a su hermanita, si usted ni siquiera estaba aquí en ese entonces? ¿Pudiera decir cómo es el interior de la casa de Roberto, o las características de las viviendas que tiene alrededor, o algún rasgo específico de este hombre (a parte de los que se aprecian en la foto) que corroboren que es cierto que usted lo conoce, o mejor, que usted existe en realidad?
Este mensajito es para Elizabeth.Yo conozco personalmente al señor Roberto pq de niña mi papa siempre nos llevaba a mi hermana y a mi donde el y todo lo que dice el artículo es cierto.El vive en el kilómetro 6 de la carretera a la Coloma en pinar del rio,cuba.Si necesitas mas información o como llegar donde el no dudes en contactarme y mucha suerte para tu amiga
El periodista sabe lo que esta diciendo y yo tambien lo se ya que muchisimas veces me atendi con el, no solo de niña,tambien siendo adulta, vine a EU con 22 años y hoy tengo 40 y si, yo y toda mi familia nos vimos muchas veces con Roberto y mis padres y tios con Feliciano. El si cura lo digo por experiencia. Su direccion muy facil. Km 6 de la carretera a la coloma pinar del rio, una vez alli solo pregunten por el, hasta los perros lo conocen. Muy humilde y servicial. Es nuestro tio que nacio de noche, asi le decimos cariñosamente.