Un cadencioso toque de tambor hace que se paralice el ajetreo académico en el Teatro Heredia de esta ciudad. Ante la melodía, los miembros del Cabildo de los Congos Reales de Lajas (Cienfuegos) danzan sin parar. África les corre por las venas y sus danzas llevan ese compás procedente del continente negro. Resulta imposible no apreciarlo.
Una diferencia marca la ceremonia de los Congos Reales. Zigzaguean la enseña cubana en el medio de un “baile de diversión”, que es como le llaman al performance que representan. Es el Juramento de la bandera, un acto religioso de bienvenida, muy colorido y tradicional. Lo hacen desde tiempos inmemoriales y muchos especulan que hasta el gran Benny Moré pudo hacerlo, porque es descendiente de este grupo portador cienfueguero.
Religiosidad y cotidianidad otra vez se unen. El caso del Bárbaro del ritmo y su cabildo, no es insólito. Las personas interactúan con sus creencias y la llevan a su escenario diario. De ahí la trascendencia del Festival del Caribe. El evento tiene la capacidad de mostrar en siete días todo ese acumulado tesoro de tradiciones, amansadas y enriquecidas con nuevos elementos con el paso del tiempo.
Una diversidad de credos, rezos, ceremonias y vestuarios se aprecian en la Fiesta del Fuego. Hay dos momentos para apreciarlo: el Desfile de la Serpiente, y en la Quema del Diablo, bienvenida y despedida popular que propician los organizadores del evento y donde se hace el recorrido de todos los participantes desde Plaza de Marte, por toda la Calle Aguilera, pasando por el céntrico Parque Céspedes, hasta la Alameda que bordea la bahía santiaguera.
Sorprenden los rituales que se adueñan de la Casa del Caribe y de la loma donde se ubica el Monumento del Cimarrón, en el poblado de El Cobre. Muchos de estos performance tienen una connotación afro, porque como ha dicho en el coloquio El Caribe que nos une el profesor norteamericano James Lorand Matory, las comunidades caribeñas y del continente americano nunca han dejado de estar en diálogo con África.
El catedrático sostuvo en su conferencia magistral impartida en ese espacio teórico, que la religiosidad es sustancial para entender todo un fenómeno que forma parte de la cultura de la región.
Otras creencias también se palpan en la ciudad. Suriname, nación invitada de honor, muestra su herencia espiritual, la cual es muy diversa y proviene de la composición étnica de su población. Chinos, hindúes, javaneses, amerindios y cimarrones exhiben sus credos como un verdadero ejemplo de misticismo y diversidad de culturas.
De Cuba podemos ver expresiones como el espiritismo, los cultos de los Arará, los Yoruba, y los ya mencionados Congos. También del vodú, traído de Haití.
Todo coexiste en Santiago de Cuba. Aquí no hay reglas cuando se habla de espiritualidad. A los practicantes y quienes estudian las religiones, les une el diálogo entre todas las creencias y el respeto a las mismas. Solo eso prima en el Festival del Caribe.