Placetas es uno de los municipios de Villa Clara donde el catolicismo tiene un marcado arraigo. Pero por estos días incluso los no católicos de la villa celebran el cambio en la imagen de la iglesia del pueblo. No es para menos: gracias a una profunda restauración que levanta la mirada de los transeúntes, el templo ecléctico ya no tendrá que sobrepasar 60 años sin recibir ni una sola mano de pintura, como estaba a punto de ocurrirle.
Luego del 6 de julio de 1955 —última reparación— la edificación fue presa de un abandono total. No solo las manchadas paredes atestiguaban la desidia de los hombres y las rudezas de los años. Daban lástima las ventanas de la torre y las campanas no se podían ni tocar, según explica María Julia Martínez Alemán, suerte de administradora y albacea de la parroquial de San Atanasio, ubicado en el corazón de la Villa de los Laureles.
“Durante muchos años este fue uno de los lugares malditos del pueblo. Como en todo el país, si entrabas podían mirarte con sospecha, pero de 1998 para acá, con la visita de Juan Pablo II, todo cambió. Ahora, aunque no faltan las reservas, es evidente un mejor clima y respeto”, explica María Julia mientras acaricia las paredes recién pintadas.
El 29 de marzo de este 2015 una ceremonia en la parroquial fue noticia, o debió serlo, pero la prensa oficial no se dio por enterada. Otro tanto sucedió con las autoridades gubernamentales del municipio que, aun siendo invitadas y radicando a solo unos metros de la parroquia, decidieron no asistir a una liturgia un poco rara para este país: la bendición de tres nuevas campanas de bronce.
Luego de la consagración de las campanas del Santuario del Cobre no se recordaba en Cuba una ceremonia similar. Esta de Placetas la ofició monseñor Arturo González Amador, obispo de Santa Clara, quien bendijo los tres nuevos ornamentos sonoros, en una eucaristía a la que asistieron líderes religiosos de la Isla y el embajador de Francia, Jean-Marie Bruno.
Aunque la emisora local optó por no comentar el suceso, la mayoría de los placeteños está al tanto del acontecimiento. Por ejemplo Pedro, uno de los cocheros que tiene su piquera en la esquina del templo, recuerda con gestos amplios cómo se llenó de gente ese lugar el pasado Domingo de ramos, “porque todo el mundo se asomaba para ver aquellas campanas con un baño de oro”.
Sin embargo, a pesar de lo que piense el cochero y el brillante lustre que las recubre, las tres ‘hermanas’ no tienen nada de oro en su aleación. Son de bronce y fueron fundidas en la ciudad francesa de Annecy, donde la industria Paccard, con una tradición de más de 200 años, fabrica todavía las mejores campanas del mundo.
La Caridad del Cobre, San Martín de Tours, y San Juan Pablo II son los nombres de los tres instrumentos donados y que devolvieron la utilidad el campanario de la iglesia de Placetas. Exhiben las estampas de las figuras que le dan nombre y tienen un peso de 445, 225 y 125 kilogramos, respectivamente.
La primera de ellas la regaló María Teresa de Luxemburgo, la única cubana y primera latinoamericana en convertirse en soberana de una monarquía europea. Habanera de Marianao, y procedente de la acaudalada familia Falla-Bonet, María Teresa al parecer guarda con afecto la impronta de su familia en esta zona del país, notable dentro de la sacarocracia insular antes de 1959.
La campana “San Juan Pablo II”, la donó Emeric de Razières mientras que la “San Martín de Tours” llegó por la gentileza de Alice Attal. Precisamente el santo de nombre francés, fundador de las parroquias rurales galas y uno de los más populares entre los católicos de ese país, le da nombre a la orden que desde el año 2006 ha tomado las riendas de la iglesia placeteña.
Se trata de una comunidad religiosa que cinco clérigos en este poblado de la carretera central. Entre ellos el padre Teobaldo Lambert, con quien subimos hasta el campanario justo en el momento en que hacía el primer llamado para la misa de las ocho de la mañana.
Lambert es un joven de 32 años que se alegra de su misión por estas tierras, y espera que se incremente en el futuro cercano el número de representantes de su congregación en la isla.
“Estamos muy contentos de devolverle a este templo su antiguo esplendor, sin embargo queda mucho por hacer”, me explica, mientras caminamos por la vieja casa parroquial, construida por los franciscanos y que ahora mismo muy deteriorada. Allí las paredes se acompañan de pupitres y pizarras, pues desde hace algún tiempo la institución ofrece repasos a estudiantes de diferentes niveles, además de servicios de comedor y farmacia para los más necesitados.
Esas tareas, junto a la recolección de fondos, han generado la suspicacia de algún que otro funcionario gubernamental, máxime cuando Placetas ha sido vista por algunos como “un foco disidente”, asegura Mercedes, una de los fieles más asiduas. Ella misma aclara que “no han faltado quienes hayan querido usar la iglesia como tribuna para hacer política, para actividades que ahora mismo ya no están de moda, luego del descongelamiento de las relaciones con Estados Unidos”. Y de inmediato guarda piadoso silencio.
Teobaldo, en cambio, asegura que son muy buenos los vínculos con las autoridades locales y que no siente ataduras para su ejercicio. “El mandato eclesiástico es anunciar a Jesucristo y buscar el bien común. Eso es lo que pretendemos. No obstante, si trabajamos de conjunto con el gobierno podremos tener resultados más notables a favor de la comunidad”, concluye con una sonrisa.
Sin embargo, al joven capellán le gustaría que se destrabaran ciertas cerrazones burocráticas como las que impiden acometer la restauración en la propia casa franciscana, al fondo de la iglesia. “Están los recursos pero no nos dan el permiso”, afirma. Los representantes institucionales le dicen que los valores patrimoniales del edificio deben ser salvaguardados, pero para el párroco es mucho más aconsejable salvar la edificación con algunas modificaciones interiores que verla desaparecer con el paso de los años.
No obstante esos vaivenes, Teobaldo, Maria Julia, Pedro y Mercedes tienen fe. Soplan vientos frescos, y están convencidos de que con la tercera visita de un Papa a Cuba en 17 años se fortalecerán mucho más los vínculos entre la iglesia y el Estado. También lo esperan muchos de esos pobladores que ahora escuchan claros repiques de campana cuatro veces al día.
Estamos seguros de qué con la visita de Francisco mejorarán aun mas las relaciones. Agradezco este trabajo porque ayuda a comprender que la iglesia no es un enemigo ni sinónimo0 de contrarrevolución, gracias on!
Me molesta la injusticia, yo salí de ahí, me crié ahí, es fue la iglesia donde tomé mi primera comunión. Actualmente vivo en La habana, soy Directora de Televisión del ICRT y me pregunto por qué ciertas personas se llenan la boca diciendo tantas estupideces. De cuándo a acá la iglesia está maldita ni ocho cuartos? Nunca en mi vida oí semejante barbarismo! Ah, y lamento informarles que mi padre, uno de los mejores ingenieros civiles de Latinomérica reconstruyó ese lugar, por Dios! Nada, es que si Dios se entera infarta el pobre…
Bueno (y a quién le importa que seas directora) no sé tu caso, pero como bien dice la escritora, hubo un tiempo en que te miraban mal si ibas a la iglesia, luego en los 90 las cosas fueron cambiando, soy de Matanzas y al menos aquí si existieron muchas rencillas con la iglesia. De hecho el propio gobierno ha reconocido que existió tirantez de ambos lados. Coincido con lo que se escribió, ahora mismo con la visita del papa a Ecuador vemos como todo está cambiando de ambos lados y ya hasta las máximas autoridades del gobierno cubano participan en ceremonias religiosas, algo inpensado antes de 1998. Soy católica y me alegra esta noticia
¿Y por qué lo lamenta, compañera directora del ICRT?
Esta bueno tu curriculum, igual que el de tu papa… Pero no entiendo por que hablas de injusticia. Al contrario, era hora de que se hiciera justicia con el templo, el pueblo y los catolicos. El uso de la palabra maldito es por lo que sucedia si entrabas a una misa! Saludos!
Sin duda alguna el periodista trata de reflejar con marcado enfasis el problema iglesia estado, (problema este que el recrea hasta el infinito sin bases concretas) mas que la noticia como tal, que lastima que un periodista tan mediocre redacte estas notas, sobre este significativo hecho local. Debo recordarle al periodista que el curita frances le puede explicar lo extremadamente laico que es la Republica Francesa en sus asuntos religiosos.
Niemeyer es el segundo, parece que primero está el papá de la Directora, (que debe ser de las mejores directoras de América Latina). Por favor, hagan comentarios objetivos y serios.
¿Cómo se atreven a negar las verdades que aquí se dicen? En Cuba ahora hay libertad religiosa plena pero antes claro que no la hubo. Y nada tiene que ver que un estado sea laico con la cooperación entre el gobierno y la iglesia. Por lo demás, gracias a Dios se restauró este templo, quienes hemos estado allí sabemos el estado que presentaba. El reconocimiento sano ayuda edifica la prosperidad y la armonía. Viva Cuba!
Esta claro que los medios oficiales hacen silencio sobre hechos como estos que le dan belleza a nuestro país y con los cuales ellos no se pueden adjudicar el protagonismo.
Un aplauso para el papá de la directora y, por qué no, para ella también por ser, oigan bien, Directora de Televisión del ICRT… ño esa tipa si le sabe a Placetas… y el puro ya tu sabes, cito: “uno de los mejores ingenieros civiles de Latinomérica”. Agua fría pa´la población con los valores agregados de su “comentario”.