Quitarse el muerto por 187 pesos

Estoy preocupado. De acuerdo con la señora que me tiró las cartas, alguien me tiene envidia y me ha echado un muerto en la propia puerta de la casa. Di tú.

-Mira mijo, tus cartas te están saliendo bonitas, excepto por este mal que te han echado, dice.

-¿A mí quién me va a tener envidia?, le pregunto.

-Una persona que no puedo decirte, pero que te conoce y no quiere que tú logres tus objetivos, porque quiere hacerte daño.

A esta cartomántica le dicen Mama, y vive en una cuartería en la calle Virtudes, en Centro Habana. Es una mujer negra de más de 50 años, rapada al cero. Alguien que se “consultó” con ella me dijo que era buena, y allá me fui.

Tirarse las cartas en La Habana es fácil. Hay un montón de cartománticos. Y otro montón de gente con problemas de todo tipo queriendo encomendarse a lo primero que se les ponga delante. Los consultorios espirituales, las cartas y los santos van a tener clientes mientras haya gente con problemas y con un poco de fe en que ‘algo’ existe.

Algunos cartománticos deben ser más buenos que otros. Algunos deben ser unos completos timadores. Uno nunca sabe con estas cosas. En Santa Fe, por ejemplo, hay una famosísima que ha predicho tantos tarros, enfermedades y rupturas matrimoniales, como viajes al exterior, llegadas de dinero y otras fantasías eróticas.

A la de Santa Fe se le hacen colas desde la madrugada y para sus consultas sacan tantos turnos como turnos puedan sacar en el Calixto García para hacerse ultrasonidos y endoscopías.

Antes de empezar, Mama se echa y me echa en las manos una fórmula perfumada, reembasada en un pomo de champú. Se pasa las manos mojadas por la nuca y me  pide que divida el bulto de cartas en tres bultos más pequeños.

El diagnóstico

“Que nadie te dé un paquete para guardar si tú no sabes lo que es. Ni a hombre ni a mujer. En la guagua, si vas sentado y ves una persona con un paquete, por mucha lástima que te dé no lo cojas. Independientemente de esto, el otro día venía un amigo mío en una guagua y otro que estaba de pie le dio un paquete para cargar ¿Quieres que te cuente cuál es el final de la historia?”.

Yo dije que sí.

“Pues la policía se subió a la guagua buscando ese mismo paquete y se lo cogió a él. Estaba lleno de carne de res y el dueño no apareció más. Ya se había perdido de por todo aquello. ¿Qué te parece?”.

Yo no dije nada.

“¿Tú sabes quién es la Caridad del Cobre? La que te manda a bañarte con miel de abejas, con perfume y todas esas cositas. Pues dice la Caridad que ella te da la felicidad y el amor.

“Esta otra carta habla de viaje. No sé cuándo ni cómo.

“Dice Orula que él te defiende. Y aquí está la India con un triunfo para ti.

“En el amor no estás mal, al contrario, estás un poquito revoltosito. Pero eso es bueno, porque en definitiva…

“Por aquí me sale esta carta que dice que no discutas con nadie. Que puede ser malo para ti.

“Vas a recibir una noticia que te va a poner muy nervioso.

“Esta otra carta también habla de un viaje, pero de un viaje al campo.

“Esta otra habla de cosas malas, de que te vas a enterar de alguien que murió o que está muy enfermo, o alguien que caerá preso.

“Esta carta dice que tendrás una evolución. Una evolución es algo que puedas hacer en el día, algún negocito, algún dinerito.

“Mira esto. Otra vez el dinero. El dinero te sale ahí y ahí. Ese dinero va a venir a tu casa.

“Tienes que tener cuidado con los papeles que firmas, todo el que se ríe contigo no es amigo tuyo. Mucho cuidado de lo que hablas y con quién lo hablas. ¿Me entendiste?”

Yo dije que sí.

Las cartas habían terminado de hablar.

Las cartas de Mama

Las cartas de  Mama se parecen a la gente en Cuba. Lo que ambicionan y lo que padecen. Tirárselas en Nueva York o Londres debe ser diferente, tanto si el cartomántico es bueno como si es un impostor. El dos de oro, que para Mama significa ‘El camino al exterior’, no va a ser lo mismo en Bruselas, por ejemplo. No hay que ir a Bruselas para saber que no hay allí un interés tan especial en el ‘exterior’.

Otras cartas también hablan de generalidades. De lo universal. Lo que le sirve a uno que también le sirve al otro. El seis de oro es para Mama ‘Un dinero’ y el seis de espadas significa ‘Problemas con papeles’. El siete de copas dice que no duermes bien en las noches. El cuatro de bastos, que debes cuidarte de las discusiones. El once de oro es un hombre que está pensando en ti. El cuatro de espadas, que estás pasando por una pena espiritual.

Que levante la mano el que a veces no duerma bien en las noches, deba cuidarse de las discusiones, alguna vez haya ocupado el pensamiento de un hombre o haya sido fatigado por una pena espiritual.

El remedio

-¿Cuándo podría venir yo a quitarme ese muerto? – le pregunto a Mama por si acaso, dado que ninguna precaución está de más.

-Yo dije que no le iba a quitar muertos a más nadie, porque cada vez que yo quito un muerto es salud que yo pierdo, y nadie me va a agradecer nada. Pero a ti todo te sale tan bien en las cartas que te lo voy a quitar para la semana que viene, porque ahora estoy operada de la boca. Estoy esperando a que se me cierren bien los puntos.

“Te voy a mandar un baño primero, pero no un baño de endulzamiento, porque si no lo que vas a hacer es endulzar el muerto ese que tienes arriba. Eso será después de que te lo quite.

“Vas a comprar ‘rompesaraguey’, ‘quitamaldición’ y ‘espantamuertos’. Con el ‘quitamaldición’ tienes que tener cuidado porque tiene espinas. Todo lo hierves, después lo cuelas y coges un poco de ron o aguardiente y te bañas con eso, para ir aflojando el muerto.

“Ese te lo quito yo misma. Porque si vas por ahí te van a pedir una botella de aguardiente de 5 dólares y velas. Las velas sí las lleva, pero la botella puede ser de 20 pesos y no necesariamente una de 5 dólares.

“Por ahí los santeros te dicen ‘siá cará’ ‘siá cará’ y ya te quitaron el muerto, pero les tienes que pagar 300 pesos después. Y sales sintiéndote más mal de lo que viniste, porque los muertos nunca vienen solos, siempre son dos. Entonces te quitan uno, que es el más débil. Y el otro queda”.

-¿Tú me los vas a quitar los dos?, casi le ruego.

-Sí, mijo, los dos te los voy a quitar.

-¿Y cuánto tú cobras por quitármelos?

-187 pesos.

“Cuando vayas a venir la semana que viene no me vengas con nada negro puesto”, dijo Mama. Asentí. No le dije nada por pena, pero yo cobré esta semana y ya no tengo un centavo. Si quiero quitarme el muerto, voy a tener que esperar al cobro del mes que viene.

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