Es común escuchar o leer en voz de críticos y teóricos del arte contemporáneo términos como “nuevos medios”, arte electrónico, videoarte, entre tantos otros cuya pretensión esencial es la de definir aquellos caminos del arte de las últimas décadas que –grosso modo- toman como base y/o tema los medios digitales o tecnologías de producción y reproducción de imágenes. En nuestro espacio cultural todo este fenómeno conserva un cierto sabor a “nuevo”, cualidad periférica que no cesa de definirnos. Aun cuando los discursos artísticos que conllevan no estén necesariamente condicionados por el soporte tecnológico.
Por estos días y hasta el 1ro de diciembre, puede resultar interesante la exposición colectiva “Memorias de la obsolescencia”, que reúne en las salas del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam una muestra de 18 obras de la colección Fundación Ella Fontanals-Cisneros (CIFO), enfocada en esta ocasión al video. La apropiación museográfica del espacio resulta envolvente, imagen y sonido confluyen en la experiencia del espectador que asiste a “Memorias…”, mientras la progresión del recorrido se halla pautada por ciertas piezas cuyo sonido predispone y propicia el paso de una sala a otra…
La procedencia, formación e intereses estéticos de tan amplio grupo de creadores son diversos. La coincidencia curatorial de estas producciones (a cargo de Jesús Fuenmayor) revela conflictos, proyecciones, perspectivas y reflexiones que se relacionan con asuntos tan diversos como el actual peligro ecológico, las tensiones entre el arte tradicional y el arte moderno, la diversidad racial o de género u otras problemáticas de la sociedad de hoy.
Marina Abramovic (Serbia 1946) por ejemplo, protagoniza en Desnudo con Esqueleto (2001 – 2005), una elaborada metáfora visual; su partenaire es un esqueleto humano, que la artista dispone encima de su propio cuerpo tendido, en posición que alude al parto, el origen de la vida. La imagen constituye un delicado engranaje que enfrenta el par filosófico vida y muerte, el comienzo y el fin; así como la relatividad de los estados, lo efímero de los procesos humanos. El acompasado acto de respirar comunica ambos cuerpos, el movimiento se transmite ilusoriamente manifestando un sutil juego visual. La desnudez de la artista/protagonista posee una elemental proyección performática, de modo que actúa ante el espectador.
Recurso este –el del desnudo- que apreciamos también en una selección de materiales de Francesca Woodman (1958 – 1981), artista estadounidense de truncada carrera. La intención sin embargo es divergente, al aparecer repetidamente ante el espectador, muestra una desnudez autoafirmativa, donde el sujeto mujer hace significativamente caso omiso a tabúes, pudores y prejuicios. Al rasgar una y otra vez los pliegos de papel que la cubren, la artista por fin devela una identidad (¿legítima?) y desafiante. Se desnuda no solo físicamente sino también en acto simbólico de entrega, de revelación.
En otra de las artistas que integran la muestra, la cubana Ana Mendieta (Cuba 1948 – Estados Unidos 1985), el sentido telúrico de continuidad en el cuerpo de los procesos naturales, le hizo cimentar una poética cercana al Land (Earth) Art. En S/T (1975) su actuación o performance, emplea un sensor infrarrojo que detecta la temperatura corporal. El cuerpo no se define nítidamente, pero las zonas de calor-frío que se distribuyen en la geografía habitada de su cuerpo, semejan los ciclos y energías de la propia Tierra, como alegoría de su conformación geológica, o tal vez memoria física del origen mítico de la raza humana.
Entre las obras exhibidas, probablemente el proyecto más impactante sea ¿Quién puede borrar las huellas? (2005) de la guatemalteca Regina José Galindo (1974), también caracterizado por la intervención performática de la artista. Ella imprime un camino de sangre humana, entre la Corte de la Constitucionalidad y el Palacio Nacional de la Ciudad de Guatemala, a partir de sus propias huellas dejadas en el pavimento. Llama la atención sobre las vidas perdidas debido a confrontaciones violentas en su país, y de modo general constituye una conmovedora y contundente protesta ante el poco valor concedido a las existencias anónimas que sostienen la espiral ascendente de la historia universal.
Cuatro propuestas que marcan un posible punto de partida, en el polifacético entramado que diseña “Memorias…”. El video como medio de creación, señala enfáticamente al presente, pero cierto es también que las variables estéticas y conceptuales que manejan los creadores, vinculan pasado y futuro en caprichosas mutaciones, de modo tal que la obra de arte se convierte eventualmente en figura de ilimitadas caras, animada de una persistente vocación de poliedro.
Por: Sergio Fontanella Monter