Del 12 de abril al 12 de mayo se celebrará la decimotercera edición de la Bienal de La Habana, el evento más importante sobre artes visuales en la Isla, esta vez bajo el título La construcción de lo posible.
Fundada en 1984 con el objetivo de investigar, teorizar y posicionar las artes del denominado Sur Global –actualización del término Tercer Mundo–, la Bienal no solo significó una apertura para el arte cubano, sino también un espacio alternativo y legitimador de las prácticas artísticas del Caribe, América Latina, África y Asia. En los últimos años se ha abierto a otras regiones del orbe, y se ha convertido en un referente internacional.
En un primer momento la Bienal tuvo una convocatoria abierta y a modo de concurso, a partir de la tercera cita se eliminaron los premios y las divisiones por países y se realizó una selección de artistas en dependencia de ejes curatoriales relacionados con problemáticas marcadas en el Sur Global como: la convivencia de lo tradicional y lo contemporáneo, la globalización, el arte y su relación con la vida, el individuo y su memoria, las migraciones, el sistema de conocimientos de los pueblos originarios y los imaginarios sociales.
La decimotercera edición se ha propuesto potenciar el carácter transformador del arte. Ante una contemporaneidad definida por los conflictos bélicos, las migraciones, la violencia, las crisis económicas y el deterioro ambiental, la búsqueda de soluciones desde diferentes enfoques se vuelve una prioridad. Entonces la primicia de esta bienal es, desde la producción artística, estimular nuevos modelos de convivencia, formas de vidas comunitarias y redes de solidaridad.
Con cada Bienal, La Habana se convierte en un gran corredor cultural, que permite el intercambio entre artistas, curadores, teóricos, gestores y público. Además no solo connota las artes visuales, sino que promueve un estrecho diálogo con la música, la danza y la literatura. Este año, su colofón será el homenaje a la ciudad maravilla, en el 500 aniversario de la fundación de La Habana.
Reunirá alrededor de 200 artistas de más de 50 países. La nómina de creadores cubanos es de aproximadamente 70, entre los que figuran los Premios Nacionales de Artes Plásticas Manuel Mendive, Roberto Fabelo, José Villa Soberón, René Francisco, Eduardo Ponjuán, Pedro de Oraá, José Manuel Fors, José Ángel Toirac y Pedro Pablo Oliva. Las exposiciones se presentarán en el Centro de Arte Contemporáneo “Wifredo Lam”, las instituciones del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, la Oficina del Historiador de la Ciudad, el Pabellón Cuba, el Museo Nacional de Bellas Artes, la Universidad de las Artes (ISA), la Biblioteca Nacional “José Martí” y la Galería Villa Manuela de la UNEAC, y en espacios públicos de la capital.
Una de sus novedades será la extensión a otras provincias. En Pinar del Río: el proyecto Farmacia, dirigido por Juan Carlos Rodríguez; en Matanzas: María Magdalena Campos con la muestra Ríos intermitentes; en Cienfuegos: la exposición colectiva Mar Adentro y, en Camagüey, el Festival Internacional de Videoarte.
El mapa artístico de la cita trasciende los lugares institucionales para inundar de arte toda La Habana. Gracias a la tercera edición de Detrás del Muro, seis kilómetros del malecón se convertirán en una enorme galería. Con más de 70 artistas invitados, los transeúntes podrán disfrutar la experiencia multisensorial en la que se mezclan propuestas artísticas con la brisa del mar, el calor tropical y los ruidos citadinos.
El Corredor Cultural Calle Línea, bajo la dirección de la arquitecta Vilma Bartolomé, es una de las ideas más ambiciosas: revitalizar la popular arteria de El Vedado a partir del rescate del patrimonio histórico-cultural, intervenciones gráficas en calles y edificios y reformas al mobiliario urbano.
Otras de las sugerencias de la Bienal es el Taller Chullima, coordinado por el artista cubano Wilfredo Prieto. Su estudio, un antiguo astillero a orillas del río Almendares, será el punto de confluencia de creadores de México, Brasil, Austria y España.
El programa teórico, uno de los aspectos más importantes de la Bienal, en esta ocasión ha estado organizado por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Habana. Las conferencias, conversatorios e intercambios con académicos, ensayistas y curadores cubanos y extranjeros, en cada edición, han permitido formar un pensamiento crítico sobre las prácticas artísticas contemporáneas y en especial las realizadas en el Sur Global y su diáspora.
La cita del 2019 promueve el arte como un acontecimiento vivo, donde la creación y la vida se fusionan. El ensanchamiento del evento hacia los parques, las calles y los barrios posibilita generar una experiencia estética con la cotidianidad. También se convierte en un momento único para disfrutar de la imagen singular de carros de los años 50, edificios barrocos, art deco y eclécticos que conviven con el arte contemporáneo.
A lo largo de 35 años la Bienal ha buscado crear otros modelos de circulación y consumo del arte, que vayan más allá del cubo blanco de la galería y el mainstream del mercado. Se ha erigido como espacio de diálogo y reflexiones para los de adentro y los de afuera, puente entre artistas, críticos y académicos de múltiples áreas geográficas. Sin dudas, es una especie de laboratorio creativo que intenta implementar nuevas cartografías y alternativas para la construcción de lo posible.