El cuerpo humano ha sido objeto de inspiración dentro del mundo del arte desde que el ser humano aprendió a inmortalizar la belleza a través de la escultura y la pintura, primero, hasta llegar a la fotografía y el video en los tiempos más modernos.
El tratamiento del cuerpo como paisaje mediante la (re)definición de la anatomía humana ha sido una de las constantes de disímiles artistas, que usan los lenguajes del erotismo y la sensualidad como pretextos para crear en disímiles formatos.
Estos conceptos son la base de la obra de Izuky Pérez (Banes, 1982), quien ha sabido trascender los espacios de la fotografía comercial para adentrarse en zonas con mayor potencialidad dentro de este arte, como es el caso del desnudo.
Su apego a la fotografía comenzó desde su natal provincia de Holguín, según le confiesa a OnCuba: “Con veintitantos años era profesor Informática en un Instituto Politécnico y allí, cuando descubro los programas de edición fotográfica, sentí que podía expresarme y entonces comencé a aventurarme en la fotografía digital. Transité por varios estilos fotográficos en los que aun incursiono. Estudié mucho, aprendí de los grandes referentes del arte universal y aún sigo nutriéndome de ellos cada día.
Como parte del oficio cotidiano, Izuky ha incursionado en la fotografía social, campañas de publicidad, instantáneas de modas, productos, paisajes urbanos, arquitectura y conceptuales. Aprendió pronto a no aferrarse a una sola línea creativa sino a expresarse libremente según la temática y el momento, pero mantiene la preferencia por la fotografía de desnudo.
El cuerpo, como un paisaje, nace desnudo. Detrás de la cámara, el fotógrafo puede moldear la silueta humana con su imaginación, aunque también la persona haya elegido desvestirse para dar, con la ayuda del artista, un mensaje. “En ello —precisa— he encontrado una forma viable de pintar con luz la magia de los cuerpos, esas hermosas características que tienen formas, volúmenes, estilos, texturas, colores. Se me hace una fuente inagotable de inspiración y expresión, es increíble cómo el desnudo, que es una temática que aparentemente puede ser reiterativa, se va reinventando, se van creando nuevas composiciones e ideas con la misma materia prima, el ojo artístico y un poco de luz”.
Los cuerpos que retrata Izuky buscan inquietar mediante sus formas y contrastes mientras seducen y provocan al espectador. Difícil quedar indiferente ante sus desnudos desde que estos irrumpieron en las artes visuales contemporáneas hace más de una década, con una poética sutil, preciosista, clásica y, en ocasiones, “esclava” de la belleza.
A Izuky, sin embargo, más que la provocación propia de los creadores contemporáneos, lo mueve un sentido del deber ante lo estético: “Esto que veo merece registrarse”. Lo mismo crea en un estudio al detalle diversas atmósferas y composiciones, que apela a la espontaneidad como recurso.
El creador enfrenta las imágenes ante sí para definirlas con diversos símbolos, de alegorías; más allá de la racional comprensión de las formas y los volúmenes. Son diversos los referentes culturales a los que se dirigen las imágenes gestadas por Izuky, sugiriendo un discurso en ocasiones erótico, desde el canon más clásico, aunque sin descuidar la mirada más contemporánea.
Con un fuerte poder visual, el artista ha sabido trabajar diversas series donde destacan las realizadas con actores, bailarines y practicantes del yoga, jugando con la elegancia y la plasticidad de los modelos, quienes muestran con gracia y pasión sus habilidades y su preparación física.
Para añadir mayor fuerza visual en la imagen y eliminar distinciones, Izuky aprovecha las bondades del blanco y negro en muchas de sus fotografías de desnudos, para redelinear las complexiones con el propósito de engañar la vista del espectador y expandir los horizontes de lo que comúnmente encontramos al ver a una persona desprovista de ropas.
El uso estratégico de la luz fomenta la ilusión de que los modelos están esculpidos en un material místico como pueden serlo la obsidiana o el cuarzo ahumado. En estos fondos austeros destacan las figuras, hermosas en su contexto como confluencia entre erotismo, cuerpo e imagen.
Los fondos sólidos de sus instantáneas, desprovistos de artificios y adornos, proponen una estética sobria, mientras crean un escenario dramático y concentran toda la atención en las figuras, que se retuercen, se doblan, y se contorsionan teatralmente en posiciones complejas y aparentemente imposibles.
Aquí podría entenderse un dilema, pues se trata por lo general de un trabajo conjunto. ¿Quién sería el verdadero autor de la pieza artística? Los límites entre creador y obra se difuminan y se tuercen como los cuerpos del fotografiado y el fotógrafo en la búsqueda de perpetuar lo sublime en un click.
Sin embargo, Izuky no descuida un aspecto fundamental en los retratos de desnudos: el erotismo que emana de los modelos, esa delgada línea entre el morbo y la sensualidad es trabajada al detalle al captar con sutileza la mirada que estimula las pasiones de quienes admiran la foto ante sí.
En ese sentido el uso de paisajes en exteriores brinda un componente natural al cuerpo desnudo, sin abandonar los tonos grises que rodean de cierta mística a las fotos, donde el componente religioso también juega su papel en varios de los motivos de las imágenes, brindándole un halo romántico en ocasiones.
El reconocimiento a la fotografía de desnudo del artista le ha llegado en varias ocasiones, con participación en más de veinte exposiciones colectivas y personales en Ecuador, Venezuela, España, Italia, Panamá, entre otros países, así como publicaciones de sus trabajos en diferentes revistas como Malvie magazine, Asiana wedding, The black book photography, DNG, Spitter Magazine.
Pero a través del concurso internacional PhotoSoot Awards, sus obras en el desnudo han logrado mayor reconocimiento, con premios en diferentes categorías dentro de esta vertiente de la fotografía, con destaque en el apartado de “Locación Conceptual”, donde el artista ha sabido armar, a través de simbolismos, toda una retórica del paisaje, un acierto también visible en sus trabajos en estudio, siempre con la mirada inquieta a la búsqueda de descifrar la viveza de los cuerpos desnudos.