Entres las dispares líneas conceptuales de la orfebrería cubana contemporánea se alza con voz propia la obra del joven artista Jorge Oliva (La Habana 1979).
Sus piezas, tanto en plata como en cobre, recuerdan el trabajo de la araña, pues teje con finos hilos metálicos hasta lograr diversas formas aplicables a pulseras, dijes, aretes, anillos y toda clase de joyas. Sus exquisitos diseños, originales y de impecable factura son capaces de hacer variar el criterio de quienes aun dudan en calificar a la orfebrería como arte.
Gemas preciosas y semipreciosas acompañan los tejidos y filigranas que a simple vista parecen hilos grabados, redes o cuidadosas y sutiles mallas casi siempre en plata 999, casi pura para que sea más dúctil y maleable a la hora de tejer. Su destreza manual en el manejo de piezas pequeñas le ha permitido moverse con mayor confianza en el gran formato, pues sus esculturas también son encomiables y gozan de gran aceptación y popularidad por su originalidad.
Tal y como ha sucedido en otras expresiones artísticas a lo largo de la historia al observar la obra de Oliva el espectador se percata de que el creador se ha apropiado de influencias cubanas y foráneas de cualquier época, para consolidar su estilo y encontrar su propio código materializado en piezas únicas y valiosas.
Las filigranas que logra recuerdan por momentos a la que miles de años atrás hacían los etruscos, griegos, egipcios y los artesanos medievales. Su concepción estética está imbuida por el estudio de las formas, pues hay figuras en las que el volumen, y la profundidad dominan la interpretación de la pieza.
Carece, por otra parte, de antecedentes en nuestro medio, pautado por la precariedad y la orfandad de lo artesanal genuino y autóctono y por la sobresaturación en los últimos tiempos tiempos de una artesanía carente de asideros patrimoniales y estéticos incapaces de producir obras de valores perdurables.
Autodidacta, comenzó sus primeros trabajos en 1988, haciendo figuras tridimensionales con alambre de cobre (desechos de líneas telefónicas, enrollados eléctricos de diverso calibre) y ocasionalmente también plata recuperada; a la técnica empleada le llamó Aracné, por recordar el trabajo de los arácnidos al tejer su tela. Se dedicó al principio a los temas de la fauna prehistórica y figuras mitológicas. En 1994 comenzó a trabajar el alambre sin recubrimiento, introduciendo además las figuras humanas y los temas religiosos judeo – cristianos (Imágenes del antiguo y nuevo testamento) sin apartarse de la mitología (de cualquier región del mundo) e incluyendo escenas y personajes reales. Luego se graduaría del Instituto Politécnico de Construcción y Artesanía “Pablo de la Torriente Brau” en la Especialidad de Artesanía, en julio de 1997 para después licenciarse de Artes Plásticas en la Facultad de Humanidades del Instituto Pedagógico Enrique José Varona.
Miembro de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (ACAA) ha obtenido significativos lauros y reconocimientos durante su trayectoria como el Premio de la UNESCO en FIART’97, el galardón de la Exposición de pesebres, representando a Cuba en el Vaticano (2000), la distinción “Manos” con carácter excepcional, por aportes a la cultura nacional y el Premio a la Maestría 2007. Sus obras se encuentran expuestas permanentemente en diversos puntos de Cuba y el planeta figurando en diversas coleccione privadas e institucionales.