Tomás Sánchez expone en Santiago de Cuba. A pesar de su indiscutible trascendencia, el hecho ha pasado casi inadvertido; tal vez porque su anfitrión es la Iglesia Católica y no la Dirección Provincial de Cultura; tal vez porque él mismo no sea el tipo de artista de séquito y carroza, de los que gustan rodearse de una legión de seguidores y apelar a la alharaca para merecer homenajes y titulares.
Cierto es que no lo necesita —su obra es lo suficientemente sólida y aplaudida como para ser noticia allí donde se exponga—, pero cierto es también que no lo busca, que a sus casi setenta años y con más de tres décadas de amplio reconocimiento internacional, Sánchez sigue siendo un hombre sencillo, accesible, ajeno a las lentejuelas y las fatuidades, y que sigue concibiendo el arte como una forma diáfana y espiritual de percibir el mundo más que como una vía para alcanzar la celebridad.
Notas al paso es el título de la exposición que exhibe ahora en el Centro Cultural y de Animación Misionera San Antonio María Claret, adjunto a la parroquia de la Iglesia de la Santísima Trinidad. No es, como alguien podría suponer, una muestra de pinturas —sin dudas su vertiente artística más conocida— sino de fotografías, una compilación exhibida primero en Madrid, luego en el Centro Wifredo Lam de La Habana, y llegada a Santiago tras un periplo por varias provincias del país.
Sánchez, quien según sus propias palabras nunca se consideró fotógrafo a pesar de haber gustado siempre de la cámara, presenta en la exposición una serie de imágenes a gran escala, en las que, como en buena parte de su obra, el paisaje vuelve a ser protagonista.
El mar, la costa, sus rompientes y peñones, subyugan al espectador en lugar de sus tradicionales motivos vegetales. Son fotos de la región del Pacífico de Costa Rica —país donde reside desde hace varios años— y también del norte cubano, en las que el artista invita a descubrir “las mismas formas estructurales que están en mis pinturas”.
Notas al paso concluye en la urbe santiaguera su itinerario por la Isla. Y lo hace en un contexto que a Tomás Sánchez le parece más que propicio, esperanzador. Antes de su apertura en el centro eclesiástico de la calle Trinidad, el pintor, grabador y fotógrafo nacido en Aguada de Pasajeros, en 1948, fue invitado a un evento de teología y medio ambiente realizado en el poblado de El Cobre. Allí compartió con figuras como el teólogo y misionero claretiano José María Vigil, conocido por su doctrina del pluralismo religioso, y participó en la creación de un mural colectivo.
“Aunque no soy católico, ha sido una experiencia increíble compartir con Vigil y los demás asistentes, y conocer los cambios que están ocurriendo dentro de la teología”, comentó el artista interrogado por OnCuba. “La iglesia se está poniendo a tono con la ciencia, con los avances que están sucediendo a gran velocidad, y hasta el Papa Francisco se ha referido a ello en una encíclica. El evento propició también la contemplación, la meditación, que es algo muy afín a mi vida, y lo hizo con mucha intensidad, con mucha profundidad. Tener esa vivencia antes de inaugurar la exposición acá en Santiago ha sido algo muy especial”.
Para Sánchez, “el mundo entero está experimentando un cambio de mentalidad, necesario para su propia supervivencia, y la ecología es la clave para ese cambio. Pero la palabra ecología tiene que tener una acepción mucho más amplia y ser parte también de la política, una política que contemple la diversidad del pensamiento y permita a todos los seres humanos vivir con bienestar”.
Por ello, aunque no se considera ecologista de partido, apuesta por encontrar un equilibrio necesario, inclusivo, en el que “todas las voces sean oídas y haya continuamente un foro de discusión y de comparación de posiciones, porque así se pueden encontrar soluciones o verdades”.
Otra dimensión de ese cambio, más cercano a la realidad política y sociocultural de Cuba, tampoco escapa a su percepción. “Yo creo que el nuevo escenario es muy positivo —comenta—. Siempre he estado en contra del bloqueo, porque me parece una medida contra la gente, y si se toma la actitud de sitiar a un país ello provoca entonces que ese país se cierre. Por tanto, me parece muy inteligente, muy necesario este cambio en la política, esta nueva oportunidad que se abre en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos”.
“Creo que los artistas, los intelectuales, la iglesia, deben jugar y están jugando un papel cada vez más importante. Ahora son más los artistas que están moviéndose, teniendo éxito fuera, y está ocurriendo un fenómeno muy interesante con relación a los Estados Unidos, y en particular a Miami, una ciudad que alguien catalogó como el basurero de la historia y que se está convirtiendo cada vez más en un puente. La gente de allá viene a Cuba, a La Habana, y expone aquí, actúa aquí, y la gente de aquí también va allá a mostrar su arte. Eso es muy importante porque contribuye en la dinámica de comunicación entre los dos países y fortalece los vínculos históricos y culturales que existen, que son innegables”.
Por lo pronto, Tomás Sánchez piensa ya en una venidera exposición. Prefiere no adelantar nada todavía, solo que espera presentarla en la próxima Bienal de La Habana y que las obras se realizarán sobre las paredes de un sitio ahora mismo en reconstrucción. Mientras, en el Centro San Antonio María Claret, conversa con la gente, firma autógrafos, agradece los comentarios con la mayor modestia, y lo hace seguramente sin reparar en que esta, su exposición, es ya uno de los sucesos culturales del año en Santiago de Cuba.
Es bastante triste q cosas como esas pasen asi casi por inadvertido , me hubiera gustado estar alla con mi gente y con el maestro disfrutando Del buen Arte , mis respetos a la Iglesia Trinidad q Sigue Adelante con sus proyectos artisticos .