Apasionada, vehemente, intensa, la orfebre Rosana Vargas parece dejar la vida en cada pieza y proyecto en que pone su energía. Recuerdo sus inicios, hace ya más de una década, y desde entonces no se ha detenido. Su ascenso ha sido vertiginoso, sobre todo en los últimos cinco años, desde que registró su marca ROX 950.
Rosana es temperamental, perfeccionista, obstinada, en ocasiones más dura que los metales que doblega, muy exigente en especial consigo misma, pero excepcionalmente humana y sensible, lo que se traduce en sus creaciones. Su fuerza es contagiosa al igual que su fe. No son pocos a quienes ha “arrastrado” con su innegable liderazgo, cualidad que, al igual que a sus piezas, ha dotado de pasión.
Esta mujer explosiva ha renovado el pulso de la orfebrería cubana. Ha cambiado las reglas de un negocio hermético y machista durante siglos. Sus armas son el buen gusto y la belleza de la sencillez y lo exclusivo.
Encontramos originales diseños convertidos en genuinas joyas “hechas con las manos”: que nos remiten a cuestionarnos, una vez más, si la orfebrería es arte o es oficio. Originales, diversas e imponentes llegan las ROX 950, que ya muchos identifican en las calles y siguen dinamizando el mercado.
Hija de Vulcano y de Mercurio, dioses grecolatinos de la forja metalúrgica y del comercio, Rox ha logrado ser una gran artista y una gran productora y comercializadora, ya sea desde su tienda-sede o en los casi veinte puntos de venta en selectos sitios, como en el más reciente inaugurado en la tienda del Gran Hotel Manzana Kempinski.
¿Qué hay detrás de esta creadora, madre de tres hijos y de disímiles joyas? ¿Cuál es su secreto? Lea aquí, entre sus respuestas, algunas claves para entenderla.
¿Cómo empezó todo?
Nació de la idea de compartir, crear y concretar un sueño con esfuerzo propio. En vez de empezar con la idea, como hacen muchos, aprendí primero la técnica. Comencé a entender en qué consistía el oficio, a dominarlo para luego dar rienda suelta a mi imaginación. Provengo de la Ingeniería Civil, formación que me ha servido mucho, porque la geometría y los cálculos son necesarios para este oficio. Me fui adaptando a tener otras manos a mi alrededor, a trabajar con otra persona. El ayudante aprendía, porque me gusta compartir mis conocimientos, así han salido muy buenos alumnos (hoy orfebres), como mi hermana Bertha, que a la vez también enseña. De ahí nació En busca del sol, proyecto social nuestro que funge como academia práctica de orfebrería.
Escuela, negocio familiar, proyecto social… ¿Qué es ROX 950?
Todo eso. ROX 950 es también un negocio familiar porque trabajamos juntos mi hermana, el hijo de mi esposo, muy buen orfebre también y mi esposo Antonio Hernández, que es fotógrafo y tiene la gran responsabilidad de la visualidad de todos nuestros proyectos y actividades. ROX 950 es un buen equipo, más de cuarenta personas. Es una suerte y una tranquilidad tenerlos a todos y espero estén por mucho tiempo. Aun no somos una gran empresa y no estamos en tiempo de cosecha sino de continuar sembrando.
Desde tu eslogan, concedes gran importancia a la exclusividad, ¿cómo asumes lo exclusivo?
Se puede ser exclusivo de distintas maneras. El arte tiene que ver mucho con las ganas de comunicar rigiéndose por la estética, la exclusividad es eso. Estéticamente hacer algo sencillo y elegante que trasmita nuestro sello y la historia que lleva consigo cada colección. Tratamos de que cada pieza sea especial y única. Aunque se hagan de forma seriada todas son manufacturadas, queremos mantener la manualidad, la magia del paso a paso, porque cada una de nuestras piezas tiene algo que contar.
En Crucero, tu más reciente colección, se evidencia una evolución formal. Observo gran irreverencia, exotismo…
Es una colección más osada con piezas que no se llevan en toda ocasión. Las piedras aquí son espectaculares y se fusionan a la plata de forma sofisticada y exótica. Crucero es trasgresión, movimiento, libertad, exuberancia y glamour. Estas son piezas avanzadas para su tiempo. Es como viajar al futuro y regresar luciendo piezas que derrochan dinamismo y marcan la diferencia. Cada colección evoluciona, cada una supera a la anterior y tiene su propia esencia. Esta es atrevimiento lo que no todo el mundo llevaría, lo que llevan personas que nos siguen desde nuestros inicios y se han ido preparando para este momento y ya las terminamos de complacer. Fuiste recorriendo el camino, te atreviste poco a poco y subiste peldaños con nosotros, eso demuestra esta colección. Pienso que todo llega en el momento justo en la vida, antes quizá no hubiera tenido el mismo impacto en nuestros seguidores.
¿Que vendrá después?
También osadía, pero sin piedras. Tendrá que ver con corchos. El vino es elitista como la alta joyería. Con esta colección tendrás la oportunidad de convertir en joya tu vino favorito y compartir esa experiencia mediante el simbólico tapón. Los conocedores del vino atesoran el corcho, ¿por qué no complacer a este público que también aprecia la orfebrería? El corcho coleccionable también será una joya, será parte de tu pieza y también podrás alternarlos. Hay corchos de diversas formas, colores texturas, y eso lo aprovecharemos con nuevos diseños. No es una colección inspirada en una bodega en específico, estamos abiertos a todas porque ROX 950 y el vino tienen mucho en común. Sin perder nuestra esencia, queremos seguir creciendo, no estando en cada punto de venta, sino tratando de ser la orfebrería de referencia con la que se identifiquen todos los cubanos, estén donde estén.