Bárbara Sánchez Novoa, o Baby, como la conoce la mayoría de los cubanos, nació el 22 de enero de 1984 en Camagüey y alcanzó la popularidad en el entrañable programa Al mediodía.
Además de tener una Licenciatura en Estudios Socioculturales, se formó como locutora en las emisoras Radio Cadena Agramonte y Radio Camagüey, pero desde entonces ha recorrido un largo camino y ha podido probarse incluso en el cine. Su versatilidad la ha hecho conquistar una carrera consolidada en nuestros medios de comunicación, con determinación y siempre buscando la excelencia.
Algo mágico tiene Baby que, aliado a su impecable dicción, elegancia y tenacidad, la ha convertido en una de las voces y semblantes más queridos de la pequeña pantalla cubana. Pocos saben que le gusta escribir y que integró el elenco de una película de Gerardo Chijona.
En televisión, la hemos disfrutado en espacios como Sitio del arte, A puro corazón, La Descarga, entre otros. Hoy conversamos con ella en OnCuba.
¿Ser presentadora fue algo que siempre anhelaste o surgió en el camino?
A la locución llegué por casualidades de la vida. Estaba en tercer año de la carrera de Estudios Socioculturales en la Universidad de Camagüey y en las tardes teníamos un espacio libre que decidí utilizar en cosas que me permitieran crecer como persona. Una de las compañeras de aula me dijo que había posibilidades de un curso de locución para aficionados; y así fue como llegué a ser alumna del Premio Nacional de Radio Francisco Rivero.
Con él descubrí este medio, las voces y todo lo que se podía lograr; era un ambiente en el que no importaba la imagen, sino los tonos y las intenciones. Me mantuve en ese curso hasta el final y el propio Rivero me aconseja no alejarme de esta dinámica, por lo que me inserto en un proyecto juvenil de aficionados de la emisora Radio Cadena Agramonte.
Así fue como comenzó esta pasión; llevaba mis estudios a la par de todo lo que podía hacer en la radio. Lo que un día fue un hobby se convirtió en mi profesión.
Comenzaste en la radio de tu provincia natal. ¿Qué aprendizajes atesoras de esos primeros años?
Me llamaban para asumir un programa, y así surgían proyectos e ideas. Me di cuenta de que si me quería echar para atrás era tarde, porque me estaba gustando conocer personas nuevas y lograr transmitir algo desde mi sentir y poca experiencia. Siempre hubo gente buena alrededor para guiarnos y ese es el mayor regalo que guardo de esa etapa de mi vida.
¿Te costó adaptarte a trabajar en la televisión?
Me costó perder la privacidad, de lo cual no fui consciente hasta que comenzó a afectarme emocionalmente. Estar en la pequeña pantalla me ayudó a concientizar que no tenemos que ser perfectas, sino buscar rasgos que funcionen, que resulten telegénicos; ese concepto me ayudó mucho. No tienes que ser una mujer bella, sino televisar bien. Eso me ayudó a acostumbrarme al diálogo con la cámara.
Ha sido un reto, porque cada movimiento en cámara parece triplicar su efecto. En la radio una se relaja más, pero en la televisión hay que controlarlo todo.
Me costó adaptarme a ver la trascendencia de cada cosa que hacía, y su efecto inmediato, algo que también demoré en entender: que se es totalmente responsable en esta profesión y a veces uno es más humano que artista. He tratado de lidiar con eso y mi familia me ha ayudado mucho. A veces, cuando pierdo la paciencia, me recuerdan que el artista tiene una sensibilidad que debe destacarse.
¿La locución es una profesión solitaria?
Creo que sí, en el sentido de lo que te llevas contigo, porque estamos rodeados de personas, pero no todas son realmente cercanas a uno y por eso uno no logra abrirse a todo el mundo.
Cuando llega la hora de la verdad, te coge la soledad del artista; estás solo con los que estaban desde el principio. Siento que es una profesión en la que te acompaña la soledad, de la que te retroalimentas y, si sabes aprovecharla al máximo, te hará crecer.
En otros momentos has expresado tu admiración por Consuelo Vidal. Si hubieras tenido la oportunidad, ¿qué programa te habría gustado compartir con ella?
Me habría sacado los colores trabajar con Consuelo Vidal porque era una persona que decía las cosas donde había que expresarlas y sin pena. Me habría puesto el listón alto, porque había que trabajar y hacerlo de la mejor manera posible. Lo que más se recuerda de ella es su trabajo como presentadora en Detrás de la fachada, pero a mí me habría gustado compartir con Consuelo en una gala.
¿Qué valores te acercan a una persona?
La empatía, que se identifique con el dolor ajeno, el respeto, la solidaridad, la sinceridad; me encanta la gente que te mira a los ojos y te expresa su sentir. Cuando una persona tiene logros en su esfera y es sencilla, me ganó completamente.
¿Has logrado construir tu propia identidad como presentadora?
Eso se va construyendo en el día a día. En una ocasión, una compañera de trabajo me dijo que lo más importante es ser uno mismo, y desde ese día me dije “voy a disfrutar como yo sé hacerlo”.
Soy la misma tanto en los medios de comunicación como en otros espacios y el que piense que construyo un personaje cuando estoy en pantalla es porque no me conoce.
Desde hace más de una década formas parte del colectivo de Al mediodía. ¿Qué le sumas a este espacio?
Un poco de ingenuidad, deseos de hacer, capacidad de asombro, que vamos perdiendo con el tiempo, y la sensibilidad para darle espacio a mucha gente que está en el anonimato.
Me apasiona ver un resultado bonito en pantalla y disfruto cuando la gente nos escribe, porque es un indicador de que se está consumiendo el programa y que seguimos en la preferencia del público.
¿No has tenido el recelo de que tu carrera podría estancarse porque te asocien solamente a este espacio?
He tenido la impresión de que pueden encasillarme, y lo he experimentado en carne propia. Han aparecido proyectos especiales que me han removido el piso y cuando he ido a presentarme me han dicho que llevo mucho tiempo en pantalla y que, por ello, respondo a una imagen y a un programa.
Eso nos ha pasado tanto a Marino [Luzardo] como a mí, por eso tratamos de buscar otros caminos y así surgió la idea de escribir guiones para Al mediodía, explotar las redes sociales y generar contenido para YouTube.
Además, me mantengo en la radio y soy la corresponsal en Cuba de la emisora mexicana Radio Turquesa. Eso ha permitido que, aunque no se visibilice mi imagen en otros programas de la televisión nacional, no me he estancado en el ámbito profesional; sigo con muchos deseos de crear y complementar mi carrera.
Otro de los programas en los que tuviste una importante participación fue en el musical A Puro Corazón. ¿Cuánto le aportó a tu crecimiento profesional?
Me le acerqué a la directora Gloria Torres y le expresé mi interés en trabajar con ella. Un tiempo después se materializa este deseo cuando ella me ofrece la oportunidad de ser la presentadora de A Puro Corazón.
De pronto me vi bailando e interactuando con mi compañero Lieter Ledesma, que como actor que es tiene un gran histrionismo. Me ponía el listón alto y me sacaba de mi zona de confort; fue gratificante y le aportó mucho a mi carrera.
Fue muy divertido, pero a la vez profesional, porque estábamos respaldados por una gran directora que sabía lo que quería y contaba con un elenco de estrellas entre los que destacaban el periodista e investigador Ciro Bianchi y primeras figuras de la música cubana que tenían un valor grande dentro de la estructura del programa. Aprendí mucho al lado de ellos y esto se lo debo en gran medida a Gloria.
¿Por qué salió del aire el programa?
Tengo entendido que A Puro Corazón no salió más al aire porque fue concebido para una temporada; se manejó desde el inicio la idea de grabar paquetes de programas.
Este espacio llamó mucho la atención por la diversidad y el contraste de los artistas. Para mí fue lindo, porque se transmitía en un horario estelar y la gente lo esperaba con muchos deseos de ver qué iba a suceder. Obtuvo varios premios de popularidad dentro de los musicales de nuestra televisión.
¿Qué elementos dependen del presentador para que un programa funcione y cuáles se escapan de sus manos?
Depende del presentador la buena dicción, la unidad de criterio, la imagen; pero no dependen de nosotros las exigencias estéticas y de producción, temas que son importantes. En ocasiones los presentadores hacemos un excelente programa, por el contenido de valores y por los recursos humanos involucrados, pero el andamiaje que hay detrás no nos acompaña.
Ojalá estuvieran todas las condiciones creadas para que los programas fueran de cinco estrellas, pero muchas veces hay cosas que responden a nuestra propia gestión y no siempre pasan por el filtro de la televisión.
Has sido acompañante de otros presentadores, ¿te sientes cómoda en ese rol?
Me siento cómoda cuando estoy acompañada por otros colegas. He trabajado con Lieter Ledesma, Marino Luzardo, Leyber Gómez, Juan Carlos Tejedor y con otros locutores a los que aprecio mucho.
He tenido buena química con todos, me he sentido bien, he aprendido y tengo que decir que han sido presentadores que me han ayudado a crecer.
Me gustaría trabajar más con mujeres; he tenido oportunidades de compartir en algunos escenarios con compañeras de otros territorios y me he sentido muy bien haciéndolo.
Eso deberíamos aprovecharlo más y los directores artísticos deberían tener en consideración la idea de formar equipos de locutores integrados también por parejas de hombres o de mujeres.
¿Consideras que la Televisión Cubana debería retomar los musicales de fin de semana? Si te dieran la responsabilidad de presentar alguno, ¿a quiénes llamarías para conformarlo?
Por supuesto que la Televisión Cubana tiene que retomar este tipo de programas musicales que el público añora y necesita para ese momento de descanso del fin de semana. Si me dieran esa responsabilidad, llamaría por supuesto a Gloria Torres, y a Julio Pulido, con quien tuve la oportunidad de trabajar en otro momento en la pequeña pantalla.
Mi mayor vínculo de trabajo fue con ellos dos; sumaría también a Víctor Torres para hacer un proyecto grandioso con una orquesta que suene bien y le de distinción al programa.
Hoy día vemos actores y músicos ejerciendo como presentadores ¿crees que esto perjudica a la profesión?
No creo que nos desfavorece; claro que las oportunidades de trabajo se nos limitan en el sentido de que ahora los directores artísticos piensan y convocan a figuras mediáticas, extrovertidas, lo cual me parece genial. El sol sale para todos; lo interesante sería que les dieran oportunidades a los presentadores de actuar y cantar.
Para los actores es más fácil, porque se mueven en aguas que van y regresan, todo es más fluido para ellos. Nosotros somos de un sector específico y eso hace que [los directores] quizás piensen en los actores por la diversidad que le pueden impregnar a un espectáculo. Cuando hay un buen presentador, el director artístico trata de luchar por él, sea actor, músico o profesional de la comunicación.
¿Te has planteado incursionar en otras manifestaciones del arte, además de la locución y las artes visuales? ¿La actuación quizá?
Gerardo Chijona me dio el regalo de estar en la película La cosa humana (2016), interpretando el rol de una maestra de ceremonias. Me sentí super feliz con esta oportunidad porque la dinámica de grabar para el cine es tan diferente, y me sentí tan querida por ellos que creo que el mundo del cine es algo especial; ojalá nunca se pierda.
En otra ocasión, la actriz Diana Rosa Suárez me comentó la idea de hacer un proyecto juntas y le dije que si estuviese ella dirigiéndome o un director de actores serio lo intentaría. Respeto esa profesión porque lleva mucho estudio y sacrificio.
¿Es más difícil gestionar el éxito o el fracaso?
Lo más difícil es gestionar el éxito, porque laborar interna y externamente la proyección de todo lo que vamos interpretando conlleva trabajo. Gestionar eso lleva tiempo, así como hallar los momentos adecuados. A veces crees que tienes todas las herramientas, pero la intuición es imprescindible para decir “no es aquí” y aceptar los cambios.
Las pequeñas fallas y los tropiezos en el camino llegan solos, no hace falta gestionarlos, pero tramitar el éxito si, porque puedes superarte, buscar nuevos enlaces, plataformas y trabajar por ellos.
¿Qué te anima?
Lo que me animó por muchos años fue el deseo de dar mi mejor imagen cada día en un programa en vivo como es Al Mediodía, o en cualquier espacio, pero en la actualidad lo que me incentiva es mi hijo. Quiero ser una mejor versión para él. Pretendo que se sienta orgulloso de mí, no solo como profesional sino también como persona.
Hoy día hay muchas plataformas en las que un creador de contenido puede exponer su trabajo. ¿Consideras que las redes sociales son aliadas de los artistas?
Las redes sociales bien llevadas sí son aliadas nuestras. Son una plataforma ideal para crear contenidos que eleven valores y unan a las personas con luz y empatía. Estas plataformas, cuando se utilizan así, pueden ayudar muchísimo. La muestra fue la etapa de la pandemia, cuando las redes sociales jugaron un rol fundamental para reportar alegría y cercanía a muchas personas.
Cuando se ponen en función de otras cosas, se vuelven tóxicas para la vida de uno, pero vamos a quedarnos con la mejor parte: son nuevos escenarios que sirven para realizarse y masificar ideas.
¿Qué consideras que te falta experimentar? ¿Qué sueños no has hecho realidad?
Me hace falta dirigir mis propios proyectos, y tener la oportunidad de realizar programas en vivo, diferentes a los que estoy haciendo en la actualidad. Hacer espectáculos televisivos en otros países también; se manejó en un momento hacer algo en México, pero no se concretó. Como comunicadora me ayudaría mucho estar junto a colegas de diferentes latitudes porque eso amplía la visión.
Por ahí va lo que falta: compartir con artistas a los que admiro y poder entrevistarlos. Para eso estoy defendiendo el espacio Baby en You2, en el canal Familia Cubana, donde puedo sacarle partido a ese encuentro con ellos y retroalimentarme de todo lo que realizan en el ámbito de sus profesiones.
Me encantaría volver a escribir, como lo hice en mi etapa en la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y en el programa Sitio del arte. Tenía la intención de publicar las entrevistas que realicé durante mi tránsito por ese espacio televisivo, y eso se quedó en el tintero como uno de los sueños que me gustaría poder concretar.
Deseo también volver a vincularme al periodismo cultural. Escribir es una de las cosas que me motivan y deseo tener tiempo para ello.