La artista cubana Jessica Angel se encargó de fotografiar el baile con una interpretación casi onírica, donde el soporte de foto fija no impidió reflejar el movimiento ondulado e impredecible de la rumba.
“Liquid Heat: La Rumba Llama”, es un proyecto internacional de arte público que reúne fotografía, danza y educación para celebrar la Rumba afrocubana en Harlem, explican sus creadores.
La exposición estará abierta hasta el viernes 23 de septiembre en el Harlem Hospital, como parte de la Semana de Harlem.
Jessica Angel ha trabajado con reconocidos bailarines y en la comunidad Pogolotti, el famoso barrio de La Habana, para crear una serie de fotografías de tamaño real que “capturan la energía y la pasión de Rumba”, anuncia la presentación al evento.
Al ver las fotografías (nunca antes expuestas), el público podrá escuchar a la vez una banda sonora con percusión de rumba que incluye la lectura de poemas de Nicolás Guillén, el Poeta Nacional cubano.
Jessica Angel conversó con OnCuba sobre este intercambio cultural que lleva los ritmos de La Habana hasta Nueva York.
¿Cómo surgió la idea de fotografiar bailarines de rumba cubanos? ¿Por qué fue importante para usted?
Empecé a bailar hace unos 25 años cuando el reconocido bailarín cubano Rodolfo Fournier abrió una clase en Londres. Desde entonces he conocido a una gran comunidad de bailarines y he estado trabajando y fotografiando a bailarines de rumba cubanos desde entonces. Siempre me atrajo la cultura cubana y cubana, mi abuela y mi tío vivían allí antes de la Revolución. Mi tío solía importar autos estadounidenses, estoy seguro de que algunos de ellos todavía están en las calles hoy en día. Conocí a Luanda Pau hace unos años.
Háblenos sobre el proceso de tomar estas fotografías, ¿cómo logró capturar el movimiento de los bailarines de esa manera?
Capturar rumba en cámara no fue fácil. El baile es improvisado, y la sorpresa es su esencia. El objetivo de los bailarines es ser infinitamente creativo cada momento. El papel del chico es atrapar a la mujer sin darse cuenta, ¡y la mujer debe ser más rápida que el chico! Para mí era tener una comprensión real del baile, y aunque no podía anticipar el movimiento, intenté anticipar el sentimiento y la energía que precedieron al movimiento.
¿Qué deseas comunicar a través de tus fotografías?
El mensaje que busco retratar a través de mi trabajo es que en un mundo que se centra en cómo somos percibidos, la comunidad y el baile nos ayudan a mantenernos enraizados y conectados con nosotros mismos y con los demás.
¿Le interesa únicamente la rumba u otros bailes también?
Estoy interesada en todas las formas de movimiento, siempre me ha intrigado la forma en que las diferentes culturas encarnan no solo a través del baile, sino también a través de actividades diarias como caminar y cómo el movimiento se traduce culturalmente.
En sus fotos es difícil ver las caras de los bailarines, ¿está más interesada en las líneas de los cuerpos mientras bailan que en las emociones de sus caras?
Estoy más interesado en el movimiento y el patrón del movimiento de los bailarines que fotografío y lo que se revela a través de eso. Me fascina el punto de encuentro entre el espíritu y el cuerpo y la posibilidad de metamorfosis a través de la danza.
¿Cómo surgió la exposición que presenta próximamente en Harlem?
El proyecto “Liquid Heat” (Calor Líquido) fue una idea que tuve hace unos 18 años. Inicialmente, quería crear murales para East Harlem, un barrio hispano de Manhattan. Cuando comencé a centrarme realmente en este proyecto, pasé mucho tiempo construyendo relaciones y obteniendo un compromiso político y comunitario dentro de Harlem. Paralelamente, estaba trabajando para crear una exposición en La Habana con Santiago Alfonso, una figura clave en la comunidad de danza en Cuba. Entonces finalmente Santiago y yo decidimos el año pasado llevar esa exposición a Harlem.
Junto a la instalación de fotografía habrá un programa de danza cubana gratuito para niños y una presentación y demostración tradicional de Rumba cubana con los músicos cubanos Melvis Santa y su grupo Ashedí.