Se corren las cortinas de la Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana y una experimentada Alicia Alonso, ballerina de renombre a nivel mundial irrumpe en escena en el cuerpo de una gitana seductora y sensual.
Carmen personifica el quebrantamiento de los cánones de una época dominada por los hombres, cargada de prejuicios contra las mujeres que intentaban abrirse paso en la vida.
La gitana, con múltiples problemas en la fábrica de cigarros donde trabaja, es transportada a la cárcel por orden del capitán Ziñiga, consecuencia del desprecio al amor que él le profesaba. Pero, consciente de las debilidades de los hombres y de las potencialidades de su cuerpo, Carmen seduce al sargento José para que la ayude a escapar olvidando su deber y convirtiéndolo además en contrabandista y ladrón. Por si esto no fuera suficiente, la gitana se enamora del joven torero Escamillo, triunfador de la más reciente corrida de toros. José, al verse traicionado por Carmen, la asesina con una puñalada.
Con nuevos y estilizados movimientos en el ballet, Carmen deja volar la técnica del bailarín impregnándole un poco más de naturalidad, a la par de respetar los presupuestos estéticos de la danza clásica.
Pero lo singular de la interpretación cubana de esta pieza de un acto y tres escenas– en especial la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, que conozco solo por grabaciones de videos de sus espectaculares actuaciones- es la capacidad de interpretarla y personificarla con aportes de la fusión cubana y andaluza, con movimientos propios del criollo y el gitano.
Carmen nació de la idea de Rolan Petit en 1949 tornándose un escándalo para su época por la carga erótica de las coreografías y el cambio tan radical en el vestuario que lucia más atrevido.
El maestro Alberto Alonso creó una nueva versión en 1967 con otros elementos coreográficos, estéticos y dramatúrgicos, incluyéndole la música de Rodion Schedrin. Esta puesta tuvo su estreno en el teatro Bolshoi de Rusia en abril de 1967, con Maya Plisetskaya en el rol principal. El 1ro de agosto del propio año Alicia deja huella en el personaje con una actuación para la historia en el estreno de la obra en nuestro país.
Carmen, es una obra coreográfica con un alto contenido dramático y técnico, que requiere de mucha destreza y entrega al momento de la interpretación. En nuestro país otras luminarias de la danza la han interpretado: Loipa, Aurora, Josefina y Mirta (las cuatro joyas), Bárbara, Anette, Viengsay; pero dudas no quedan que decir Carmen es decir Alicia Alonso.
Cuarenta y cinco años después Carmen aun persiste en la memoria de los balletómanos como uno de los ballets que resumen la grandeza de la escuela cubana, de sus creadores: el trinomio Alonso (Alicia, Alberto y Fernando), y de la potencialidad técnica e interpretativa de sus integrantes.