Entre los premios colaterales de la recién terminada edición de la Muestra Joven ICAIC se entregó, por primera vez, uno proveniente de Estados Unidos: Cerrando Distancias. Un reconocimiento que dota con el servicio de subtitulaje en inglés, la distribución con Icarus Films por cinco años y mil dólares.
El proyecto de documental “Bahía, la quimera del arroz”, de dos estudiantes de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), fue merecedor en esta primera vez.
Un estímulo para la cinematografía joven cubana, fruto del trabajo del Cuba Media Project, sección cubana de Americas Media Initiative (AMI), y particularmente de su directora, la realizadora Alexandra Halkin, una suerte de mensajera en sonido e imagen que llegó a La Habana en 1991 como parte de un grupo de solidaridad, y desde entonces regresa una y otra vez.
Cerrando Distancias es también el nombre del programa itinerante -que ya va por una tercera edición- entre Estados Unidos y Cuba con colaboración de la oficina de la Muestra que ha llevado a Estados Unidos la obra de cineastas como Rigoberto Jiménez, Karel Ducasse, Marilyn Solaya y Ariadna Fajardo. También ha conseguido traer a Cuba a destacados directores y productores norteamericanos como Louis Álvarez, Andrew Kolker, Simon Kilmurry, Mindy Martin, entre otros.
AMI, auspiciado por la Fundación Ford y otras fuentes de financiamiento, público y privado, ha propiciado la presencia de documentalistas cubanos en el Flaherty Film Seminar, el MoMa de Nueva York y decenas de universidades. Pero a pesar de este logro falta mucho para conseguir las condiciones ideales que permitan sostener y profundizar este intercambio cinematográfico entre Cuba y Estados Unidos.
Para Alexandra Halkin lo fundamental sería tener relaciones normalizadas, que no haya tanta tensión. “Entiendo que exista. La política es compleja, pero las personas son las personas y a la ciudadanía de cada lado le interesa la otra. Por suerte nunca he tenido problemas para obtener visas para los cubanos que van a Estados Unidos. Creo que hay un reconocimiento de la importancia de ese intercambio cultural, aunque no hablo de todo el gobierno.”
El cine documental intenta exponer estos mundos tan diversos y tan separados…
El cine es muy importante porque habla como no lo hace ningún otro medio. Penetra, abre una ventana al entendimiento.
Con las becas y la aplicación a financiamientos hay limitaciones por falta de conectividad, pues la mayoría de las inscripciones son online. Además, se necesita cuenta bancaria en un tercer país, entre otras cosas porque las productoras cubanas no pueden tener cuentas en Cuba. Para eso sería importante que pudieran registrarse como productoras autónomas o independientes. Como no hay Ley de cine actualizada la gente con que trabajo aquí, aunque están reconocidos, no tienen regulación legal. Es muy ambiguo su status.
¿Qué ha cambiado en el ámbito de tu trabajo desde el 17D?
Pensé que moriría antes de ver algo por normalizar las cosas. ¡Me sentí tan feliz! En noviembre estuve en un encuentro de expertos sobre relaciones Cuba-EEUU y ni imaginaban lo que haría Obama. Fue mucho más de lo esperado.
He recibido mensajes de todas partes sobre querer venir a Cuba para hacer algo. Aunque son gente que nunca ha venido ni habla español. Muchos ni siquiera conocen las dinámicas del cine, no entienden que tienen que venir antes de hacer una propuesta. Pero hay mucho interés general. Hay muchísimas delegaciones ya, más vuelos cada día.
En mi trabajo lo más significativo es que ya no necesito dos tipos de licencia especial del Departamento del Tesoro. Una era solo para trabajar con los cineastas y otra para hacer la gira aquí (que además debía ser aprobada después por Cuba). Era un triple problema: allá dos licencias y aquí la aprobación.
Ya no necesito ninguna. ¡Este año la OFAC me dio mi licencia renovada antes de que venciera la otra! Nunca había sucedido, aunque fue una cuestión burocrática porque ya no la necesito.
¿Por qué crees que Cuba es tan atractiva de pronto?
Porque es un misterio. Es la isla que nadie o muy pocos han visitado. Hay entonces curiosidad en todos los sectores, porque es un misterio cercano, desconocido, y prohibido.
Quiero organizar una muestra de documentales cubanos y llevarla a los estados donde casi no hay inmigrantes cubanos, como Georgia, Alabama, Nebraska, Tennessee. El anuncio de Obama despertó mucha curiosidad, y creo que puede servir para presentarle al público de Estados Unidos lo diverso y complejo de Cuba.
¿Qué obstáculos legales permanecen?
Ninguna ley de Estados Unidos impide el financiamiento de cine documental en Cuba. Pero estoy promoviendo un sector que no es comercial, ni es una industria lucrativa y entonces no genera tantos intereses económicos como, por ejemplo, las artes plásticas. Eso hace una gran diferencia.
En cuanto a la ficción, a causa del bloqueo es ilegal financiar y/o hacer cine de ficción en Cuba. En Estados Unidos todavía existe la idea de que todo el cine cubano tiene que ver con el gobierno. No entienden que hay mucho cine independiente en Cuba. La gran mayoría de lo que se produce hoy, de hecho.
Yo diría que el común de la gente no conoce los mecanismos de intercambio y además tampoco quieren enfrentarse y perjudicar sus conexiones, su posición. Muchos reconocen el valor del cine cubano, pero la política los compromete, sienten temor.
Entonces siento como una responsabilidad difundir, promover cómo es el proceso en Cuba y encontrar apoyo. Por eso es el premio, y la voluntad de crear un fondo. Además, como documentalista siento que el género tiene una función importante en Cuba, especialmente ahora en medio de tantos cambios, para documentar lo que está ocurriendo, construir memoria. ¡Hay tantos temas en Cuba! A cada paso encuentras uno.