Cuba: el Oscar viene llegando…

Frank Delgado lo dijo primero. “El Oscar viene llegando”, advirtió el siempre lúcido trovador en el Teatro Mella, al final del fabuloso Reality show de Laura de la Uz, justo en la semana en la que el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano inundaba las hasta entonces deprimidas salas estatales de proyección cinematográfica. Muchos pensábamos que Laura volvería a ganar un Premio Coral este año por su versatilidad, al aparecer en Vestido de novia, la gran ópera prima de Marilyn Solaya, y La pared de las palabras, la nueva genialidad de Fernando Pérez, con dos caracterizaciones separadas por tres galaxias de distancia y una estrella en común: la maestría.

La canción de Frank pregonaba “el Oscar viene llegando con Laurita de la Uz”, y no pocos compartimos en los cines y en el Teatro Mella ese cariño, sin imaginar que algunas señales aparecerían a los pocos días… Si el jurado del Festival Latinoamericano entregó el Coral de Mejor Actuación Femenina a la estadounidense Geraldine Chaplin, no sería absurdo soñar que el tribunal de la próxima edición del Premio Oscar tenga en cuenta, al menos para sus nominaciones, a De la Uz, a Alina Rodríguez, a Isabel Santos o a la argentina Érika Rivas, la frenética recién casada del sexto cuento de Relatos Salvajes. Todas actrices excelentes que no cuentan en su patio con galardones de ese tipo, circundados por alfombras rojas, un oleaje de paparazzis y soberbio desfile de limosinas, joyas y olores.

Preciso aclarar, o más bien declarar mi admiración hacia Hollywood. Si una industria ha tenido la virtud y el dinero para lanzar con éxito múltiples ofertas para todos los públicos es esta. Y por favor, dejemos la ingenuidad, pues la globalización no es un fenómeno de dos décadas de vida: la cultura de todos está influida en alguna medida por lo que esa Industria, y lo digo en mayúsculas, nos suministró agresiva o sutilmente desde niños. Pero tras un Festival Latinoamericano con más de 100 cintas en concurso vale preguntarse: ¿estará el cine del continente en un buen momento? ¿Quedarán actrices de calidad del río Bravo a la Patagonia? ¿Qué habrá llevado al jurado a excluir de los premios a la francesa Juliette Binoche con su traumática actuación en Mil veces buenas noches, dentro de una de las muestras del Festival? ¿Si Meryl Streep se embullara a participar en una cinta argentina para el próximo evento pondría la simbólica ramita marina delante o detrás de los hombrecitos Oscar en su casa?

Sin lugar a dudas, al cierre de la edición 36 de la cita habanera quedaron muchas interrogantes confusas, pero al menos las premiaciones mantuvieron cierta coherencia con el presupuesto atribuido al extraordinario luchador dominicano Máximo Gómez, quien –según dicen- advirtió: los cubanos o no llegan o se pasan. De los Premios Colaterales, cinco y una mención fueron para la cubana Conducta, tres para Vestido de novia y otros tres para La pared de las palabras. Dos de los documentales laureados son igualmente del archipiélago y a las pocas horas hasta el desabrido Meñique, que no puede compararse con ninguna de las producciones anteriores, obtuvo el Premio a Mejor Película de Animación. ¿Sería ese un lauro al esfuerzo? ¿Acaso eso se vale? Y si se vale… ¿por qué se habrán olvidado de Hollywood en este punto? Aunque el equipo de realización del filme olvidó a José Martí en el guión, y por cierto ¿qué habría pensado Gabriel García Márquez de la premiación de este Festival fundado por él con tanto entusiasmo para los latinoamericanos?

El excelente filme Conducta, de Ernesto Daranas, ganó además el Coral a Mejor Largometraje de Ficción, el Premio Signis y su protagonista Armando Valdés, se alzó con el Coral a Mejor Actuación Masculina, por encima de gigantes como Darío Grandinetti, Ricardo Darín y Oscar Martínez, por solo mirar fuera del patio. Si se analiza fríamente, los mejores actores resultaron una muy reconocida artista norteamericana y un adolescente cubano sin experiencia profesional, con una carrera por delante que bien hubiera podido comenzar con una Mención Especial. ¿Faltaron buenas actuaciones latinoamericanas profesionales en uno y otro género?

Por favor, nadie crea que resto méritos a dos magníficos trabajos como los de Valdés y Chaplin, quienes tampoco tienen la culpa de haber sido “los elegidos”, pero el niño está solo en su punto de partida, dicho sea de paso y por si a alguien le queda dudas, excelente. Y a la norteamericana, ¿por qué no se le reconoció con un Coral de Honor como a otros buenos artistas, como al propio Benicio del Toro en esta misma edición, y se reservó el Coral de 2014 para una actriz latinoamericana? ¿Se atrevería el jurado del Oscar a reconocer a una latina como mismo hizo frecuentemente con suecas como Ingrid Bergman (tres veces ganadora de la estatuilla), las británicas Vivien Leigh y Elizabeth Taylor y la australiana Cate Blanchett (cada una con dos)?

La cuestión de los premios en todos los países siempre será muy polémica, y como soñar no cuesta nada, prefiero pensar que hay cierta negociación “más arriba” a favor de alguna profecía trovadoresca en mi barrio, en el cual –hasta el otro día- las actrices podían aspirar a Corales y yo creía que los merecían. Mientras algunos ya rezan para que el Diablo no se vista de Prada en Suramérica o el Caribe, otros preferimos unirnos al coro de Frank Delgado, pues ya no hay dudas, “el Oscar viene llegando”, ojalá con Laurita de la Uz.

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