Cuando en 2014 entrevisté a Armando Capó, su opera prima Agosto era apenas un guion que iba de fondo en fondo y de taller en taller. A mediados de 2017, cuando volvemos a reunirnos, es un rodaje acabado de suceder. Por eso está ligero, como si levitara. Aunque todavía procesa todo lo vivido.
Llegar hasta aquí ha sido una aventura, casi una novela del realismo mágico, de esas que escriben todas y cada una de las producciones del audiovisual cubano independiente de hoy. Películas que cuestan sangre, sudor y lágrimas. Donde las amistades de años se someten a prueba. Donde mucho depende del azar. Y del idealismo puesto en juego.
Con Agosto no ha sido diferente. Haciendo un breve resumen: el primer argumento, elaborado entre Capó y Abel Arcos (La Obra del Siglo), participó en el Taller Colón de 2011, en Argentina, y luego en el Primer Taller de Proyectos de Ibermedia de Centroamérica y el Caribe, en 2012. En esa ocasión, el director cubano consiguió sumar como aliada a la costarricense Marcela Ezquivel, su excompañera de estudios en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), para el rol de productora.
Al año siguiente, fueron seleccionados por Puentes, un programa de la Unión Europea para productores, que permitió asesorías de producción y guión en Locarno (Suiza) y Ventana Sur (Argentina). En 2014, el proyecto de guion fue elegido para participar de La Fabrique des Cinemas du Monde del Festival de Cine de Cannes, y luego en el III Foro de Coproducción del Festival de San Sebastián (donde ganaron el premio máximo) y del Festival de Cine de Amiens.
Esto es un resumen de la evolución del proyecto. Porque sintetizar cómo se financió la producción es todavía más difícil. Rechazado en un principio por el ICAIC, poco interesado en la historia de un adolescente cubano de un pueblo costero que debe madurar a contrapié mientras se sucede a su alrededor, en agosto de 1994, la llamada Crisis de los Balseros, Capó tuvo que recurrir a fondos europeos y latinoamericanos.
Entre otras fuentes, levantó una exitosa colecta de crowdfunding, obtuvo una suma en efectivo a través del Festival de Sundance y ganó el premio Opera Prima Nuevas Miradas de posproducción durante el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana; finalmente, el ICAIC decidió apoyar el proyecto y, gracias a ello, en 2016 estuvo entre los largos cubanos favorecidos por el fondo IBERMEDIA.
El rodaje fue también una aventura física. Las locaciones, ubicadas entre Cojímar, Santa Fé y Playa Baracoa, a lo largo del litoral norte habanero, demandaron mucho de todos. El sol, la dificultad de las locaciones, pusieron un extra de exigencia a las obligaciones expresivas. Trabajar con adolescentes, entre ellos con un actor protagonista que se enfrentaba a su primera película, significó una presión adicional. Aunque la presencia en roles secundarios de intérpretes de experiencia como Rafael Lahera (como el padre), Lola Amores (como la madre) y Verónica Lynn (como la abuela) facilitó las cosas.
No obstante, los habitantes de esos sitios colaboraron mucho en el rodaje. Rosa María Rodríguez, directora de casting de Agosto, evoca: “Una de las experiencias más lindas fue el apoyo que tuvimos todo el tiempo de la gente, tanto de Santa Fé como de Cojímar y de Playa Baracoa. Como se trataba de una película de época, existía la exigencia de cuidar la continuidad. Por ello, habíamos visitado la secundaria Abel Santamaría de Cojímar con antelación y conversamos con los estudiantes para pedirles que no se cortaran el cabello, porque tenían que llevar el pelo de la forma en que se usaba en los años 90, no como está hoy de moda. También les pedimos que nos ayudaran a conseguir pañoletas, que hace mucho tiempo los alumnos de secundaria no usan con el uniforme. Cuando llegamos para comenzar el rodaje, semanas después, fue toda una sorpresa ver cómo se habían transformado en estudiantes de aquel tiempo y tenían sus pañoletas listas.”
La realidad y la época que cuenta Agosto son muy complejas y difíciles de representar en la pantalla, pues se trata del momento más oscuro del Período Especial. Respecto al rodaje, refiere Capó: “Creo que la película superó mis expectativas. Uno tiene un diseño en la cabeza y cuando comienza la realización muchas cosas cambian, pero esta sigue siendo la historia que quería contar desde el principio. Aunque la película no hubiera sido posible sin el apoyo de mi equipo y en especial de los actores. Trabajar con Rafael Lahera y Lola Amores hace que tu trabajo fluya y tenga una buena energía. Y también las productoras Marcela Esquivel (Costa Rica), Claudia Olivera (Cuba), el fotógrafo Javier Labrador Deulofeu (Cuba) y otros egresados de la EICTV que se unieron a la aventura conmigo.”
En todo el recorrido, la colaboración de Rosa María, realizadora, dramaturga y actriz, ha sido decisiva para el director principiante. Ella ofició en Agosto como asistente de dirección y coach de actuación. Para esto último, durante largos meses y después de un muy dilatado trabajo de casting, se hizo una preselección de actores para ocupar los roles de los adolescentes protagonistas. Con ellos, Rosa María organizó un taller de donde surgieron los intérpretes definitivos.
Una infancia bajo presión
El protagonista, Carlos, es interpretado por Damián González. Es esta su primera experiencia en el cine. Damián lleva cuatro años en el grupo teatral Olga Alonso. Como era de esperarse, esta experiencia le cambió la vida: “Un día llegaron al grupo Capó y Rosa para realizar el casting de la película. Me hicieron solo un par de preguntas. Un año después me llamaron a la casa y me dicen que estaba seleccionado para la última etapa del casting. Al cabo de una semana me volvieron a llamar, me dijeron que iba a estar en la película y que iban a hacer los talleres para seleccionar a los personajes. Al principio mi personaje era el de Miguel, el amigo de Carlos. Unos días después me anuncian que tenían que verme y me dicen que yo sería Carlos, el protagonista de la película.”
“Fue compleja la preparación de mi personaje porque creo que Carlos es como yo era a esa edad. Era tímido, callado, vivía también situaciones díficiles. Tenemos muchas cosas en común y lo más difícil fue buscarlas. Los ensayos y las lecturas del guion con Capó me ayudaron mucho.”
De su trabajo con el resto del corto elenco, Damián cuenta: “Me fue fácil establecer una relación con actores como ellos. Sobre todo con Felito, porque es muy afable, jodedor. A los tres días yo andaba con él como si nos conociéramos de toda una vida. En la película se ve que había un vínculo entre los tres. Ellos trataron de ayudarme en todo momento, me aconsejaban. Yo soy primerizo y al principio no entendía nada, porque había que repetir tomas por las luces, por la cámara, por el sonido…”.
A pesar del choque inevitable con las rutinas propias del cine, el rodaje para Damián ha sido una experiencia entrañable: “Todos los días pienso en la película y me digo: ya no eres Carlos, tienes que empezar la escuela, comenzar las pruebas, en fin, que no me lo creo todavía. Recién me puse a ver fotos del rodaje de la película y a publicarlas en mi perfil de Facebook. Eso me puso muy nostálgico.”
La Madre que se queda
La madre de Agosto es interpretada por Lola Amores, actriz de teatro y conocida en el cine por su personaje de Santa, en la película Santa y Andrés (2016), de Carlos Lechuga. Lola tiene su propia perspectiva de esta experiencia: “Sabía que Capó estaba preparando la película Agosto. Un día me llama y me dice que necesitaba a una actriz para el papel de la madre. Me leí el guion y conversamos. Su pasión por su familia, por su abuela, que es muy importante para él, la época en la que se desarrolla la película y el tema que trata, fueron esos los detalles que me conmovieron para participar en el proyecto.”
“En el año 1994 yo estaba terminando el preuniversitario, por tanto fue un momento que viví y recuerdo. Para elaborar mi personaje me inspiré en mi familia más cercana, en mis tías, vecinas y en mi mamá. Se pasaba mucho trabajo para mantener la crianza de una adolescente y buscar la forma de subsistir. Había algo que a mí me creaba cierta inquietud, me preguntaba cómo enfocar una película que se desarrollaba en ese año, tras la apertura de las costas, pero eso a su vez me motivaba a estar en ella. Claro que esto ya era trabajo del director.”
Acerca de compartir esta experiencia con Lahera, señala: “Crecí viendo a Felito y me emocionó mucho trabajar con él, porque es una persona especial. Lo que más me conmovió de la película es que yo venía de hacer Santa y Andrés y el personaje de Andrés se marcha del país. Entonces hago esta película en la que mi esposo se va también, aunque eso nunca se dice con exactitud. Para mí era Felito quien se había ido y estaba retornando. Alguien me decía: “Lola, a ti en el cine cubano te ha tocado ser la mujer que se queda.” Eso me hace pensar en toda esa gente cercana a mí que se ha ido. Es como una pequeña muestra de algo que nos sucede a todos. En mi casa he vivido la partida de familiares y la de mis mejores amigos. Es por ello que la escena de la partida de mi esposo tenía todo eso mezclado.”
Amores viene haciendo una carrera intensa en el cine, y aparentemente los personajes maternales se reiteran: “Hace unos años vengo trabajando en cortometrajes. Con Marcel Beltrán hice La nube (2014), pero también he realizado otros en la EICTV. Después de Santa y Andrés, me llamó Esteban Insausti para participar en su película Club de Jazz, donde interpreto a otra madre al final del tercer cuento.”
Un regreso entrañable
Con Agosto regresa a Cuba un rostro conocido del cine y la televisión, Rafael (Felito) Lahera, pero del que no tenemos noticias desde hace buen tiempo. Lahera reside actualmente en Miami, luego de un periodo anterior trabajando en Colombia. De su labor en el cine cubano puede recordarse su participación en Barrio Cuba (2005), de Humberto Solás, y Kangamba (2008), de Rogelio París.
Pero en Agosto la experiencia es nueva: “Cuando Capó me habló de Agosto yo me enamoré del proyecto, porque le da la posibilidad a uno de hacer suyo el personaje. Lo que más me gusta de mi personaje y de la película es que no se habla tanto. Cinematográficamente, se suplen todos los textos posibles. Considero que es una película muy visceral.”
“El tema de Agosto es muy global. Es una película de pérdidas. El personaje del padre tiene una carga emotiva muy particular con su hijo y con su madre. Ese niño está en una edad en la que debe sumar cosas, y en este caso comienza a perderlas. El proyecto cuenta qué pasaba con la gente que estaba viviendo esos momentos difíciles. ”
De su experiencia con el equipo de trabajo, Lahera subraya: “Agosto era la opera prima de Capó y de Damián, por ello todos nos conocimos en el rodaje. Con Lola no había trabajado nunca, pero logramos una afectividad que estaba en las escenas y fuera de ellas. Como en el guion de la película el padre no conversa apenas con el niño, traté de forzar nuestra relación fuera del rodaje. Yo le decía que era mal actor, que se dedicara a otra cosa, y así logré llevar una relación cordial interesante.”
Este retorno de Lahera a Cuba ha traído toda clase de sorpresas. Después de concluir el rodaje de Agosto, Blanca Rosa Blanco lo ha convocado para que participe en su opera prima, El regreso, en pleno rodaje por estos días: “Mi personaje en la película es un coprotagónico. El equipo de trabajo me conoce y es como estar en mi casa, por tanto se hace más fácil. Este proyecto es un policíaco, los actores son Jorge Martínez, Yadier Fernández, Carlos Enrique Almirante, entre otros. Mi personaje se llama Máximo y es un profesor de una escuela de música.”
Las propuestas de trabajo siguen llegando para Felito, como cariñosamente le llaman todos. Por ello, piensa regresar pronto a Cuba, pues tiene entre manos dos invitaciones más para continuar actuando en el cine cubano. “Una es una película histórica. Me encantaría poder trabajar en ella, porque la historia de mi país es algo que me gusta y tengo muchos deseos de vivir una aventura de ese tipo en Cuba. Y la otra la estamos palabreando todavía.”
“Para mí es muy importante estar en Cuba. Primero, que la gente en la calle te reconozca fuera del plató te inyecta mucha fuerza. Lo segundo, la responsabilidad con el público y con los compañeros de uno te motiva a ser más serio con tu trabajo. Hace 20 años yo me dejaba caer en los brazos de la actuación; ahora en cada proyecto me estoy jugando la vida.”
La relación padre-hijo en Agosto es esencial para el relato que Capó quiere crear. Lahera tuvo por ello que estrechar un vínculo especial con el adolescente protagonista. “Con Damián me sucedió algo inesperado, el día de la fiesta por el fin del rodaje. Allí él me enseñó una foto de la última escena que grabamos juntos. En ella, estamos los dos sentados en el muro del malecón, de espaldas al espectador, con la bicicleta y dos sacos de comida para los conejos al lado. Me trajo la foto como cosa suya, pero lo cierto es que ver esa imagen me dio mucho sentimiento.”
Que bueno leer este artículo, sin dudas fue una experiencia que cambió mucho la vida y la forma de pensar de los jóvenes actores. Conocer a ese magnífico equipo y en especial a Capó y a Rosa María, Claudia y todos los demás participantes, fue de lo mejor que trajo la primavera para todos, actores adolescentes y sus padres, en espera de un Agosto caliente.