“Ahora mismo tenemos los recursos y la tecnología facilita muchas cosas. Tengo mucha esperanza en el florecimiento de este arte en nuestro país”, me dice Ivette Ávila cuando habla de la animación en Cuba, a la cual esta realizadora lleva vinculada varios años.
Cuando se habla de la animación en nuestro país el nombre de Ivette es recurrente en cuanto a eventos, talleres y realización audiovisual realizados en la Isla desde hace más de una década, pues el afán de esta mujer por rescatar la animación en el país parece no conocer límites.
Escuchándola uno reconoce la pasión que siente por este arte, lo mismo al darle vida a objetos, que impartiendo talleres a niños o en programas televisivos. Muchos le reprochan que perdió tiempo en comenzar a dedicarse de lleno a la realización audiovisual, pero Ivette no carga con ese lastre, ni siquiera lo considera algo negativo, pues de la carrera de Biología de la cual es licenciada, así como de su maestría en Antropología, ha aprendido mucho.
“Realmente si alguna vez pensé eso es una idea que deseché porque todo lo que uno hace aporta y proporciona herramientas, nuevos caminos mentales, formas para procesar la información. La organización al trabajar o cómo dirijo un equipo de trabajo, tiene que ver con todo lo aprendido, no solo haber estudiado Biología que te da una idea holística de la vida y del mundo, la Maestría también me ha aportado muchísimo”, confiesa a OnCuba.
Incluso de su etapa como “profesora en la Escuela Latinoamericana de Medicina, el hecho de trabajar en el programa de una asignatura, impartir clases ante cientos de estudiantes, creo que todo eso me ha aportado muchísimo. De vez en cuando sí se deja ver en mi obra de forma explícita la preocupación de bióloga, el tema ecológico y la conexión con el mundo natural, la preocupación por la sostenibilidad del planeta. Todo lo que he hecho antes ha contribuido muchísimo a los caminos que sigo en el arte”.
Ivette parece habitar otro mundo animado, quizás eso la ayudó a concebir Galaxia K, el programa televisivo que se transmite hace ya varias semanas, donde enseña a la familia sobre este vasto reino donde da vida a objetos inanimados y busca sumar más habitantes a su animada galaxia.
¿Cómo llega esta iniciativa?
Producto de la pandemia, con la necesidad de compartir conocimientos y darle la oportunidad a los niños de poder crear desde casa, utilizando como medio expresivo la animación, llegó el programa Galaxia K, un pedido del British Council, enfocado en un primer momento para los niños del proyecto Cámara Chica, que producen audiovisuales a lo largo de todo el país, un proyecto muy lindo de las Casas de Cultura, con el apoyo del British Council.
Siempre tuvimos la idea de registrar la metodología que habíamos logrado con nuestros talleres, pero lo íbamos posponiendo. En la cuarentena el British Council nos convoca a hacer unas cápsulas, que pudiéramos compartir vía Internet, para enseñar de forma práctica a animar, a lo cual se sumó además los Estudios de Animación del ICAIC.
Era la oportunidad de no solo enseñar contenidos prácticos, tips o trucos sobre animación con estas cápsulas, sino hacer algo más complejo con imaginación y recursos para provocar, sembrar expectativa y abrir las puertas a este mundo espectacular de la animación, que no solo son los dibujos animados, sino que puede utilizar una gran cantidad de materias, múltiples formas de dar vida y generar visualidades.
Esta galaxia es un mundo donde tenemos la clase práctica que es la AnimateK, donde aterrizamos y explicamos cosas que los niños pueden reproducir en casa con sus recursos, pero también tenemos los Expedientes K, donde conocemos a algún artista o pionero de la animación cubana o universal, está el Agujero del tiempo donde hablamos de curiosidades, surgimiento de técnicas… era la oportunidad de “contaminar” a la gente con la animación.
Esperamos que sea un punto de inspiración para muchos porque no es un programa solo para niños, aunque sabemos que conectan muy bien y se motivan a animar, pero esperamos que genere un movimiento que refuerce nuestra demanda por años y la animación se convierta en una necesidad más de formación, de creación y capacitación para formar nuevos animadores y que este arte en Cuba tenga un nuevo despegue.
Ya anteriormente llevabas adelante otros proyectos
Nosotros (Ramiro Sardoya Sánchez, mi compañero de profesión y vida, y yo), desde el año 2009 iniciamos una especie de grupo creativo para experimentar desde lo independiente diferentes técnicas y contenidos que no podíamos hacer desde las instituciones, de ahí Producciones Cucurucho, que tiene varias líneas de trabajo: una la creación, ya sea de obras de autor o por encargo para instituciones; otra son los talleres, que ya hemos hecho más de 60 en contextos variados, y por último están los eventos.
Nosotros hacíamos talleres con niños, y no encontrábamos el espacio apropiado para exponer estas películas que hacíamos con ellos, así que utilizamos una invitación que nos hizo la Feria Internacional del Libro, para fundar el Festival Internacional Infantil del Audiovisual La Espiral, evento que tuvo ediciones hasta el año 2019.
Fue una experiencia muy bonita, muy trabajosa porque era todo con esfuerzo propio, aunque siempre recibimos apoyo de instituciones en particular con espacios para la proyección de las propuestas y la realización de otras actividades, como el Centro Hispanoamericano de Cultura, el Pabellón infantil de la Feria del Libro “Tesoro de Papel”; la Vitrina de Valonia, el Teatro-museo de títeres El arca, el Museo de Arte Colonial, los Estudios de Animación del Icaic y actividades que realizamos en un montón de escuelas urbanas y rurales, entre otros.
A lo largo de las ediciones participaron películas hechas por niños y adolescentes de alrededor de 25 países, con una participación de cerca de 15 000 niños.
También fundamos Días de animación en La Habana, evento con similares características en cuanto a logística, pero que nos permitió enfocarnos más hacia la polémica, la actualización de lo que se está haciendo en Cuba y el mundo en el campo de la animación.
Asistieron realizadores de Bélgica, México, Portugal; hicimos múltiples talleres de formación profesional, recuerdo con mucho cariño uno que hicimos con bailarines de Danza Contemporánea, animadores y música en vivo en la Fábrica de Arte Cubano liderado por Fernando Galrito director del festival portugués MONSTRA. Aquí también sobresalió el intercambio académico, con estudiantes universitarios, artistas jóvenes, algo diferente respecto a La Espiral.
Desde que estamos en pandemia hicimos una serie que se llama Creación Colectiva en Cuarentena (CCeC), donde hicimos seis audiovisuales a partir de la unión y mezcla de la creatividad respecto a lo que experimentábamos con la pandemia y el aislamiento, un trabajo que también hicimos con músicos, artistas de la plástica, realizadores, poetas de Cuba, Argentina, EU y Colombia.
En 2019 logramos fundar en los Estudios de Animación ICAIC una academia de animación que tributa además a la tradición de enseñanza de esta institución. Tener esta sede ha sido un salto cualitativo, porque antes dábamos los talleres itinerantes y a veces se nos complicaba convocar, pero tener un espacio fijo donde es bueno porque ya tenemos una programación de talleres durante todo el año y allí se pueden informar. Esta academia se llama ANIMALUZ, donde logramos dar unos cuantos talleres antes de la pandemia, pero no nos hemos detenido porque seguimos por WhatsApp.
A veces los obstáculos te llevan a dar saltos cualitativos y si bien es difícil impartir los talleres por esta vía, utilizando el mínimo de datos posible, nos ha permitido que niños de toda la isla e incluso de otros países participen en la academia, y eso nos reconforta mucho. Creo que cuando volvamos a lo presencial, vamos a mantener esta modalidad por WhatsApp que nos ha permitido trascender las fronteras de La Habana.
¿Por qué el trabajo con niños?
Me encanta trabajar con niños, creo que es construir, es un aporte porque aunque los talleres sean breves a veces dejan huellas, y si además le estamos enseñando a ver el mundo e interpretarlo con sus dibujos, sus historias y cuestionamientos, es maravilloso.
Les enseño lo que sé, pero también aprendo muchísimo de ellos. Creo que trabajar en talleres con niños enseñándoles a crear, le aporta a mi propia creación, sobre todo cuanto tengo que dirigirme a un público infantil o adolescente.
En estos tiempos los niños no son espectadores pasivos, incluso arman sus propias parrillas en dispositivos digitales y ya no les decimos que ver, no organizamos lo que van a consumir porque muchas veces ellos mismos organizan sus contenidos, de modo de que es bueno que sean activos y críticos sobre el proceso de creación, que entiendan de la manipulación que pueda haber en los medios, diferenciar lo que puede ser mentira o verdad, malo o de calidad.
Por otra parte, ellos son autores de contenido, se filman en la casa en cualquier rincón o en la calle y suben esos materiales a las redes, entonces tiene que existir una ética, un compromiso y una protección. En los talleres, de cierta forma, creando, exploramos y aportamos en esta faceta de creadores activos que son.
Los talleres son divertidos aunque se trabaja duro. A veces las películas del taller que hacen los niños son reveladoras del contexto en que viven, los padres se impresionan mucho con las cosas que dicen porque a veces, creando, dicen cosas que nunca le han dicho a sus padres, detectan problemas en la comunidad, cosas que los adultos en nuestra vida apurada no vemos.
Es un gran placer hacer estos talleres de creación además porque en el caso de Cuba la animación no se enseña en los medios de enseñanza artística, no se estudia como carrera, es como sembrar una semillita, aunque los talleres no tengan como objetivo principal la formación vocacional, pero los niños igual descubren cosas y puede surgir en el futuro una demanda que en algún momento se convierta en una necesidad, donde la animación se incluya en los planes académicos de la enseñanza artística.
En tu trabajo de realizadora resalta el stop motion
Te confieso que es porque no sé dibujar. No me gusta dibujar, pero estoy fascinada por la idea de dar vida y eso es la animación, una ilusión de movimiento a partir de imágenes fijas, generar una secuencia donde finalmente los objetos o la materia que estamos animando cobra vida.
Por eso el stop motion es mi modo de expresión. Realmente al principio llegué al mundo de la animación porque hacía unas esculturas en cera que parecían personajes, me he dedicado a explorar la animación de otras muchas materias como puede ser la plastilina, el barro, el papel, los objetos… Cuando llegué al mundo de la animación pensé que me iba a dedicar a las marionetas y es lo que menos he hecho.
El hecho de tener que investigar para impartir clases en el ISA, ahora para Galaxia K, ha generado una fascinación aún mayor en mí porque es un mundo infinito. Me gusta mucho trabajar las texturas, lo corpóreo, es algo que me encanta recrear y explorar y además disfruto mucho subvertir el sentido para lo cual fueron creadas las cosas, trabajar con objetos que fueron creados con un fin utilitario y convertirlos en un personaje.
Últimamente he estado experimentando con un proceso de trabajo que me permite tratar que las materias me hablen, de sentir cómo debe ser animado ese objeto y realmente es un tipo de trabajo que tiene un poco de improvisación, pero es muy visceral y se vuelve más coherente desde la misma materia. Es mi modo de ser y expresarme.
No resulta usual ver mujeres en la realización audiovisual en Cuba, menos en la animación…
El audiovisual ha sido un mundo regido por hombres, en Cuba también. Siempre me he preguntado por qué si hay tantas mujeres que trabajan en diferentes roles dentro de las producciones animadas, no hay más mujeres dirigiendo o realizando sus propios proyectos.
No tengo una respuesta clara para esto, pero es un fenómeno a nivel internacional. Es algo que les preocupa a colegas de España, Finlandia, de todo el mundo y en Cuba la gente llega a la animación desde mundos insospechados, lo mismo tenemos un laboratorista, una maestra, que un graduado de San Alejandro o una persona que no tiene estudios superiores, pero tiene la vocación.
En la medida que implementemos estructuras de formación en los diferentes medios de enseñanza, se podrán sumar más personas y artistas a la creación animada y espero que muchas sean mujeres y que se animen más también a desarrollar sus propias ideas y realizar sus películas.
Puede que esto cambie con el mayor acceso a las tecnologías
Ahora mismo en Galaxia K tenemos un programa donde explicamos como con una aplicación para móviles (Stop Motion Studio) que se descarga libre de Internet, se puede incluso editar y exportar en 4K, o sea que ahora mismo el acceso a la tecnología ha democratizado la producción, en específico la animada.
En Cuba hay mucha capacidad instalada, una historia de base y por el mismo tipo de formación e instrucción en el arte que existe en el país, creo que se pueden hacer cosas maravillosas.
La animación es un proceso lento de trabajo. Decir “yo voy a hacer tres minutos de animación bien hechos por mi cuenta”, demanda de tiempo y conocimiento y ese conocimiento viene de una experimentación previa, entonces creo que no es tan fácil realizar producciones independientes de calidad.
También lo que sucede con las producciones independientes es que una vez que las logras hacer, generalmente los mecanismos de distribución en el caso de la animación no estamos muy duchos, al igual que en la búsqueda de financiamiento.
Como los animadores no están aglutinados en un mundo de enseñanza artística como por ejemplo los que estudian en la FAMCA o los muchachos que estudian en San Antonio de los Baños (EICTV), reciben clases y tienen conocimiento para la búsqueda de financiamiento y desde ese momento se piensa en la distribución. En la animación tenemos desventaja en ese sentido porque venimos de mundos muy disímiles y generalmente lo que empiezan a hacer las personas en el mundo de la animación es tratar de adquirir capacidad técnica en alguna de las variantes expresivas de la animación.
¿Cuán necesario resulta la creación de una cátedra o escuela de animación en el país?
Es vital, imprescindible y urgente incluir la animación en la formación académica en todos los niveles de enseñanza. Incluso muchas academias de artes plásticas del mundo tienen a la animación como asignatura y salen graduados en esa formación y aquí no lo tenemos ni como asignatura curricular.
Está mal cuando encasillan a la animación un género aunque tenga su lenguaje muy particular. La animación no es un qué, es un cómo, un medio expresivo de infinitas posibilidades.
Con la animación se puede hacer documental, ficción, experimentación y hay personas que lo ven como un género y enfocado casi siempre hacia la infancia e incluso hay padres que ponen a sus hijos a ver muñequitos y no se cuestionan si está bien o mal y hay animados para adultos que los menores no deben consumir.
Tenemos que entender que la animación es una forma expresiva valiosa, lo mismo para un artista de la plástica, que para un grupo de danza, para artistas de teatro con títeres, pero también para quienes generen una aplicación o un videojuego, etc.
La formación académica de este arte es una inmensa deuda que tenemos en el país.
¿El futuro?
Aunque en los últimos años se ha visto un poco deprimida la producción de animación en el país, en esta época de pandemia ha habido un resurgir de los Estudios de Animación de la televisión cubana y creo que eso va a rendir grandes frutos, por la diversidad de proyectos en curso.
Animados ICAIC está también revolucionando sus formas de producción con los artistas que ya tiene incluidos en la institución, e incluyendo a artistas independientes de todas las provincias y eso a corto plazo puede dar resultados increíbles.
Sí me consta por las proyecciones y eventos que hemos organizado que al cubano le gusta mucho consumir audiovisuales hechos en Cuba y la animación no es una excepción, no hemos perdido el público.
Tenemos que fascinarlos porque el lenguaje de la animación ha cambiado, la competencia de lo que entra por el paquete y lo que se exhibe de producciones extranjeras en la tv, el cine, es grande, así que hay que trazar estrategias para que nuestra obra sea funcional, no gastar presupuesto, tiempo y esfuerzo en producir algo que nadie va a querer ver: mejores guiones, mejores formas de narrar y mecanismos para volver a fascinar al público cubano.