La Ley de cine es más necesaria que nunca, dicen los especialistas

Desde mayo de 2013, un centenar de cineastas entre realizadores, productores, técnicos, críticos y especialistas de tres generaciones pidieron a las autoridades cubanas la promulgación de una ley de cine.

No han tenido una respuesta concreta aún, aunque como declaró a OnCuba el reconocido crítico y profesor de cine Gustavo Arcos, esta promulgación “es algo que debe caer por su propio peso, debido a lo importante y necesaria que es”.

Durante el 36 Festival del Nuevo Cine Latino, exactamente el Día de la Crítica,  estos profesionales debatieron y analizaron la importancia que tiene la existencia de una ley que regule toda la actividad cinematográfica, un proceso que ya dura más de un año sin resultados.

En dicho panel se abordaron las legislaciones cinematográficas de otros países. Una comisión integrada por funcionarios del Gobierno, ejecutivos del Instituto de Cine (ICAIC) y una representación de los cineastas, trabaja en el proyecto, pero hasta ahora no hay resultados concretos.

“Lo que están clamando los cineastas, y más que clamando pidiendo, es organizar, ordenar pensar el audiovisual de hoy de acuerdo al siglo XXI, no a los años 60”, dijo Arcos.

La única legislación sobre cine que existe en Cuba fue la de la creación del ICAIC, instituto estatal que durante décadas se ocupó de todo lo concerniente a la actividad. Pero la falta de recursos del ICAIC y las decisiones a veces políticas para dar luz verde a un proyecto, propiciaron la creación de varias productoras independientes que, sin personalidad jurídica, trabajan hace unos cinco años con la tolerancia oficial.

Arcos explicó que los cineastas tienen tres peticiones: una ley que regule la actividad, la creación de la figura jurídica del creador audiovisual y la formación de un fondo de fomento de la industria cinematográfica.

También se trata de rediseñar las funciones del ICAIC.  Los planteamientos incluyen una ley de cine que mantenga al Instituto para trazar políticas y preservar el patrimonio audiovisual, pero sin producir ni censurar cintas.

La mayoría de cineastas opinan que el Instituto debe dedicarse a la conservación del patrimonio, la entrega del premio nacional, las publicaciones y festivales, “pero la producción debe correr a cuenta de los autónomos”, agregó.

Arcos y otros especialistas solicitaron que esa ley incluya a los cineastas cubanos que viven en otros países.

“En una nueva ley de cine, ¿cómo quedarían estas personas que viven en EEUU, Canadá, Francia, España (…) haciendo películas con temas cubanos, con artistas cubanos, pero a lo mejor con parte de dinero norteamericano?”, dijo.

Zaira Zarza, una joven académica especialista en cine citó en ese sentido a “la nueva generación (de realizadores) post-2000, que tienen una relación con Cuba constante, productiva, ya no marcada por esas diferencias ideológicas tan radicales que había en otro tiempo”.

El director de la Cinemateca de Cuba, Luciano Castillo, dijo que la nueva ley cubana debía inspirarse en la colombiana, que estimó “modélica”.

El joven realizador cubano Giancarlo Medrano reconoció que “los directores la tenemos muy dura, porque nadie nos reclama como especialistas” y porque tienen que acudir con sus proyectos a embajadas e instituciones extrajeras a solicitar parte del financiamiento.

“Lo que estamos haciendo es cortometrajes, porque es a lo que llegamos”, acotó.

Hace unos meses, cuando  aún no había transcurrido tanto tiempo para una respuesta definitiva sobre la ley, nuestra revista dialogó con varios cineastas. A continuación ofrecemos sus consideraciones.

Jorge Luis Sánchez, quien se encuentra inmerso en la postproducción de Cuba Libre, su más reciente filme cree también la necesidad de un cine independiente.

“El cine cubano necesita una transformación en los modos de producir, exhibir y distribuir. Todo esto está obsoleto. Fue un diseño que funcionó hace décadas pero hoy día es un total caos. Yo estaba preparando todos los detalles de la película y le dediqué mañanas enteras a buscar cosas tan simples como unos metros de lienzo para realizar unas casas de campaña, porque los mecanismos son absurdos, kafkianos, son un verdadero disparate, algo terrible.

“El cine como producción sufre transformaciones porque cundo uno hace un película nosotros inventamos un país, recreamos una determinada época, aunque sea escenográfico tiene que parecer lo más real y creíble posible. Si es una película de época todo se complica mucho más. Te podrás imaginar todo lo que pasado al punto de querer cortarme las venas transversalmente en unas cuantas ocasiones. Por tanto todo esto tiene que cambiar.

“Este país tiene que cavar de entender si fue capaz de llevar a cabo este logro revolucionario que fue el ICAIC, de Alfredo Guevara y de Fidel Castro como es posible con el de cursar del tiempo las cosas estén como estén con tantas ataduras. Nos sentimos amordazados. Los que más lo sufrimos somos nosotros los cineastas. Debemos erradicar los mecanismos económicos y burocráticos absurdos que frenan la producción y todos los procesos posteriores que llevan los filmes. Es  el gran drama que vive hoy día el cine cubano si eso no se arregla nos vamos a tener que ir a filmar a Marte”, afirmó el también director de El Benny.

Por su parte, Pavel Giroud opina que Cuba necesita una ley de cine que permita superar la “grave” situación que enfrenta el sector audiovisual:

“A este país le urge una ley de cine, porque hay un caos, y lo peor, lo peor, es que quienes han regido esto en los últimos años, y no sé los que lo están rigiendo ahora, y el propio Estado, no tienen conciencia de lo grave que está la situación de la cinematografía y el patrimonio audiovisual. Mi opinión, ya expresada antes, es que son mecanismos viejos, ineficientes, desastrosos. Mi sugerencia, que dejen de producir y enfoquen el instituto a la verdadera función de un instituto. Verán que con un piso del edificio alcanzará y el resto de las oficinas pueden rentarlas a las productoras que vayan naciendo o montar aulas de formación. Ya se han formado una buena cantidad de productores, directores, guionistas, editores y sonidistas. Falta formar a nuevas generaciones de publicistas, agentes de ventas, distribuidores”, acotó el director de Omertá.

Pavel, ¿qué crees le falta al actual cine cubano?

Le faltan solo tres cositas: Salud, dinero y amor.

¿Eres de los que cree que ya es la hora de tener un nuevo cine cubano?

Y en todo su esplendor. Nuevas películas, nueva crítica, nuevas publicaciones, nuevas estructuras de producción, nuevas salas de cine, nuevos criterios de exhibición y nueva tecnología aplicada a cada zona del sistema.

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