Paulo FG parece un poco filósofo, un poco poeta y un poco loco en la más reciente aventura cinematográfica de Rigoberto López. Así su personaje define a los cubanos y él lo logra, Paulo lleva la identidad en la sangre y pese a su notable falta de experiencia actoral esa caracterización tocará el corazón de millones por su apego a los sentimientos y su cercanía a tantos cubanos de hoy, de a pie.
De niño, Paulo Fernández Gallo imaginó que si algún día llegaba al cine interpretaría a un pistolero o un gangster, pero nunca a un hombre común dentro de un filme de corte dramático.
El experimentado director Rigoberto López tampoco creyó que aquel niño devenido popular cantante de sólida carrera pudiera ser el protagonista de su película Vuelos prohibidos, hasta que comprobó en vivo la seriedad de Paulo FG, como le identifican dentro y fuera de Cuba. Solo tras conocerlo, el cineasta abrió la puerta de la posibilidad.
“No me dejó cantar ni un estribillo”, aclaró Paulo para despejar dudas sobre algún momento musical de la cinta. Todavía no había llegado a la premier en el cine Chaplin, donde algunas de las personas que no alcanzaron asientos se dispusieron a ver el filme de pie.
El artista jamás imaginó recibir una propuesta de este tipo y el ofrecimiento llegó en un momento muy difícil porque se encontraba en pleno proceso de edición de un disco y un DVD por sus 20 años de carrera artística en la música.
Durante el rodaje en París, el cantautor debía memorizar numerosos textos para las escenas y luego revisar y corregir la mezcla de las piezas editadas por su grabador en otro continente, a fin de no descuidar la faceta de músico.
“Gracias a internet pude hacer ese trabajo que requiere una comunicación muy estrecha”, explicó. Aquel fue su reto de madrugada, por culpa de la diferencia de horarios entre París y La Habana. Luego dormía unas tres horas y cuando lo llamaban para el set de filmación el director le reclamaba por las inevitables ojeras, ante lo cual el artista imploraba por la ayuda de los maquillistas.
“La profesión de actor reclama mucho profesionalismo, se trata de un ser humano que debe convertirse en otro y si antes admiraba a los actores, ahora los respeto más, porque el esfuerzo es inmenso, complejo”, sostuvo Paulo.
Según confesó, con la película se identificó primero como cubano y el apoyo del director Rigoberto López le permitió adentrarse en un personaje con el que tiene en común el amor por su país, por la esencia humanista de su sociedad.
“El cine es una aventura y no deja de ser siempre un riesgo”, afirmó López, ganador del premio Coral del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de 1996 en la categoría de documental por Yo Soy del Son a la Salsa.
Una amiga productora musical le propuso que probara a Paulo FG en un papel asignado inicialmente a un actor conocido, pero numerosos obstáculos postergaron la filmación y cuando se completaron los mínimos recursos necesarios el intérprete estaba ocupado con un trabajo.
Tras conversar un rato con Paulo, Rigoberto creyó posible la colaboración y se conmovió al ver cómo al cantante se le aguaban los ojos mientras leía en el guión una cita del poeta cubano de origen mexicano Fayad Jamís, quien tuvo un vínculo estrecho con su familia.
“Paulo logró un personaje sincero, con la sensibilidad requerida por una película que reflexiona sobre la realidad cubana”, aseveró el cineasta.
Un pilar de Vuelos prohibidos son las actuaciones, y si un reto fue trabajar con alguien sin experiencia, el director catalogó también como desafío trabajar con una protagonista francesa de origen marroquí sin conocimiento previo de la lengua española.
La actriz Sanaa Aloui interrumpió un rodaje en Marruecos para audicionar mediante el software Skype para la cinta cubana y López se sorprendió con su agilidad para memorizar los textos y aprender el idioma español.
Al ser aprobada, cuenta la joven que debió olvidar a su familia árabe por un tiempo, tomó la drástica decisión de cortar toda comunicación con ellos, con el propósito de concentrarse en la vida de Cuba y París, para irse metiendo poco a poco en la piel de Monique, una francesa deseosa de conocer a su padre cubano.
El director cubano le inspiraba la confianza suficiente y la cautivó con buen gusto y seguridad. Según Aloui, López le ofreció tres grandes regalos: el personaje de Monique, la lengua española y su amistad. Además, no pudo evitar escribirle una carta de amor al país caribeño porque “Cuba se siente, se mira, se escucha, en Cuba los cinco sentidos son solicitados”. La actriz asegura que la isla tiene un pedazo de ella en su tierra.
Vuelos prohibidos propone una reflexión sobre la historia de Cuba en los últimos 50 años, con las emociones, los riesgos, aciertos y desaciertos, logros y errores, satisfacciones y problemas devenidos cicatrices. El guión de López y Julio Carranza ofrece un balance de ideas en un discurso accesible a todos los públicos. Esta podría ser su primera carta de triunfo en el próximo estreno en los principales cines del país.
Al concluir la primera proyección de la película, Paulo FG, asediado por un cúmulo de admiradoras en ese momento, solo alcanzó a responder una pregunta de OnCuba: ¿Volvería a hacer cine? “Depende, si el guión me motiva tanto como el de esta película, por supuesto”.